lunes, 20 de enero de 2014
Mi Opinion de Carrie The Killer
Bienvenidos al nuevo post de opinando sobre youtubers , hoy hablare sobre una loquendera que recién comienza en su canal de youtube y yo decidí en ayudar a crecer su canal , Bueno actualmente a subido tan solo 3 vídeos de creepypastas bastante buenos , algunos creepypastas bastante conocidos como el juego de la venta "Carrie The Killer" también a subido vídeos sobre otros creepypasta como "Travesuras" y "Marcas" bueno aca les dejo su canal de YouTube y ayuden a las personas con menos suscriptores , no se arrepentirán.
Link de su canal :http://www.youtube.com/channel/UCuZfNV6n06FGFLo0dMYyrBA
ME PUEDEN ENVIAR SU CANAL DE YOUTUBE POR VÍA FACEBOOK , QUIZÁS EL SIGUIENTE SEAS TU .
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domingo, 19 de enero de 2014
Ciudad Sin Luz
¿Hay alguien en tu vida que odies? ¿Alguien por quien darías cualquier cosa para hacerle daño, por quien pagarías cualquier precio a cambio de venganza? Si es así, quizá deberías considerar ir a la Ciudad Sin Luz.
Para ir ahí, ve a cualquier ciudad relativamente grande y busca un callejón abandonado por la noche. Entra en él, y cierra tus ojos lo más fuerte que puedas. Di en voz baja «Ciudad Sin Luz» y concéntrate en la oscuridad. Probablemente has notado que ves colores difuminados y figuras abstractas si enfocas tu vista cuando tienes los ojos cerrados; observa esas imágenes. Luego de unos minutos, deberían empezar a volverse más claras y brillantes.
Cuando esto ocurra, irán tomando formas concretas: imágenes de asesinatos violentos, animales deformados y semejantes. No importa lo que veas, mantén tus ojos cerrados. Comenzarás a perder la noción del tiempo, pero eventualmente las imágenes se detendrán y sólo verás oscuridad absoluta, nada más que un tono negro profundo, sin otros colores ni formas. Cuando estés seguro de que has alcanzado este punto, abre tus ojos.
Ahora te encontrarás en una ciudad bastante oscura, no habrá una sola luz o estrella en el cielo. Deberías poder ver las siluetas azul oscuro de los edificios a tu alrededor. Sal del callejón y camina tan silenciosamente como te sea posible por la acera, sin ir en ninguna dirección en particular.
Si escuchas algún movimiento, aléjate tan rápido como puedas del ruido. En la Ciudad Sin Luz habitan animales. Estará muy oscuro como para distinguir bien sus rasgos, pero son del tamaño de los grandes felinos y matarán a cualquier humano que atrapen. Sigue caminando hasta que llegues a un área con edificios más pequeños; el límite de la ciudad.
Te encontrarás con un niño, cuyo rostro emitirá un débil brillo, permitiéndote ver que no tiene ojos.
Te preguntará, «¿Compartirás tu luz conmigo?».
Di que sí, y el niño acercará sus manos a tu rostro y te sacará tu ojo derecho. Será doloroso, pero esto no te dejará ningún tipo de herida ni sangrarás. Luego te dará las gracias y se irá. Sigue caminando, y un hombre alto aparecerá frente a ti.
«¿La luz de quién deseas tomar?».
Di el nombre de la persona que odias, y tan pronto lo hagas esa persona quedará completa y permanentemente ciega.
«¿Tu odio ha sido satisfecho?», te preguntará el hombre. Si es el caso, di que sí, y despertarás en el callejón. Si la respuesta es negativa, di que no, y el hombre desaparecerá. Sigue caminando. Te encontrarás con otro niño sin ojos.
«¿Compartirás tu luz conmigo?».
Di que sí y te sacará tu ojo izquierdo, dejándote ciego. Sigue caminando y el hombre alto se te aparecerá de nuevo, aunque por supuesto ahora tendrás que depender del sonido de su voz.
«¿La vida de quién deseas que la oscuridad reclame?».
Di el nombre de la persona que odias, y esa persona morirá. No se te preguntará si tu odio ha sido satisfecho esta vez, y no serás capaz de volver al callejón. Te advertí que te aseguraras de que realmente odiabas a alguien antes de hacer esto, porque pasarás el resto de tu vida vagando por la Ciudad Sin Luz, ciego, con sólo tu odio para reconfortarte.
Para algunas personas, eso es suficiente.
Para ir ahí, ve a cualquier ciudad relativamente grande y busca un callejón abandonado por la noche. Entra en él, y cierra tus ojos lo más fuerte que puedas. Di en voz baja «Ciudad Sin Luz» y concéntrate en la oscuridad. Probablemente has notado que ves colores difuminados y figuras abstractas si enfocas tu vista cuando tienes los ojos cerrados; observa esas imágenes. Luego de unos minutos, deberían empezar a volverse más claras y brillantes.
Cuando esto ocurra, irán tomando formas concretas: imágenes de asesinatos violentos, animales deformados y semejantes. No importa lo que veas, mantén tus ojos cerrados. Comenzarás a perder la noción del tiempo, pero eventualmente las imágenes se detendrán y sólo verás oscuridad absoluta, nada más que un tono negro profundo, sin otros colores ni formas. Cuando estés seguro de que has alcanzado este punto, abre tus ojos.
Ahora te encontrarás en una ciudad bastante oscura, no habrá una sola luz o estrella en el cielo. Deberías poder ver las siluetas azul oscuro de los edificios a tu alrededor. Sal del callejón y camina tan silenciosamente como te sea posible por la acera, sin ir en ninguna dirección en particular.
Si escuchas algún movimiento, aléjate tan rápido como puedas del ruido. En la Ciudad Sin Luz habitan animales. Estará muy oscuro como para distinguir bien sus rasgos, pero son del tamaño de los grandes felinos y matarán a cualquier humano que atrapen. Sigue caminando hasta que llegues a un área con edificios más pequeños; el límite de la ciudad.
Te encontrarás con un niño, cuyo rostro emitirá un débil brillo, permitiéndote ver que no tiene ojos.
Te preguntará, «¿Compartirás tu luz conmigo?».
Di que sí, y el niño acercará sus manos a tu rostro y te sacará tu ojo derecho. Será doloroso, pero esto no te dejará ningún tipo de herida ni sangrarás. Luego te dará las gracias y se irá. Sigue caminando, y un hombre alto aparecerá frente a ti.
«¿La luz de quién deseas tomar?».
Di el nombre de la persona que odias, y tan pronto lo hagas esa persona quedará completa y permanentemente ciega.
«¿Tu odio ha sido satisfecho?», te preguntará el hombre. Si es el caso, di que sí, y despertarás en el callejón. Si la respuesta es negativa, di que no, y el hombre desaparecerá. Sigue caminando. Te encontrarás con otro niño sin ojos.
«¿Compartirás tu luz conmigo?».
Di que sí y te sacará tu ojo izquierdo, dejándote ciego. Sigue caminando y el hombre alto se te aparecerá de nuevo, aunque por supuesto ahora tendrás que depender del sonido de su voz.
«¿La vida de quién deseas que la oscuridad reclame?».
Di el nombre de la persona que odias, y esa persona morirá. No se te preguntará si tu odio ha sido satisfecho esta vez, y no serás capaz de volver al callejón. Te advertí que te aseguraras de que realmente odiabas a alguien antes de hacer esto, porque pasarás el resto de tu vida vagando por la Ciudad Sin Luz, ciego, con sólo tu odio para reconfortarte.
Para algunas personas, eso es suficiente.
Golpe de suerte
Podemos mirar atrás y en algunas ocasiones nos encontraremos con pequeños, raros y, a veces, mágicos momentos en los que un llamado «golpe de suerte» tocó nuestras vidas. Momentos que después o bien no pasaron a más y quedaron en una alegre anécdota, o se volvieron experiencias que verdaderamente influyeron en nuestras vidas. Lo que estoy por contar es la historia de un chico y su «golpe de suerte», que pronto se convirtió en una experiencia aterradora que marcaría su vida profundamente, o al menos eso es lo que creo…
Ya nadie prestaba atención a lo que decía el profesor, el calor iba en aumento al igual que el sinfín de palabras anotadas en el pizarrón. Mi aburrimiento era extremo y el ambiente del salón no me ayudaba en nada. Mientras paseaba la mirada por el salón, noté que dos compañeros hablaban en voz muy baja; sin embargo, no fui el único que se dio cuenta de esto. El profesor también los había visto y comenzó a regañarlos, enojado porque no prestaban atención a su muy importante lección, sentimiento reforzado notablemente por el horrible calor del día.
Después del regaño, el profesor decidió que como castigo contaran a todos los del salón qué era lo que estaban platicando. Al principio ninguno habló, pero después de que fueron amenazados con la calificación del examen próximo, contaron la historia. Al parecer uno de ellos, Santiago, le contaba a su amigo, Javier, una serie de eventos extraños y escalofriantes, eventos que estaban destruyendo su vida y desmoronando a su familia.
Al principio, pocos eran los que le prestaban atención; el clima era insoportable y la idea de escuchar a alguien narrando sus problemas familiares era algo que no queríamos hacer. Pero una vez comenzado su relato, su expresión se volvió sombría, sus ojos se perdieron en el vacío y cuando hablaba parecía hacerlo de manera automática, por mera inercia…
En un día normal, Santiago se dirigía a su casa después de haber concluido las clases. Se encontraba tonteando por las calles cuando, según él, un fuerte sentimiento lo hizo ir a un parque que se encontraba cerca de donde estaba. Al llegar, simplemente no supo qué hacer, así que comenzó a caminar por la pista que normalmente utilizan los ciclistas. Después de caminar un rato, se dio cuenta de que, aunque las clases habían terminado hacía un rato, no había ningún adulto o niño en el parque. Mientras sus pensamientos se alborotaban debido a tan extraña soledad, se dio cuenta de que, un poco más delante de donde estaba parado, había algo similar a una carriola.
Tardó unos momentos en decidir, pero al final se acercó. Era una carriola de color negro, y conforme se iba acercando comenzó a escuchar lo que parecían ser unos balbuceos de bebé. Al encontrarse a tan sólo unos pasos, se detuvo en seco: ¿por qué se encontraba un bebé solo en medio del parque?, pensó, ¿que acaso no tenían miedo de que se lo llevaran?
Mientras estas preguntas invadían su mente, una pequeña mano se asomó por la carriola, impulsándolo a asomarse dentro de ésta. Lo que vio fue un pequeño niño, balbuceando, pataleando, nada extraño en sí. El niño parecía estar jugando con algo, un pequeño objeto redondo y de color plateado; estaba tan absorto en su juego que no se había percatado de que Santiago estaba ahí.
—No tengo idea de si fueron minutos u horas los que estuve viendo al bebé jugar, por un momento mi mente incluso quedó en blanco —comentó Santiago—. Cuando por fin me di cuenta, el bebé había dejado de hacer ruidos y me miraba fijamente.
Los ojos del infante se apartaban de Santiago, su mirada era inquisitiva, curiosa, como si estuviera viendo a un extraño bicho o animalito. Finalmente, en un movimiento muy rápido (tal vez demasiado rápido para un bebé), el niño le extendió la mano en la que tenía aquel objeto plateado, que resultó ser una tapa de refresco; pero al parecer tenía algo escrito en ella. Después de dudarlo, Santiago la tomó, y al hacerlo el bebé nuevamente perdió interés en él y retomó su juego. Santiago leyó la inscripción de la tapa y su asombro no encontró cabida a lo que estaba viendo, la tapa tenía la leyenda ganadora de un concurso de la refresquera, cuyo premio —que Santiago había visto en algún momento en un comercial de televisión— era una camioneta totalmente nueva.
Mi compañero no podía creer su suerte, ¡un bebé le acababa de regalar una camioneta nueva! Observó de nuevo a su alrededor en busca de otra persona, pero no vio a nadie. Comenzó a alejarse de la carriola, primero caminando y luego casi corriendo, pero un momento después se detuvo en seco: ¡no podía dejar al bebé solo a medio parque! Cuando se dio la vuelta, vio cómo una mujer se inclinaba sobre la carriola y levantaba al bebé, mientras que el pequeño reía y sonreía al ver a la mujer que sacaba un biberón para luego dárselo.
—Parecía ser su madre o niñera, así que pensé que estaría bien —dijo Santiago. Ya a esta altura, muchos nos habíamos olvidado de la clase por completo; incluso el profesor parecía muy intrigado por el resto de la historia. Así pues, Santiago continuó—. En ese instante la señora levantó la mirada y me vio; al notar que yo también la veía, me sonrió y saludó con la mano, y después tomó la carriola y se fue.
Al parecer no notó que le faltaba aquel pequeño objeto plateado con el que jugaba el pequeño. Santiago se encontró perdido por un segundo, no sabía qué hacer. Finalmente, comenzó a caminar muy aprisa hacia su casa, sin volver a mirar atrás. Al llegar a su casa botó la mochila al piso y buscó a sus padres, su mamá se encontraba lavando los platos, mientras que su papá intentaba arreglar una pata suelta del sillón de la sala. En este punto muchos de mis compañeros y yo pensamos que oír el resto de la historia sería inapropiado, pero, de nuevo, nadie detuvo a Santiago.
El joven les dijo a sus padres acerca de la tapa, pero omitió todo lo relacionado con la extraña señora y el bebé; hasta la fecha no sabe por qué. Su padre no tardó mucho en sugerir que reclamaran el premio, pero su mamá se sintió un tanto insegura con todo el asunto. El padre de Santiago tardó tres días para poder convencer a su esposa y que así pudieran reclamar el premio.
Juntos, Santiago y su papá llamaron a la refresquera y, después de solicitar algunos datos inscritos en la tapa de refresco, corroboraron que en efecto era una de las tapas premiadas. Pasaron otros dos días hasta que la camioneta por fin llegó a su casa; era enorme y de color azul marino, un vehículo impactante a la vista.
Todo fue euforia al principio, el ganar un premio de tal magnitud era sin duda algo para celebrar; su padre estaba increíblemente feliz e incluso su madre se alegró una vez recibida la camioneta. Pero como ustedes se imaginarán, pequeños eventos comenzaron a suceder. Al principio no eran más que ruidos lejanos (como si alguien arrastrara alguna silla), así como esa sensación de que alguien te observa, eventos que uno va pasando por alto por considerarlos comunes. Sin embargo, todo fue empeorando poco a poco, y ya no sólo eran ruidos a lo lejos, sino que había cosas que cambiaban de lugar, platos que caían de sus estantes sin que al parecer nadie los tocara. A aquella sensación de ser observado se le sumaron pequeños susurros que no venían de ninguna parte.
—En una ocasión, estaba en el baño cepillando mis dientes para poder ir a la escuela, y cuando me estaba enjuagando la pasta dental, escuché un susurro que dijo, «¿Ya te vas?». Me asomé al pasillo pero no había nadie, y mis padres estaban en el piso de abajo, por lo que no pudieron ser ellos. Después de eso salí de la casa, no tenía ganas de hablar con nadie, así que no le dije nada a mis papás.
En ese momento del relato, volteé a ver al resto del salón y me encontré con otros compañeros que hacían lo mismo, volteaban a su alrededor desorientados, como si acabaran de despertar repentinamente de un sueño o un aletargamiento. Todo fue extraño por un instante, sólo Santiago se encontraba de pie junto a su butaca, en tanto que todos los demás (incluido el profesor) nos encontrábamos sentados, con la expresión tensa, rígida, parecía que estábamos en algún tipo de trance.
—El clima que se percibía en mi casa comenzó a tornarse pesado, tétrico… en pocas palabras, tenebroso… —continuó Santiago. Sus padres parecían estar de mal humor con más frecuencia, toda pequeña discusión se convertía con alarmante facilidad en una pelea verbal muy agresiva. En una ocasión su padre estuvo a punto de golpear a su madre, pero se logró controlar de último momento. Otro día, su madre se enojó tanto con Santiago que, después de gritarle, arrojó un vaso que por poco golpea al chico en la cabeza. Los pleitos familiares estaban subiendo de tono con cada día que pasaba, y en algún momento la palabra «divorcio» salió en un grito histérico de la boca de la madre de Santiago.
»Y después… todo simplemente se fue al caño cuando recibimos aquella llamada —dijo mientras un escalofrío que lo hizo temblar recorría su cuerpo. Nos contó que, una mañana, el teléfono comenzó a sonar, y cuando él contestó una voz extraña le dijo, «¿Qué te pareció mi regalo? ¿Lo estás disfrutando?». Cuando le hizo estas preguntas soltó una carcajada que lo aterrorizó. Santiago colgó el teléfono sin decir nada, sentía cómo se le helaba la sangre; al ver su rostro su madre le preguntó quién había llamado, Santiago le respondió que se habían equivocado de número, pues sintió que no debía contarles acerca del bebé o de la tapa de refresco, acerca de nada. La llamada dejó en Santiago un sentimiento de inseguridad y preocupación, ¿había sido un error terrible el haber tomado la tapa aquel día?, ¿o simplemente era una broma enfermiza de algún desquiciado anónimo? Él no quería aceptar la idea de que aquel maravilloso premio era en realidad un artefacto que estaba trayendo desgracias e infortunios a su familia.
Debía de ser un error, un simple y común error, pero ¿cómo estar seguro? Debía verificar la camioneta, comprobar que no había nada de malo en ella, pero debía hacerlo cuando sus padres no lo vieran, o de otra forma sospecharían que algo sucedía y no dejarían de bombardearlo con preguntas tontas y sin sentido. Así pues, esperó hasta una tarde en la que sus padres salieron a hacer algunos mandados para acercarse a la camioneta. El vehículo estaba estacionado en una pequeña cochera improvisada que la familia anteriormente utilizaba como bodega, tenía una cortina de aluminio que daba hacia el exterior y su padre había colocado dos bloques cortados en forma de triángulo al final de la banqueta para que sirvieran de rampa al automóvil a la hora de sacarlo a la calle.
Santiago se acercó con cautela a la camioneta, era imponente, pero no vio nada extraño en ella, solamente un vehículo como todos aquellos que circulaban en la calle en ese instante. No había forma de que estuviera embrujada o maldita o algo, ¿o sí? Santiago abrió la puerta del conductor y se sentó frente al volante; al instante se sintió diferente, más grande y… ¿sería eso? Sí, lo era: con algo de poder. Estaba centrado en sus pensamientos cuando, de repente, la puerta se cerró de golpe. Santiago intentó abrirla, pero aunque no tenía el seguro puesto, la puerta no se abría. Después escuchó una risa y dejó de empujar la puerta; había vuelto a escucharla, pero ¿de dónde provenía? La risa se escuchó una vez más, sólo que esta vez la acompañó un estruendoso golpe a la puerta del conductor, sobresaltando a Santiago, quien intentó abrir de nuevo la puerta sin éxito alguno. Se dirigió hacia la puerta del copiloto y ésta sí se abrió, pero en el instante que comenzó a bajar del automóvil algo le arañó la pierna derecha con suficiente fuerza como para romper sus pantalones y dejar una herida muy profunda.
Santiago cerró de nuevo la puerta y quedó encerrado en la camioneta una vez más. Se volvió a escuchar la risa, seguida de unos pasos que al parecer estaban rodeando la camioneta; esa cosa estaba buscando la manera de entrar a la camioneta, de hacerle daño, de atraparlo. Tenía que salir de ahí, debía alejarse lo más que pudiera de la camioneta y decirles a sus padres que debían deshacerse de ella. Pero antes de que siquiera pudiera pensar en un plan, escuchó una voz que provenía de la parte trasera de la camioneta. «¿Estás disfrutando de mi regalo?», dijo la voz.
—Estoy seguro de que era la misma persona que había hablado por teléfono —comentó Santiago. Pero al intentar voltear para ver a aquella persona, sintió como si alguien lo golpeara con una fuerza tremenda, y de pronto todo se volvió negro.
Al parecer quedó noqueado por bastante tiempo, ya que fueron sus padres quienes lo despertaron. Su padre lo había encontrado desmayado en la camioneta, y lo llevó dentro de la casa para acostarlo en el sillón de la sala. Santiago se sentía débil, todo su cuerpo estaba adolorido y su cabeza parecía que estaba a punto de explotar. Su madre entró a la sala con una taza de té y se sentó junto a su hijo. Ambos le preguntaron al chico qué había sucedido en la cochera, y éste se limitó a ver sus piernas con el pantalón intacto, como si nunca hubiera sucedido aquel evento; pero al levantarlo, ahí estaban. Justo donde sintió el arañazo en aquel momento, tres marcas largas y profundas recorrían su pierna como un recordatorio imborrable de aquella terrible pesadilla.
Al ver las marcas su madre ahogó un grito y su padre le preguntó de nuevo qué había sucedido (al parecer no había encontrado nada en la camioneta, ni sangre o abolladuras). Santiago comenzó a contarles la historia de cómo había obtenido aquella tapa premiada…
…Pero antes de que pudiera continuar con su historia, el timbre de salida sonó estrepitosamente, lo que sobresaltó a casi todos en el salón de clases. Por un momento olvidé por completo que nos encontrábamos en la escuela, y creo que le sucedió a varios de mis compañeros, hasta el profesor quedó totalmente inmerso en la historia, sin interrumpirla e incluso estaba sentado detrás de su escritorio.
Salimos del salón sin hacer ruido alguno, parecía que habíamos salido de un trance. Nadie pronunció palabra alguna acerca de la historia, y al final, cada individuo se dirigió a su hogar por separado. En los días siguientes nadie volvió a mencionar aquella historia, nadie se atrevió a preguntarle a Santiago qué había sucedido luego de mostrar aquellas terribles heridas, hasta que un día, él dejó de asistir a la escuela. Según me enteré días después, se había mudado con sus padres y habían abandonado su casa junto a varias de sus pertenencias, y entre ellas, se rumorea, estaba la camioneta.
Un día llegué a mi casa, y al entrar a la sala, me encontré a mi abuelo leyendo un viejo libro en el sillón y me senté junto a él. Mi abuelo siempre me ha contado anécdotas extrañas y un tanto tenebrosas de eventos que le han ocurrido a lo largo de los años, así que empecé a contarle aquella historia, aquel «golpe de suerte maligno». Mi abuelo escuchó atentamente toda la historia, y una vez terminada, me contó otra historia, un evento que no le sucedió a él, sino a su amigo más cercano…
Pero creo que esa historia la contaré otro día. De momento estoy cansado, rendido… y tengo la sensación de que, estando frente al monitor escribiendo esto, alguien me está observando…
Ya nadie prestaba atención a lo que decía el profesor, el calor iba en aumento al igual que el sinfín de palabras anotadas en el pizarrón. Mi aburrimiento era extremo y el ambiente del salón no me ayudaba en nada. Mientras paseaba la mirada por el salón, noté que dos compañeros hablaban en voz muy baja; sin embargo, no fui el único que se dio cuenta de esto. El profesor también los había visto y comenzó a regañarlos, enojado porque no prestaban atención a su muy importante lección, sentimiento reforzado notablemente por el horrible calor del día.
Después del regaño, el profesor decidió que como castigo contaran a todos los del salón qué era lo que estaban platicando. Al principio ninguno habló, pero después de que fueron amenazados con la calificación del examen próximo, contaron la historia. Al parecer uno de ellos, Santiago, le contaba a su amigo, Javier, una serie de eventos extraños y escalofriantes, eventos que estaban destruyendo su vida y desmoronando a su familia.
Al principio, pocos eran los que le prestaban atención; el clima era insoportable y la idea de escuchar a alguien narrando sus problemas familiares era algo que no queríamos hacer. Pero una vez comenzado su relato, su expresión se volvió sombría, sus ojos se perdieron en el vacío y cuando hablaba parecía hacerlo de manera automática, por mera inercia…
En un día normal, Santiago se dirigía a su casa después de haber concluido las clases. Se encontraba tonteando por las calles cuando, según él, un fuerte sentimiento lo hizo ir a un parque que se encontraba cerca de donde estaba. Al llegar, simplemente no supo qué hacer, así que comenzó a caminar por la pista que normalmente utilizan los ciclistas. Después de caminar un rato, se dio cuenta de que, aunque las clases habían terminado hacía un rato, no había ningún adulto o niño en el parque. Mientras sus pensamientos se alborotaban debido a tan extraña soledad, se dio cuenta de que, un poco más delante de donde estaba parado, había algo similar a una carriola.
Tardó unos momentos en decidir, pero al final se acercó. Era una carriola de color negro, y conforme se iba acercando comenzó a escuchar lo que parecían ser unos balbuceos de bebé. Al encontrarse a tan sólo unos pasos, se detuvo en seco: ¿por qué se encontraba un bebé solo en medio del parque?, pensó, ¿que acaso no tenían miedo de que se lo llevaran?
Mientras estas preguntas invadían su mente, una pequeña mano se asomó por la carriola, impulsándolo a asomarse dentro de ésta. Lo que vio fue un pequeño niño, balbuceando, pataleando, nada extraño en sí. El niño parecía estar jugando con algo, un pequeño objeto redondo y de color plateado; estaba tan absorto en su juego que no se había percatado de que Santiago estaba ahí.
—No tengo idea de si fueron minutos u horas los que estuve viendo al bebé jugar, por un momento mi mente incluso quedó en blanco —comentó Santiago—. Cuando por fin me di cuenta, el bebé había dejado de hacer ruidos y me miraba fijamente.
Los ojos del infante se apartaban de Santiago, su mirada era inquisitiva, curiosa, como si estuviera viendo a un extraño bicho o animalito. Finalmente, en un movimiento muy rápido (tal vez demasiado rápido para un bebé), el niño le extendió la mano en la que tenía aquel objeto plateado, que resultó ser una tapa de refresco; pero al parecer tenía algo escrito en ella. Después de dudarlo, Santiago la tomó, y al hacerlo el bebé nuevamente perdió interés en él y retomó su juego. Santiago leyó la inscripción de la tapa y su asombro no encontró cabida a lo que estaba viendo, la tapa tenía la leyenda ganadora de un concurso de la refresquera, cuyo premio —que Santiago había visto en algún momento en un comercial de televisión— era una camioneta totalmente nueva.
Mi compañero no podía creer su suerte, ¡un bebé le acababa de regalar una camioneta nueva! Observó de nuevo a su alrededor en busca de otra persona, pero no vio a nadie. Comenzó a alejarse de la carriola, primero caminando y luego casi corriendo, pero un momento después se detuvo en seco: ¡no podía dejar al bebé solo a medio parque! Cuando se dio la vuelta, vio cómo una mujer se inclinaba sobre la carriola y levantaba al bebé, mientras que el pequeño reía y sonreía al ver a la mujer que sacaba un biberón para luego dárselo.
—Parecía ser su madre o niñera, así que pensé que estaría bien —dijo Santiago. Ya a esta altura, muchos nos habíamos olvidado de la clase por completo; incluso el profesor parecía muy intrigado por el resto de la historia. Así pues, Santiago continuó—. En ese instante la señora levantó la mirada y me vio; al notar que yo también la veía, me sonrió y saludó con la mano, y después tomó la carriola y se fue.
Al parecer no notó que le faltaba aquel pequeño objeto plateado con el que jugaba el pequeño. Santiago se encontró perdido por un segundo, no sabía qué hacer. Finalmente, comenzó a caminar muy aprisa hacia su casa, sin volver a mirar atrás. Al llegar a su casa botó la mochila al piso y buscó a sus padres, su mamá se encontraba lavando los platos, mientras que su papá intentaba arreglar una pata suelta del sillón de la sala. En este punto muchos de mis compañeros y yo pensamos que oír el resto de la historia sería inapropiado, pero, de nuevo, nadie detuvo a Santiago.
El joven les dijo a sus padres acerca de la tapa, pero omitió todo lo relacionado con la extraña señora y el bebé; hasta la fecha no sabe por qué. Su padre no tardó mucho en sugerir que reclamaran el premio, pero su mamá se sintió un tanto insegura con todo el asunto. El padre de Santiago tardó tres días para poder convencer a su esposa y que así pudieran reclamar el premio.
Juntos, Santiago y su papá llamaron a la refresquera y, después de solicitar algunos datos inscritos en la tapa de refresco, corroboraron que en efecto era una de las tapas premiadas. Pasaron otros dos días hasta que la camioneta por fin llegó a su casa; era enorme y de color azul marino, un vehículo impactante a la vista.
Todo fue euforia al principio, el ganar un premio de tal magnitud era sin duda algo para celebrar; su padre estaba increíblemente feliz e incluso su madre se alegró una vez recibida la camioneta. Pero como ustedes se imaginarán, pequeños eventos comenzaron a suceder. Al principio no eran más que ruidos lejanos (como si alguien arrastrara alguna silla), así como esa sensación de que alguien te observa, eventos que uno va pasando por alto por considerarlos comunes. Sin embargo, todo fue empeorando poco a poco, y ya no sólo eran ruidos a lo lejos, sino que había cosas que cambiaban de lugar, platos que caían de sus estantes sin que al parecer nadie los tocara. A aquella sensación de ser observado se le sumaron pequeños susurros que no venían de ninguna parte.
—En una ocasión, estaba en el baño cepillando mis dientes para poder ir a la escuela, y cuando me estaba enjuagando la pasta dental, escuché un susurro que dijo, «¿Ya te vas?». Me asomé al pasillo pero no había nadie, y mis padres estaban en el piso de abajo, por lo que no pudieron ser ellos. Después de eso salí de la casa, no tenía ganas de hablar con nadie, así que no le dije nada a mis papás.
En ese momento del relato, volteé a ver al resto del salón y me encontré con otros compañeros que hacían lo mismo, volteaban a su alrededor desorientados, como si acabaran de despertar repentinamente de un sueño o un aletargamiento. Todo fue extraño por un instante, sólo Santiago se encontraba de pie junto a su butaca, en tanto que todos los demás (incluido el profesor) nos encontrábamos sentados, con la expresión tensa, rígida, parecía que estábamos en algún tipo de trance.
—El clima que se percibía en mi casa comenzó a tornarse pesado, tétrico… en pocas palabras, tenebroso… —continuó Santiago. Sus padres parecían estar de mal humor con más frecuencia, toda pequeña discusión se convertía con alarmante facilidad en una pelea verbal muy agresiva. En una ocasión su padre estuvo a punto de golpear a su madre, pero se logró controlar de último momento. Otro día, su madre se enojó tanto con Santiago que, después de gritarle, arrojó un vaso que por poco golpea al chico en la cabeza. Los pleitos familiares estaban subiendo de tono con cada día que pasaba, y en algún momento la palabra «divorcio» salió en un grito histérico de la boca de la madre de Santiago.
»Y después… todo simplemente se fue al caño cuando recibimos aquella llamada —dijo mientras un escalofrío que lo hizo temblar recorría su cuerpo. Nos contó que, una mañana, el teléfono comenzó a sonar, y cuando él contestó una voz extraña le dijo, «¿Qué te pareció mi regalo? ¿Lo estás disfrutando?». Cuando le hizo estas preguntas soltó una carcajada que lo aterrorizó. Santiago colgó el teléfono sin decir nada, sentía cómo se le helaba la sangre; al ver su rostro su madre le preguntó quién había llamado, Santiago le respondió que se habían equivocado de número, pues sintió que no debía contarles acerca del bebé o de la tapa de refresco, acerca de nada. La llamada dejó en Santiago un sentimiento de inseguridad y preocupación, ¿había sido un error terrible el haber tomado la tapa aquel día?, ¿o simplemente era una broma enfermiza de algún desquiciado anónimo? Él no quería aceptar la idea de que aquel maravilloso premio era en realidad un artefacto que estaba trayendo desgracias e infortunios a su familia.
Debía de ser un error, un simple y común error, pero ¿cómo estar seguro? Debía verificar la camioneta, comprobar que no había nada de malo en ella, pero debía hacerlo cuando sus padres no lo vieran, o de otra forma sospecharían que algo sucedía y no dejarían de bombardearlo con preguntas tontas y sin sentido. Así pues, esperó hasta una tarde en la que sus padres salieron a hacer algunos mandados para acercarse a la camioneta. El vehículo estaba estacionado en una pequeña cochera improvisada que la familia anteriormente utilizaba como bodega, tenía una cortina de aluminio que daba hacia el exterior y su padre había colocado dos bloques cortados en forma de triángulo al final de la banqueta para que sirvieran de rampa al automóvil a la hora de sacarlo a la calle.
Santiago se acercó con cautela a la camioneta, era imponente, pero no vio nada extraño en ella, solamente un vehículo como todos aquellos que circulaban en la calle en ese instante. No había forma de que estuviera embrujada o maldita o algo, ¿o sí? Santiago abrió la puerta del conductor y se sentó frente al volante; al instante se sintió diferente, más grande y… ¿sería eso? Sí, lo era: con algo de poder. Estaba centrado en sus pensamientos cuando, de repente, la puerta se cerró de golpe. Santiago intentó abrirla, pero aunque no tenía el seguro puesto, la puerta no se abría. Después escuchó una risa y dejó de empujar la puerta; había vuelto a escucharla, pero ¿de dónde provenía? La risa se escuchó una vez más, sólo que esta vez la acompañó un estruendoso golpe a la puerta del conductor, sobresaltando a Santiago, quien intentó abrir de nuevo la puerta sin éxito alguno. Se dirigió hacia la puerta del copiloto y ésta sí se abrió, pero en el instante que comenzó a bajar del automóvil algo le arañó la pierna derecha con suficiente fuerza como para romper sus pantalones y dejar una herida muy profunda.
Santiago cerró de nuevo la puerta y quedó encerrado en la camioneta una vez más. Se volvió a escuchar la risa, seguida de unos pasos que al parecer estaban rodeando la camioneta; esa cosa estaba buscando la manera de entrar a la camioneta, de hacerle daño, de atraparlo. Tenía que salir de ahí, debía alejarse lo más que pudiera de la camioneta y decirles a sus padres que debían deshacerse de ella. Pero antes de que siquiera pudiera pensar en un plan, escuchó una voz que provenía de la parte trasera de la camioneta. «¿Estás disfrutando de mi regalo?», dijo la voz.
—Estoy seguro de que era la misma persona que había hablado por teléfono —comentó Santiago. Pero al intentar voltear para ver a aquella persona, sintió como si alguien lo golpeara con una fuerza tremenda, y de pronto todo se volvió negro.
Al parecer quedó noqueado por bastante tiempo, ya que fueron sus padres quienes lo despertaron. Su padre lo había encontrado desmayado en la camioneta, y lo llevó dentro de la casa para acostarlo en el sillón de la sala. Santiago se sentía débil, todo su cuerpo estaba adolorido y su cabeza parecía que estaba a punto de explotar. Su madre entró a la sala con una taza de té y se sentó junto a su hijo. Ambos le preguntaron al chico qué había sucedido en la cochera, y éste se limitó a ver sus piernas con el pantalón intacto, como si nunca hubiera sucedido aquel evento; pero al levantarlo, ahí estaban. Justo donde sintió el arañazo en aquel momento, tres marcas largas y profundas recorrían su pierna como un recordatorio imborrable de aquella terrible pesadilla.
Al ver las marcas su madre ahogó un grito y su padre le preguntó de nuevo qué había sucedido (al parecer no había encontrado nada en la camioneta, ni sangre o abolladuras). Santiago comenzó a contarles la historia de cómo había obtenido aquella tapa premiada…
…Pero antes de que pudiera continuar con su historia, el timbre de salida sonó estrepitosamente, lo que sobresaltó a casi todos en el salón de clases. Por un momento olvidé por completo que nos encontrábamos en la escuela, y creo que le sucedió a varios de mis compañeros, hasta el profesor quedó totalmente inmerso en la historia, sin interrumpirla e incluso estaba sentado detrás de su escritorio.
Salimos del salón sin hacer ruido alguno, parecía que habíamos salido de un trance. Nadie pronunció palabra alguna acerca de la historia, y al final, cada individuo se dirigió a su hogar por separado. En los días siguientes nadie volvió a mencionar aquella historia, nadie se atrevió a preguntarle a Santiago qué había sucedido luego de mostrar aquellas terribles heridas, hasta que un día, él dejó de asistir a la escuela. Según me enteré días después, se había mudado con sus padres y habían abandonado su casa junto a varias de sus pertenencias, y entre ellas, se rumorea, estaba la camioneta.
Un día llegué a mi casa, y al entrar a la sala, me encontré a mi abuelo leyendo un viejo libro en el sillón y me senté junto a él. Mi abuelo siempre me ha contado anécdotas extrañas y un tanto tenebrosas de eventos que le han ocurrido a lo largo de los años, así que empecé a contarle aquella historia, aquel «golpe de suerte maligno». Mi abuelo escuchó atentamente toda la historia, y una vez terminada, me contó otra historia, un evento que no le sucedió a él, sino a su amigo más cercano…
Pero creo que esa historia la contaré otro día. De momento estoy cansado, rendido… y tengo la sensación de que, estando frente al monitor escribiendo esto, alguien me está observando…
Bajo la escalera de piedra
La facultad está compuesta por una serie de naves industriales, seis en total, unidas en la planta baja por un largo pasillo que surca los patios interiores y los atraviesa en línea recta, estableciendo un corte ininterrumpido y perfecto en medio de su arquitectura. De éste, a su vez, se desprende una red de intrincados corredores y salas interconectadas. Como toda construcción antigua y de peso histórico (sumándole el ser ocupada a diario por jóvenes influenciados por películas, alcohol y drogas), alberga un sin fin de mitos, historias y rumores.
Esa noche nos quedamos estudiando hasta tarde en el vestíbulo junto a la biblioteca, varios ya se habían ido y sólo quedábamos Daniel, Martín y yo. Una de las últimas historias que le habíamos escuchado a Aidan (un irlandés de último año de carrera, medio loco por el consumo indiscriminado de LSD, ávido contador de historias curiosas) era que durante la noche se oían ruidos extraños provenientes del subterráneo, como si algún animal correteara bajo las coladeras de los patios, e incluso a veces golpeteara la pequeña y maciza puerta ubicada bajo la escalera de piedra que conectaba la segunda edificación con la tercera. Se me ocurrió mencionarla como por casualidad, esperando que eso rompiera un poco con mi aburrimiento y el ambiente de tedio general.
—¿Eso no solía ser el antiguo laboratorio? Hasta yo sé que lo cerraron porque el bioterio se les salió de control y alguien acusó a los profesores de estar haciendo investigaciones cada vez más inusuales. Las ratas deben estar colándose para hacer sus nidos allí ahora —intervino Martín, sin siquiera despegar la vista de las fotocopias sobre la mesa.
—¡Verdad que estaba el bioterio! Si apenas hace un par de años antes de entrar aquí habilitaron un laboratorio nuevo, debe haber sido tétrico el estar bajo tierra con todo eso —se unió Daniel, bastante más interesado.
El diálogo siguió así un buen rato, intenté hacer lo mejor posible para que no se disolviera y poder convencerlos de investigar un poco más. Martín sugirió darnos un descanso para ir al baño y comprar unos cafés. No podía perderme tamaña oportunidad.
Al salir del vestíbulo, agarré a Daniel del brazo y lo arrastré hacia un costado de la puerta. Sabiendo que es bastante influenciable, puse mi mejor sonrisa, y le dije, «Tú me vas a ayudar». No es difícil darse cuenta de que se inquietó de inmediato, a medida que lo llevaba a la fuerza a las escaleras de piedra intentaba decirme que estaba loca, que fuéramos otro día, con Aidan por último, que conocía mejor los recovecos de toda la facultad y sabría mejor qué hacer. Finalmente se quedó en silencio detrás de mí mientras yo examinaba la cerradura de la puerta que conducía al subterráneo. Parecía algo oxidada y deteriorada por el tiempo y el uso, y la madera circundante estaba astillada, como si alguien hubiese intentado someterla.
Me saqué una horquilla del pelo y la introduje, moviéndola ligeramente. Obviamente no podía ser tan fácil y se atascó, tuve que sacarla a tirones, pero probé nuevamente hasta hartarme. Después metí una tarjeta como hacen en las películas entre la puerta y el marco, hasta que sentí un ligero roce con el cerrojo y decidí forzarlo un poco más. Daniel miraba.
—¿Y no piensas ayudarme? ¡Ven y abramos la puerta! —le grité. Empujamos un poco y pareció ceder sorprendentemente, un poco más de fuerza y de un golpazo logramos abrirla del todo. Se deslizó chirriante, dejando salir una vaharada de aire pesado y algo maloliente, y a esas horas no era posible saber si en algún momento la luz se colaba por las rendijas. Casi por instinto, busqué un interruptor a los lados, y al accionarlo se encendió un pequeño bombillo suspendido en una esquina apenas por un par de alambres. Frente a nosotros, una escalera de fierro de peldaños individuales y una única baranda con la pintura desgastada. La estancia era un rectángulo de paredes desconchadas, que terminaba al lado derecho de las escaleras con algunos casilleros. La explicación de por qué nos costó tan poco abrir la puerta yacía justo en ese rincón, donde el polvo parecía haber sido removido a diferencia del resto del lugar, y habían algunas latas de cerveza aplastadas, colillas de cigarrillos y lo que quedaba de unos pitillos de marihuana. Claro, cómo iba a ser de otra manera.
Bajamos. En el otro extremo del espacio, a la izquierda del final de la escalera, se encontraba una puerta semicerrada con una placa que rezaba «Laboratorios. Precaución: Materiales reactivos. Asegúrese de tener la protección adecuada y el manejo de instrumental necesario».
—¿En serio están haciendo esto? Ali, tenemos que estudiar —resonó la voz de Martín en el pequeño espacio, desde lo alto de la escalera. Dejé escapar una exclamación de sorpresa mientras Daniel daba un saltito hacia atrás. Algo pareció sonar desde el otro lado de la puerta, probablemente una rata escabulléndose por algún estante olvidado.
—¡Es ahora o nunca, Martín! —exclamé casi en un susurro.
Cargué mi peso contra la puerta bruscamente una, dos y tres veces, hasta que noté que algo la trancaba en su posición. Forcejeé hasta que de un empujón Daniel la abrió. Del otro lado casi no se podía ver nada, y el olor era terrible, una mezcla entre húmedo, encerrado y quizás lo que quedó impregnado de la existencia de animales; pero a pesar de eso encendí el flash del teléfono móvil y entré, confiando en que Martín y Daniel me seguirían de cerca.
El corredor continuaba hacia la derecha, dando un rodeo en forma de L, y de la parte alta de la pared sobresalían unas placas de metal pintado junto a la puerta indicando los laboratorios. «Lab3» estaba entreabierta, con el cerrojo notablemente vencido. Entré, algunos taburetes habían sido volcados y había instrumental desparramado por todas partes, los restos de vidrios crujían bajo mis pasos. Aparte del desorden y algunos papeles viejos con apuntes, no encontré nada más.
Creí escuchar algo al final del pasillo, así que fui directo hacia allá. En la placa, esta vez se leía «Biot2». Giré el pomo polvoriento y la puerta se abrió casi sin tener que moverla; en el interior el mismo desorden, pero un olor pútrido como a desechos orgánicos parecía haberse impregnado en las paredes, y la rejilla que daba al exterior apenas hubiera podido ayudar en su momento. Contra la pared, baterías de jaulas y algunas más pequeñas en unos estantes, algunas gradillas todavía mantenían sustancias en su interior sobre una de las mesas. Algo parecía haber desordenado todo recientemente.
Avancé hacia el otro extremo del salón, pateando sin querer un tubo de ensayo que rodó ruidosamente bajo alguna mesa fuera de mi alcance visual, cosa suficiente para ponerme un poco nerviosa. Decidí seguir adelante, en el otro extremo del salón había una puerta que daba a un espacio con varias camillas de metal separadas por cortinas de PVC. Habían unos bultos que parecían ser excremento, pero más grandes que los de una rata, mucho más. Algo parecido a latas de alimento y contenedores de poliestireno rotos estaban regados por el piso, y conforme avanzaba aparecían retazos de tela y mechones de cabello enredados en varios objetos.
Avanzando hasta el fondo, creí ver un bulto cubierto de telas sucias bajo una camilla. Conforme me acercaba, noté que éste temblaba levemente y respiraba de forma agitada. Tenía la piel carente de toda pigmentación y llena de cicatrices y llagas, y se le marcaban las vértebras y algunos otros huesos. No pude seguir avanzando.
Me di cuenta de que había estado pisando algo parecido a trapos sucios, ensangrentados, y lo que parecían ser compresas usadas recientemente, algunas arrugadas con envoltorios plásticos. No era sólo olor a excrementos y orina, era olor a un ser vivo, sangrante y sucio.
La criatura intentó arrastrarse hacia otro rincón más oscuro, pero parecía cargar algo que se lo dificultaba, entonces se quedó ahí, alzando una diminuta cabeza de la que apenas colgaban unos mechones de pelo largo y muerto. Me miraba directamente con grandes ojos redondos hundidos en sus cuencas, la nariz apenas era un tabique y un par de agujeros, que junto a la delgadez de su rostro y labios retraídos, recordaba el aspecto de los enfermos de porfiria. No fue hasta que intentó desplazarse de nuevo, que se desplomó y pude ver que era un ser pequeño, visiblemente desnutrido y que sí se trataba de un humano. Pero quizás eso no fue lo que más me impresionó. Dejó escapar un chillido agudo e infantil, y mientras alcanzaba un bulto más pequeño y enrollado en una manta que había dejado caer al suelo, descubrió parte de él y vi algo que definitivamente no era humano, sino una especie de cara deforme y llena de un pelillo fino y oscuro, y de varios lugares de su cuerpo salían catéteres que alguna vez debieron haber estado conectados a algo más, junto a una serie de cicatrices. Éste comenzó a quejarse, no era un llanto, sino un quejido débil que no era ni tan humano ni tan animal, en tanto que lo que supongo que era su madre intentaba protegerlo con sus esqueléticos brazos sin dejar de mirarme.
Sentí un horror indescriptible. Quise retroceder pero mis pies no me hacían caso. Esa criatura, carente de todo contacto humano por quién sabe cuánto tiempo, reaccionó rápidamente y comenzó a lanzarme lo que encontrara por el suelo mientras chillaba e intentaba esconderse; el bulto peludo se retorcía y quejaba envuelto por uno de sus brazos. Pensé que en cualquier momento volcaría una camilla para aventármela o refugiarse detrás.
—¡No! —fue lo único que se me ocurrió gritar mientras recibía asquerosos proyectiles e intentaba cubrirme con las manos.
Afortunadamente, Martín me había seguido de cerca. Sentí cómo me agarró desde la espalda y me sacó de la estancia. La criatura seguía chillando, lo que ahora parecía más un llanto, y Daniel estaba inmóvil del otro lado de la puerta. Uno de nosotros la cerró al salir, no recuerdo quién, aunque yo estaba segura de que la horrible criatura no saldría de su rincón. Es imposible saber si ella o yo estaba más asustada. Sentí algo similar a la lástima.
Pude ver que dentro de todo el desorden habían unos cuadernos de notas, lápices y jeringas en buen estado. Me dio asco y un escalofrío recorrió mi espalda. Martín nos arrastró a los dos rápidamente fuera del pasillo, obligándonos a subir las escaleras corriendo y cerrando la puerta del subterráneo tras de sí.
—¿¡Pero qué mierda acaba de pasar allá abajo!? —exclamó mientras se desplomaba sobre uno de los sillones del vestíbulo, pasándose las manos por la cara—. ¿Alguien puede responderme? ¿Era eso lo que estabas buscando, Ali? ¡Mírate, no puedes negar que algo ha pasado allí abajo!
Era innegable. Yo lo observaba cubierta de desechos pestilentes, Daniel se miraba las manos. No podíamos explicarlo, no había cómo. Ni siquiera nos incumbía meternos ahí.
Decidí tomar mis cosas, le pregunté a Martín si podía acompañarme camino a casa. Al llegar me di una ducha e hice lo que pude por dormir. ¿Qué clase de horrores se llevaron a cabo en esos laboratorios sin el conocimiento de nadie? ¿Cómo explicar racionalmente lo que había allí abajo?
Semanas después, andábamos por el gran pasillo cruzando el patio, cuando de repente el profesor Rotts (genetista de renombre y autor de un sinfín de documentos relacionados con la investigación genética humana y avances en experimentación animal) pareció entrar con una bandeja de comida y algunas botellas de agua por la puerta bajo la escalera de piedra. Algunos dicen haberlo visto observando las rejillas que dan al subterráneo, y a veces hasta limpiando los residuos atrapados entre éstas.
Esa noche nos quedamos estudiando hasta tarde en el vestíbulo junto a la biblioteca, varios ya se habían ido y sólo quedábamos Daniel, Martín y yo. Una de las últimas historias que le habíamos escuchado a Aidan (un irlandés de último año de carrera, medio loco por el consumo indiscriminado de LSD, ávido contador de historias curiosas) era que durante la noche se oían ruidos extraños provenientes del subterráneo, como si algún animal correteara bajo las coladeras de los patios, e incluso a veces golpeteara la pequeña y maciza puerta ubicada bajo la escalera de piedra que conectaba la segunda edificación con la tercera. Se me ocurrió mencionarla como por casualidad, esperando que eso rompiera un poco con mi aburrimiento y el ambiente de tedio general.
—¿Eso no solía ser el antiguo laboratorio? Hasta yo sé que lo cerraron porque el bioterio se les salió de control y alguien acusó a los profesores de estar haciendo investigaciones cada vez más inusuales. Las ratas deben estar colándose para hacer sus nidos allí ahora —intervino Martín, sin siquiera despegar la vista de las fotocopias sobre la mesa.
—¡Verdad que estaba el bioterio! Si apenas hace un par de años antes de entrar aquí habilitaron un laboratorio nuevo, debe haber sido tétrico el estar bajo tierra con todo eso —se unió Daniel, bastante más interesado.
El diálogo siguió así un buen rato, intenté hacer lo mejor posible para que no se disolviera y poder convencerlos de investigar un poco más. Martín sugirió darnos un descanso para ir al baño y comprar unos cafés. No podía perderme tamaña oportunidad.
Al salir del vestíbulo, agarré a Daniel del brazo y lo arrastré hacia un costado de la puerta. Sabiendo que es bastante influenciable, puse mi mejor sonrisa, y le dije, «Tú me vas a ayudar». No es difícil darse cuenta de que se inquietó de inmediato, a medida que lo llevaba a la fuerza a las escaleras de piedra intentaba decirme que estaba loca, que fuéramos otro día, con Aidan por último, que conocía mejor los recovecos de toda la facultad y sabría mejor qué hacer. Finalmente se quedó en silencio detrás de mí mientras yo examinaba la cerradura de la puerta que conducía al subterráneo. Parecía algo oxidada y deteriorada por el tiempo y el uso, y la madera circundante estaba astillada, como si alguien hubiese intentado someterla.
Me saqué una horquilla del pelo y la introduje, moviéndola ligeramente. Obviamente no podía ser tan fácil y se atascó, tuve que sacarla a tirones, pero probé nuevamente hasta hartarme. Después metí una tarjeta como hacen en las películas entre la puerta y el marco, hasta que sentí un ligero roce con el cerrojo y decidí forzarlo un poco más. Daniel miraba.
—¿Y no piensas ayudarme? ¡Ven y abramos la puerta! —le grité. Empujamos un poco y pareció ceder sorprendentemente, un poco más de fuerza y de un golpazo logramos abrirla del todo. Se deslizó chirriante, dejando salir una vaharada de aire pesado y algo maloliente, y a esas horas no era posible saber si en algún momento la luz se colaba por las rendijas. Casi por instinto, busqué un interruptor a los lados, y al accionarlo se encendió un pequeño bombillo suspendido en una esquina apenas por un par de alambres. Frente a nosotros, una escalera de fierro de peldaños individuales y una única baranda con la pintura desgastada. La estancia era un rectángulo de paredes desconchadas, que terminaba al lado derecho de las escaleras con algunos casilleros. La explicación de por qué nos costó tan poco abrir la puerta yacía justo en ese rincón, donde el polvo parecía haber sido removido a diferencia del resto del lugar, y habían algunas latas de cerveza aplastadas, colillas de cigarrillos y lo que quedaba de unos pitillos de marihuana. Claro, cómo iba a ser de otra manera.
Bajamos. En el otro extremo del espacio, a la izquierda del final de la escalera, se encontraba una puerta semicerrada con una placa que rezaba «Laboratorios. Precaución: Materiales reactivos. Asegúrese de tener la protección adecuada y el manejo de instrumental necesario».
—¿En serio están haciendo esto? Ali, tenemos que estudiar —resonó la voz de Martín en el pequeño espacio, desde lo alto de la escalera. Dejé escapar una exclamación de sorpresa mientras Daniel daba un saltito hacia atrás. Algo pareció sonar desde el otro lado de la puerta, probablemente una rata escabulléndose por algún estante olvidado.
—¡Es ahora o nunca, Martín! —exclamé casi en un susurro.
Cargué mi peso contra la puerta bruscamente una, dos y tres veces, hasta que noté que algo la trancaba en su posición. Forcejeé hasta que de un empujón Daniel la abrió. Del otro lado casi no se podía ver nada, y el olor era terrible, una mezcla entre húmedo, encerrado y quizás lo que quedó impregnado de la existencia de animales; pero a pesar de eso encendí el flash del teléfono móvil y entré, confiando en que Martín y Daniel me seguirían de cerca.
El corredor continuaba hacia la derecha, dando un rodeo en forma de L, y de la parte alta de la pared sobresalían unas placas de metal pintado junto a la puerta indicando los laboratorios. «Lab3» estaba entreabierta, con el cerrojo notablemente vencido. Entré, algunos taburetes habían sido volcados y había instrumental desparramado por todas partes, los restos de vidrios crujían bajo mis pasos. Aparte del desorden y algunos papeles viejos con apuntes, no encontré nada más.
Creí escuchar algo al final del pasillo, así que fui directo hacia allá. En la placa, esta vez se leía «Biot2». Giré el pomo polvoriento y la puerta se abrió casi sin tener que moverla; en el interior el mismo desorden, pero un olor pútrido como a desechos orgánicos parecía haberse impregnado en las paredes, y la rejilla que daba al exterior apenas hubiera podido ayudar en su momento. Contra la pared, baterías de jaulas y algunas más pequeñas en unos estantes, algunas gradillas todavía mantenían sustancias en su interior sobre una de las mesas. Algo parecía haber desordenado todo recientemente.
Avancé hacia el otro extremo del salón, pateando sin querer un tubo de ensayo que rodó ruidosamente bajo alguna mesa fuera de mi alcance visual, cosa suficiente para ponerme un poco nerviosa. Decidí seguir adelante, en el otro extremo del salón había una puerta que daba a un espacio con varias camillas de metal separadas por cortinas de PVC. Habían unos bultos que parecían ser excremento, pero más grandes que los de una rata, mucho más. Algo parecido a latas de alimento y contenedores de poliestireno rotos estaban regados por el piso, y conforme avanzaba aparecían retazos de tela y mechones de cabello enredados en varios objetos.
Avanzando hasta el fondo, creí ver un bulto cubierto de telas sucias bajo una camilla. Conforme me acercaba, noté que éste temblaba levemente y respiraba de forma agitada. Tenía la piel carente de toda pigmentación y llena de cicatrices y llagas, y se le marcaban las vértebras y algunos otros huesos. No pude seguir avanzando.
Me di cuenta de que había estado pisando algo parecido a trapos sucios, ensangrentados, y lo que parecían ser compresas usadas recientemente, algunas arrugadas con envoltorios plásticos. No era sólo olor a excrementos y orina, era olor a un ser vivo, sangrante y sucio.
La criatura intentó arrastrarse hacia otro rincón más oscuro, pero parecía cargar algo que se lo dificultaba, entonces se quedó ahí, alzando una diminuta cabeza de la que apenas colgaban unos mechones de pelo largo y muerto. Me miraba directamente con grandes ojos redondos hundidos en sus cuencas, la nariz apenas era un tabique y un par de agujeros, que junto a la delgadez de su rostro y labios retraídos, recordaba el aspecto de los enfermos de porfiria. No fue hasta que intentó desplazarse de nuevo, que se desplomó y pude ver que era un ser pequeño, visiblemente desnutrido y que sí se trataba de un humano. Pero quizás eso no fue lo que más me impresionó. Dejó escapar un chillido agudo e infantil, y mientras alcanzaba un bulto más pequeño y enrollado en una manta que había dejado caer al suelo, descubrió parte de él y vi algo que definitivamente no era humano, sino una especie de cara deforme y llena de un pelillo fino y oscuro, y de varios lugares de su cuerpo salían catéteres que alguna vez debieron haber estado conectados a algo más, junto a una serie de cicatrices. Éste comenzó a quejarse, no era un llanto, sino un quejido débil que no era ni tan humano ni tan animal, en tanto que lo que supongo que era su madre intentaba protegerlo con sus esqueléticos brazos sin dejar de mirarme.
Sentí un horror indescriptible. Quise retroceder pero mis pies no me hacían caso. Esa criatura, carente de todo contacto humano por quién sabe cuánto tiempo, reaccionó rápidamente y comenzó a lanzarme lo que encontrara por el suelo mientras chillaba e intentaba esconderse; el bulto peludo se retorcía y quejaba envuelto por uno de sus brazos. Pensé que en cualquier momento volcaría una camilla para aventármela o refugiarse detrás.
—¡No! —fue lo único que se me ocurrió gritar mientras recibía asquerosos proyectiles e intentaba cubrirme con las manos.
Afortunadamente, Martín me había seguido de cerca. Sentí cómo me agarró desde la espalda y me sacó de la estancia. La criatura seguía chillando, lo que ahora parecía más un llanto, y Daniel estaba inmóvil del otro lado de la puerta. Uno de nosotros la cerró al salir, no recuerdo quién, aunque yo estaba segura de que la horrible criatura no saldría de su rincón. Es imposible saber si ella o yo estaba más asustada. Sentí algo similar a la lástima.
Pude ver que dentro de todo el desorden habían unos cuadernos de notas, lápices y jeringas en buen estado. Me dio asco y un escalofrío recorrió mi espalda. Martín nos arrastró a los dos rápidamente fuera del pasillo, obligándonos a subir las escaleras corriendo y cerrando la puerta del subterráneo tras de sí.
—¿¡Pero qué mierda acaba de pasar allá abajo!? —exclamó mientras se desplomaba sobre uno de los sillones del vestíbulo, pasándose las manos por la cara—. ¿Alguien puede responderme? ¿Era eso lo que estabas buscando, Ali? ¡Mírate, no puedes negar que algo ha pasado allí abajo!
Era innegable. Yo lo observaba cubierta de desechos pestilentes, Daniel se miraba las manos. No podíamos explicarlo, no había cómo. Ni siquiera nos incumbía meternos ahí.
Decidí tomar mis cosas, le pregunté a Martín si podía acompañarme camino a casa. Al llegar me di una ducha e hice lo que pude por dormir. ¿Qué clase de horrores se llevaron a cabo en esos laboratorios sin el conocimiento de nadie? ¿Cómo explicar racionalmente lo que había allí abajo?
Semanas después, andábamos por el gran pasillo cruzando el patio, cuando de repente el profesor Rotts (genetista de renombre y autor de un sinfín de documentos relacionados con la investigación genética humana y avances en experimentación animal) pareció entrar con una bandeja de comida y algunas botellas de agua por la puerta bajo la escalera de piedra. Algunos dicen haberlo visto observando las rejillas que dan al subterráneo, y a veces hasta limpiando los residuos atrapados entre éstas.
¡Ayudame!
“Hola, soy una chica de veintidós años de Bilbao y busco ayuda por que estoy aterrorizada:
Desde que cumplí los dieciséis o los quince años, de vez en cuando tengo la misma pesadilla, que se repite exactamente igual una y otra vez.
Una pesadilla en la que me encuentro sola en una especie de edificio abandonado o en construcción, no lo sé muy bien, los recuerdos de mi pesadilla son algo borrosas. Dentro de ese edificio, oigo unos golpes muy lejanos, pero golpes bastante violentos: ”¡Pum! ¡Pum!” ,retumban con bastante eco por todo el edificio. Los golpes cada vez van sonando más cerca de mí ”¡Pum! ¡Pum!”, acercándose por los largos y lóbregos pasillos de dicho edificio que desconozco.
Es entonces cuando el terror me inunda y empiezo a correr por los pasillos del edificio buscando un escondite. Corro hasta que mi pasillo acaba en la puerta de un cuarto de baño aún sin finalizar. Acabó escondiéndome en una de las pilas separadas por maderas y cierro la puerta mientras oigo como los golpes violentos suenan más feroces y cada vez más cerca ”¡PUM! ¡PUM!”. Me agazapo encima de la taza del váter, procurando no dejarme ver por lo que sea que produzca esos golpes.
Finalmente los golpes llegan al cuarto de baño donde aterrorizada no hago ningún ruido, hasta que los golpes suenan tras la puerta de la pila donde estoy escondida ”¡PUM!¡PUM!”. La puerta tiembla en cada golpe, y yo entierro la cabeza entre mis piernas deseando que todo acabe, mientras los golpes suenan cada vez más fuertes y continuados “¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!”. Es entonces cuando la puerta parece apunto de ceder, que despierto temblorosa sudando en mi cama y chorreando sangre entre mis piernas y manchando las sabanas de sangre.
Cada vez que tengo esta pesadilla me baja la regla, trastornando incluso mi ciclo menstrual, pero no acaba aquí lo curioso de mi pesadilla. Lo curioso es que cada vez que tengo esta pesadilla en el transcurso de mi periodo menstrual surgido por dicha pesadilla, me siento perseguida y vigilada. Como si alguien estuviera observándome a cada paso y a cada momento. Al principio creí que era algo de las hormonas o del reciente recuerdo de la pesadilla. No le dí más importancia hasta la tercera o cuarta vez que conseguía ver por el rabillo del ojo y de manera muy fortuita a una chica. Cada vez que la veía estaba en clase, paseando por la calle o incluso sentada con amigos, siempre a lo lejos medio escondida y cuando quería fijarme mejor, desaparecía.
Era una chica joven, de mi edad más o menos y parecía vestir de color gris toda ella cada vez que la veía brevemente ya que nunca conseguí verla por periodo de tiempo prolongado para poder fijarme bien en ella, pero cada vez que aparecía, no podía dejar de temblar.
Cuando finalizaba mi ciclo menstrual, todo volvía a la normalidad, hasta que no se me repetía dicha pesadilla, a veces tardaba meses en soñar con ella a veces solo semanas.
Fue hace tres meses más o menos, que me encontraba ojeando el periódico, cuando leía la noticia sobre el asesinato de una familia entera en mi ciudad: el padre, la madre y dos niñas de diez y ocho años, en su piso. La familia fue brutalmente asesinada a golpes con un objeto contundente todavía sin poder identificar “una tubería de hierro” especulaba la policía. Pero no fue la noticia lo que llamó mi atención e hizo que una gota de sudor frío recorriera mi espalda y me hizo temblar. Fue una de las fotos en blanco y negro que ilustraba la noticia, en la que aparecía el cuarto de estar de esa familia destrozada; con la mesa partida por la mitad, la alfombra llena de astillas, trozos de cristal y de porcelana y con manchones de sangre, varios objetos destrozados por todo el suelo, las cortinas sueltas y desgarradas, y un espejo hecho trizas. Y fue cuando me fije en uno de los trozos de este cristal, específicamente uno que estaba en el suelo boca arriba, se reflejaba borrosamente la cara de una joven sonriendo, pero una sonrisa malvada que emanaba terror y que curiosamente me era familiar y señalaba con el dedo hacia el lector.
Dí un pequeño bote asustada cuando lo ví por primera vez, era la chica que veía fugazmente observándome a lo lejos cuando tenía la menstruación provocada por esa pesadilla. Estaba completamente segura de que era ella, de alguna forma lo sabía, al igual que sabía que era a mí a quien señalaba en la foto.
Ese mismo día, no quería dormir, tenía miedo de lo que pudiera soñar, me tome varios cafés, durante el día bebí un montón de refresco de cola, pero de nada sirvió, caí dormida y soñé.
En el sueño volvía estar en el lúgubre edificio abandonado o en construcción y volví a escuchar los golpes, “¡Pum! ¡Pum!”. Y todo el sueño se repitió igual. Más que no me desperté cuando la puerta finalmente cedió a los violentos golpes. La puerta cayó sobre mí, e inmediatamente fue retirada y me quede expuesta a lo que fuera que me perseguía. Mire muerta de miedo a quien o a lo que había delante de mi. Era la joven de gris, con un pequeño vestido negro grisáceo de tirantes y descalza, su piel era gris y su pelo negro y bien cuidado. Pero cuando mire a su cara me quede petrificada, su rostro era exactamente como el mío, mis mismos rasgos faciales, era como verme en un espejo terrorífico y sin color. Ella estaba enfrente de mi, observándome con esa siniestra sonrisa y llevaba en una mano, una especie de porra blanca que parecía hecha de huesos. En ese momento me di cuenta de que estaba completamente desnuda y fue entonces cuando ella se agacho acercándose a mí, y yo inmovilizada del terror no se lo impedía. Me separó las piernas y hundió su cabeza entre ellas, fue cuando la note pegada a mi vagina cuando desperté. Pero esta vez no me había bajado la regla. Estaba aterrorizada, sudando y pálida y notaba pinchazos en mi vagina.
Desde entonces no he vuelto a ver a la joven gris idéntica a mí, y llevo tres meses de retraso con mi menstruación. No me atrevo hacer la prueba de embarazo, y estoy muy asustada de lo que pueda ocurrir. Si alguien tiene la menor idea de lo que me ocurre, o si alguna ha tenido la misma experiencia por favor contármela, estoy muy asustada.”
El post tuvo varios comentarios, pero la autora de dicho post nunca más volvió a postear nada, ni siquiera se la detectaba online a ninguna hora en dicha web. Uno de los administradores de dicho foro, por curiosidad rastreóla I.Pde donde fue enviado el post. Consiguió dar con la dirección y efectivamente era de Bilbao de una zona residencial. El administrador se documento sobre noticias y sucesos que ocurrieron en la dirección que consiguió, y encontró una noticia sobre la desaparición de una joven de veintidós hace 7 meses. Sus familiares aún siguen buscándola, y las autoridades no encuentran ni una sola pista de su paradero.
No fue hasta cuatro meses después de que el administrador descubriera dicha información, cuando un nuevo post se abrió en el foro titulado “Gracias”. Cuando el administrador abrió el post, se encontró que solo contenía una foto en blanco y negro, en la que aparecía un salón destrozado, con una mesa partida por la mitad, la alfombra llena de astillas, cristales, porcelana y sangre… Entonces recordó el post de la chica desaparecida, se fijo en la parte del espejo partido tirado en el suelo, y vio allí algo. No era la chica de gris que describía la chica desaparecida, pero si que se veía borrosamente un chico, que sonreía macabramente y señalaba hacía al lector.
Al día siguiente la policía encontró el cadáver del administrador brutalmente golpeado y todo el piso destrozado. El post de “Gracias” desapareció de la red.
Desde que cumplí los dieciséis o los quince años, de vez en cuando tengo la misma pesadilla, que se repite exactamente igual una y otra vez.
Una pesadilla en la que me encuentro sola en una especie de edificio abandonado o en construcción, no lo sé muy bien, los recuerdos de mi pesadilla son algo borrosas. Dentro de ese edificio, oigo unos golpes muy lejanos, pero golpes bastante violentos: ”¡Pum! ¡Pum!” ,retumban con bastante eco por todo el edificio. Los golpes cada vez van sonando más cerca de mí ”¡Pum! ¡Pum!”, acercándose por los largos y lóbregos pasillos de dicho edificio que desconozco.
Es entonces cuando el terror me inunda y empiezo a correr por los pasillos del edificio buscando un escondite. Corro hasta que mi pasillo acaba en la puerta de un cuarto de baño aún sin finalizar. Acabó escondiéndome en una de las pilas separadas por maderas y cierro la puerta mientras oigo como los golpes violentos suenan más feroces y cada vez más cerca ”¡PUM! ¡PUM!”. Me agazapo encima de la taza del váter, procurando no dejarme ver por lo que sea que produzca esos golpes.
Finalmente los golpes llegan al cuarto de baño donde aterrorizada no hago ningún ruido, hasta que los golpes suenan tras la puerta de la pila donde estoy escondida ”¡PUM!¡PUM!”. La puerta tiembla en cada golpe, y yo entierro la cabeza entre mis piernas deseando que todo acabe, mientras los golpes suenan cada vez más fuertes y continuados “¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!”. Es entonces cuando la puerta parece apunto de ceder, que despierto temblorosa sudando en mi cama y chorreando sangre entre mis piernas y manchando las sabanas de sangre.
Cada vez que tengo esta pesadilla me baja la regla, trastornando incluso mi ciclo menstrual, pero no acaba aquí lo curioso de mi pesadilla. Lo curioso es que cada vez que tengo esta pesadilla en el transcurso de mi periodo menstrual surgido por dicha pesadilla, me siento perseguida y vigilada. Como si alguien estuviera observándome a cada paso y a cada momento. Al principio creí que era algo de las hormonas o del reciente recuerdo de la pesadilla. No le dí más importancia hasta la tercera o cuarta vez que conseguía ver por el rabillo del ojo y de manera muy fortuita a una chica. Cada vez que la veía estaba en clase, paseando por la calle o incluso sentada con amigos, siempre a lo lejos medio escondida y cuando quería fijarme mejor, desaparecía.
Era una chica joven, de mi edad más o menos y parecía vestir de color gris toda ella cada vez que la veía brevemente ya que nunca conseguí verla por periodo de tiempo prolongado para poder fijarme bien en ella, pero cada vez que aparecía, no podía dejar de temblar.
Cuando finalizaba mi ciclo menstrual, todo volvía a la normalidad, hasta que no se me repetía dicha pesadilla, a veces tardaba meses en soñar con ella a veces solo semanas.
Fue hace tres meses más o menos, que me encontraba ojeando el periódico, cuando leía la noticia sobre el asesinato de una familia entera en mi ciudad: el padre, la madre y dos niñas de diez y ocho años, en su piso. La familia fue brutalmente asesinada a golpes con un objeto contundente todavía sin poder identificar “una tubería de hierro” especulaba la policía. Pero no fue la noticia lo que llamó mi atención e hizo que una gota de sudor frío recorriera mi espalda y me hizo temblar. Fue una de las fotos en blanco y negro que ilustraba la noticia, en la que aparecía el cuarto de estar de esa familia destrozada; con la mesa partida por la mitad, la alfombra llena de astillas, trozos de cristal y de porcelana y con manchones de sangre, varios objetos destrozados por todo el suelo, las cortinas sueltas y desgarradas, y un espejo hecho trizas. Y fue cuando me fije en uno de los trozos de este cristal, específicamente uno que estaba en el suelo boca arriba, se reflejaba borrosamente la cara de una joven sonriendo, pero una sonrisa malvada que emanaba terror y que curiosamente me era familiar y señalaba con el dedo hacia el lector.
Dí un pequeño bote asustada cuando lo ví por primera vez, era la chica que veía fugazmente observándome a lo lejos cuando tenía la menstruación provocada por esa pesadilla. Estaba completamente segura de que era ella, de alguna forma lo sabía, al igual que sabía que era a mí a quien señalaba en la foto.
Ese mismo día, no quería dormir, tenía miedo de lo que pudiera soñar, me tome varios cafés, durante el día bebí un montón de refresco de cola, pero de nada sirvió, caí dormida y soñé.
En el sueño volvía estar en el lúgubre edificio abandonado o en construcción y volví a escuchar los golpes, “¡Pum! ¡Pum!”. Y todo el sueño se repitió igual. Más que no me desperté cuando la puerta finalmente cedió a los violentos golpes. La puerta cayó sobre mí, e inmediatamente fue retirada y me quede expuesta a lo que fuera que me perseguía. Mire muerta de miedo a quien o a lo que había delante de mi. Era la joven de gris, con un pequeño vestido negro grisáceo de tirantes y descalza, su piel era gris y su pelo negro y bien cuidado. Pero cuando mire a su cara me quede petrificada, su rostro era exactamente como el mío, mis mismos rasgos faciales, era como verme en un espejo terrorífico y sin color. Ella estaba enfrente de mi, observándome con esa siniestra sonrisa y llevaba en una mano, una especie de porra blanca que parecía hecha de huesos. En ese momento me di cuenta de que estaba completamente desnuda y fue entonces cuando ella se agacho acercándose a mí, y yo inmovilizada del terror no se lo impedía. Me separó las piernas y hundió su cabeza entre ellas, fue cuando la note pegada a mi vagina cuando desperté. Pero esta vez no me había bajado la regla. Estaba aterrorizada, sudando y pálida y notaba pinchazos en mi vagina.
Desde entonces no he vuelto a ver a la joven gris idéntica a mí, y llevo tres meses de retraso con mi menstruación. No me atrevo hacer la prueba de embarazo, y estoy muy asustada de lo que pueda ocurrir. Si alguien tiene la menor idea de lo que me ocurre, o si alguna ha tenido la misma experiencia por favor contármela, estoy muy asustada.”
El post tuvo varios comentarios, pero la autora de dicho post nunca más volvió a postear nada, ni siquiera se la detectaba online a ninguna hora en dicha web. Uno de los administradores de dicho foro, por curiosidad rastreóla I.Pde donde fue enviado el post. Consiguió dar con la dirección y efectivamente era de Bilbao de una zona residencial. El administrador se documento sobre noticias y sucesos que ocurrieron en la dirección que consiguió, y encontró una noticia sobre la desaparición de una joven de veintidós hace 7 meses. Sus familiares aún siguen buscándola, y las autoridades no encuentran ni una sola pista de su paradero.
No fue hasta cuatro meses después de que el administrador descubriera dicha información, cuando un nuevo post se abrió en el foro titulado “Gracias”. Cuando el administrador abrió el post, se encontró que solo contenía una foto en blanco y negro, en la que aparecía un salón destrozado, con una mesa partida por la mitad, la alfombra llena de astillas, cristales, porcelana y sangre… Entonces recordó el post de la chica desaparecida, se fijo en la parte del espejo partido tirado en el suelo, y vio allí algo. No era la chica de gris que describía la chica desaparecida, pero si que se veía borrosamente un chico, que sonreía macabramente y señalaba hacía al lector.
Al día siguiente la policía encontró el cadáver del administrador brutalmente golpeado y todo el piso destrozado. El post de “Gracias” desapareció de la red.
lunes, 13 de enero de 2014
Código Morse
Al menos hasta donde me daba cuenta, nunca había tenido experiencias sobrenaturales, ni paranormales, ni siquiera coincidencias sospechosas, nada; todo seguía su ritmo natural y completamente explicable. Era un fiel católico y servía en mi parroquia local, así que en cierta parte, estaba dentro de mis creencias la probabilidad de que aquí, en este momento, demonios y criaturas del Infierno estuvieran haciendo de las suyas; pero era esa misma doctrina la que me decía que Dios nos protegía de las intenciones de esas bestias.
Dicho esto, dejo claro que lo que les voy a contar es una situación desconocida para mí. Nunca me imaginé que yo estuviera platicando esto, fue un golpe duro a mi escepticismo.
Vivo en Ciudad Juárez. Para los que no frecuentan las noticias, mi ciudad alguna vez fue la más violenta del mundo, incluso por encima de las zonas de guerra del Medio Oriente. En el apogeo de las matanzas y secuestros, mis padres no me dejaban salir mucho, nada de fiestas, ni antros, ni andarme solo en el coche por la noche. Pasaba mucho tiempo en mi casa.
Mi hogar es un complejo de dos pisos, construido sobre 160 metros cuadrados de suelo; no es muy grande, pero es un buen lugar para vivir. Cuando llego de la escuela la casa está sola y la comida está hecha. Me pongo a almorzar en la mesa y cuando me dan las tres de la tarde, subo a mi cuarto a dormir un rato (por un rato me refiero a casi un periodo de hibernación para un oso salvaje).
En mi casa, el techo “hace ruido”. Es muy fuerte como para ser pisadas de algún ave, parece como piedras de regular tamaño que llueven sobre mi techo. Siempre he pensado que son los ductos de ventilación comprimiéndose por el frío o expandiéndose por el calor. Estos sonidos son más regulares durante el día, y más cuando voy a tomar una siesta, pero nunca les había dado importancia.
Hace poco en la iglesia me enseñaron el código morse, nos trajeron un ciego moribundo que no sabía leer braille, pero sabía el código morse, entonces para comunicarnos con él a algunos miembros de la comunidad nos encargaron aprender el código. Este hombre se comunicaba a través de las vibraciones que producían los golpes empleados en dicha codificación, nuestro objetivo era enseñarle la palabra de Dios en este lenguaje. Dicen que es muy difícil de aprender; suponiendo que todos empezarían por dominar el abecedario, yo quise empezar por los números.
Los números constan de dos golpes, existe el golpe largo y el golpe corto. Realmente, a diferencia de lo que nos dijeron, fue muy sencillo aprenderme la numeración en código morse.
Ya que estaba de vacaciones, pasaba todavía más tiempo en casa y tomaba siestas regularmente. Estaba acostado en mi cama, preparado para descansar un rato, cuando el techo comenzó a hacer ruidos. Fueron cerca de treinta golpes seguidos cada cinco minutos, pero cuando les presté atención más detenidamente, me percaté de que era código morse.
Todos eran números, el primero era 1, luego 2, después 0, después 1, 2, 0, 1, 2.
¿12012012? ¿Qué podía significar eso? Me temo que no creía que se tratara de algo sobrenatural, simplemente el techo haciendo ruidos. Me levanté de mi siesta y mi hermana y mi mamá ya habían llegado a la casa. Tengo una buena relación con toda mi familia, somos muy unidos, no le hacemos daño a nadie. Regularmente llevamos despensa a la iglesia para que la distribuyan a las comunidades menos privilegiadas, somos buenas personas.
Como ya dije, estaba de vacaciones, así que me iba a acostar hasta tarde. Todos ya estaban dormidos pero yo estaba jugando Starcraft en mi computadora, hasta que de repente escuché un golpeteo en el techo. Lo escuché atentamente por un rato y se trataba de otra secuencia de treinta golpes, de nuevo eran números en código morse: 1, 8, 0, 4, 2, 0, 1, 2.
¿Sería otra magnífica coincidencia? Mi escepticismo no me permitió pensar más allá.
Cuando me fui a dormir, algo me levantó a la mitad de la noche; se me hizo completamente fuera de lugar porque yo tengo un sueño constante ininterrumpido. Bajé al primer piso a tomar agua y sucedió algo extraño, parecía que algo estaba dentro de mi refrigerador y quería salir. Golpeaba la puerta ligeramente, conté los golpes, eran treinta, y de nuevo en clave morse. Mandaban este mensaje: 1, 3, 1, 1, 2, 0, 1, 2.
13112012… Para este punto seguía pensando, bueno, quería seguir pensando que todo era por azares del destino, efectos acústicos perfectamente explicables, a los cuales no debía de temer. Conservé la calma y me dije a mí mismo la célebre frase de Santa Teresa de Jesús, la cual me sé de memoria desde niño: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta”.
Abrí la puerta de mi refrigerador lentamente, tal vez algún animal se escabulló dentro. Sólo con abrir un poco la puerta se filtró un aroma desde el interior del aparato que casi me revienta los vasos sanguíneos nasales; era como carne podrida, quemada, como la de un animal muerto. Revisé todos los recipientes en donde mi mama guardaba comida y todo estaba en perfecto estado. Estaba seguro de que la procedencia del olor no podía ser otra que el refrigerador, pero no encontré nada.
Cerré el refrigerador y me percaté de que la estufa estaba encendida. El fuerte olor a gas penetró mi olfato, no tenía ni la menor idea de cuánto tiempo estuvo encendida, pero cuando bajé al primer piso no percibí el olor a gas. Lo apagué sin hacerme más preguntas.
Un poco confundido regresé a mi cuarto, y por alguna razón, mi computadora estaba prendida, cuando estaba completamente seguro de que la había apagado. Ya no podía engañarme más, algo fuera de lo normal estaba sucediendo dentro de mi casa. Simplemente me encomendé a Dios y recé unas cuantas Ave Marias, lo que me tranquilizó un poco, pero de igual manera sentía miedo, mucho miedo, no podía creer que esas cosas pudieran sucederle a personas como yo, tan devotas a su fe.
Google Chrome estaba abierto, con tres páginas diferentes en las pestañas. Eran notas de periódico virtuales. La fecha de la primera nota era el 12 de enero del 2012… 12012012, entendí por dónde iba todo. La nota hablaba de un hombre que mató a su familia asfixiándola con gas. Cuando llegó la policía, los cuerpos tenían casi tres semanas en descomposición, apestaban y las moscas sobrevolaban las bolsas en los que estaban envueltos. Dicho asesino se suicidó después de cometer el crimen.
Éste es el link de la página:
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/hombre-mata-a-su-familia-y-se-suicida-con-gas
La segunda nota estaba fechada el 18 de abril del 2012, de nuevo coincidiendo con la combinación de números que me fue dada “mágicamente”. Esta vez, la nota expresaba cómo un hombre mató a su esposa y a su hija de dos años de edad, les había disparado.
Y éste es su respectivo link:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=827503
La tercera página ya no fue una sorpresa para mí, estaba fechada el 13 de noviembre del 2012. Otro padre de familia que mató a sus dos hijos, de 9 y 6 años de edad, y luego mató a su esposa y se suicidó.
Por último, su link:
http://www.oem.com.mx/elsoldepuebla/notas/n2769728.htm
¿Qué tenía que ver esto conmigo? ¿Por qué me estaba pasando a mí? ¿Por qué? Porque de hecho…
Estaba a punto de apagar la computadora, cuando ésta empezó a realizar una serie de sonidos tipo 8-bit, en código morse. Iban muy rápido, así que busqué en Google algún traductor de código morse para apoyarme. El mensaje se repetía una y otra vez, iba anotando los números en la página y cuando terminé, reproducí el mensaje en código morse; era el mismo que mi computadora hacía, y decía estos números: 1, 6, 0, 9, 2, 0, 1, 3.
16 de septiembre del 2013, eso era lo que quería decir. ¿Será que algo pasará ese día? No soy Nostradamus, ni cualquier otro profeta, pero esto me tenía muy asustado, no entendía cómo ni por qué, por qué tenía que ser yo el que pasara por esto y no otra persona, yo que nunca había creído en sucesos así…
Quedé realmente espantado. Me sentía tan protegido de lo paranormal, invulnerable, podía andar por ahí libremente sabiendo que nunca nada me pasaría; pero ahora soy parte de aquellos que juran haber tenido una experiencia sobrenatural. Tengo miedo, más de estos eventos podrían seguirme sucediendo. Perdí esa confianza que depositaba en la protección divina de Dios, ahora simplemente estoy solo.
Dicho esto, dejo claro que lo que les voy a contar es una situación desconocida para mí. Nunca me imaginé que yo estuviera platicando esto, fue un golpe duro a mi escepticismo.
Vivo en Ciudad Juárez. Para los que no frecuentan las noticias, mi ciudad alguna vez fue la más violenta del mundo, incluso por encima de las zonas de guerra del Medio Oriente. En el apogeo de las matanzas y secuestros, mis padres no me dejaban salir mucho, nada de fiestas, ni antros, ni andarme solo en el coche por la noche. Pasaba mucho tiempo en mi casa.
Mi hogar es un complejo de dos pisos, construido sobre 160 metros cuadrados de suelo; no es muy grande, pero es un buen lugar para vivir. Cuando llego de la escuela la casa está sola y la comida está hecha. Me pongo a almorzar en la mesa y cuando me dan las tres de la tarde, subo a mi cuarto a dormir un rato (por un rato me refiero a casi un periodo de hibernación para un oso salvaje).
En mi casa, el techo “hace ruido”. Es muy fuerte como para ser pisadas de algún ave, parece como piedras de regular tamaño que llueven sobre mi techo. Siempre he pensado que son los ductos de ventilación comprimiéndose por el frío o expandiéndose por el calor. Estos sonidos son más regulares durante el día, y más cuando voy a tomar una siesta, pero nunca les había dado importancia.
Hace poco en la iglesia me enseñaron el código morse, nos trajeron un ciego moribundo que no sabía leer braille, pero sabía el código morse, entonces para comunicarnos con él a algunos miembros de la comunidad nos encargaron aprender el código. Este hombre se comunicaba a través de las vibraciones que producían los golpes empleados en dicha codificación, nuestro objetivo era enseñarle la palabra de Dios en este lenguaje. Dicen que es muy difícil de aprender; suponiendo que todos empezarían por dominar el abecedario, yo quise empezar por los números.
Los números constan de dos golpes, existe el golpe largo y el golpe corto. Realmente, a diferencia de lo que nos dijeron, fue muy sencillo aprenderme la numeración en código morse.
Ya que estaba de vacaciones, pasaba todavía más tiempo en casa y tomaba siestas regularmente. Estaba acostado en mi cama, preparado para descansar un rato, cuando el techo comenzó a hacer ruidos. Fueron cerca de treinta golpes seguidos cada cinco minutos, pero cuando les presté atención más detenidamente, me percaté de que era código morse.
Todos eran números, el primero era 1, luego 2, después 0, después 1, 2, 0, 1, 2.
¿12012012? ¿Qué podía significar eso? Me temo que no creía que se tratara de algo sobrenatural, simplemente el techo haciendo ruidos. Me levanté de mi siesta y mi hermana y mi mamá ya habían llegado a la casa. Tengo una buena relación con toda mi familia, somos muy unidos, no le hacemos daño a nadie. Regularmente llevamos despensa a la iglesia para que la distribuyan a las comunidades menos privilegiadas, somos buenas personas.
Como ya dije, estaba de vacaciones, así que me iba a acostar hasta tarde. Todos ya estaban dormidos pero yo estaba jugando Starcraft en mi computadora, hasta que de repente escuché un golpeteo en el techo. Lo escuché atentamente por un rato y se trataba de otra secuencia de treinta golpes, de nuevo eran números en código morse: 1, 8, 0, 4, 2, 0, 1, 2.
¿Sería otra magnífica coincidencia? Mi escepticismo no me permitió pensar más allá.
Cuando me fui a dormir, algo me levantó a la mitad de la noche; se me hizo completamente fuera de lugar porque yo tengo un sueño constante ininterrumpido. Bajé al primer piso a tomar agua y sucedió algo extraño, parecía que algo estaba dentro de mi refrigerador y quería salir. Golpeaba la puerta ligeramente, conté los golpes, eran treinta, y de nuevo en clave morse. Mandaban este mensaje: 1, 3, 1, 1, 2, 0, 1, 2.
13112012… Para este punto seguía pensando, bueno, quería seguir pensando que todo era por azares del destino, efectos acústicos perfectamente explicables, a los cuales no debía de temer. Conservé la calma y me dije a mí mismo la célebre frase de Santa Teresa de Jesús, la cual me sé de memoria desde niño: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta”.
Abrí la puerta de mi refrigerador lentamente, tal vez algún animal se escabulló dentro. Sólo con abrir un poco la puerta se filtró un aroma desde el interior del aparato que casi me revienta los vasos sanguíneos nasales; era como carne podrida, quemada, como la de un animal muerto. Revisé todos los recipientes en donde mi mama guardaba comida y todo estaba en perfecto estado. Estaba seguro de que la procedencia del olor no podía ser otra que el refrigerador, pero no encontré nada.
Cerré el refrigerador y me percaté de que la estufa estaba encendida. El fuerte olor a gas penetró mi olfato, no tenía ni la menor idea de cuánto tiempo estuvo encendida, pero cuando bajé al primer piso no percibí el olor a gas. Lo apagué sin hacerme más preguntas.
Un poco confundido regresé a mi cuarto, y por alguna razón, mi computadora estaba prendida, cuando estaba completamente seguro de que la había apagado. Ya no podía engañarme más, algo fuera de lo normal estaba sucediendo dentro de mi casa. Simplemente me encomendé a Dios y recé unas cuantas Ave Marias, lo que me tranquilizó un poco, pero de igual manera sentía miedo, mucho miedo, no podía creer que esas cosas pudieran sucederle a personas como yo, tan devotas a su fe.
Google Chrome estaba abierto, con tres páginas diferentes en las pestañas. Eran notas de periódico virtuales. La fecha de la primera nota era el 12 de enero del 2012… 12012012, entendí por dónde iba todo. La nota hablaba de un hombre que mató a su familia asfixiándola con gas. Cuando llegó la policía, los cuerpos tenían casi tres semanas en descomposición, apestaban y las moscas sobrevolaban las bolsas en los que estaban envueltos. Dicho asesino se suicidó después de cometer el crimen.
Éste es el link de la página:
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/hombre-mata-a-su-familia-y-se-suicida-con-gas
La segunda nota estaba fechada el 18 de abril del 2012, de nuevo coincidiendo con la combinación de números que me fue dada “mágicamente”. Esta vez, la nota expresaba cómo un hombre mató a su esposa y a su hija de dos años de edad, les había disparado.
Y éste es su respectivo link:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=827503
La tercera página ya no fue una sorpresa para mí, estaba fechada el 13 de noviembre del 2012. Otro padre de familia que mató a sus dos hijos, de 9 y 6 años de edad, y luego mató a su esposa y se suicidó.
Por último, su link:
http://www.oem.com.mx/elsoldepuebla/notas/n2769728.htm
¿Qué tenía que ver esto conmigo? ¿Por qué me estaba pasando a mí? ¿Por qué? Porque de hecho…
Estaba a punto de apagar la computadora, cuando ésta empezó a realizar una serie de sonidos tipo 8-bit, en código morse. Iban muy rápido, así que busqué en Google algún traductor de código morse para apoyarme. El mensaje se repetía una y otra vez, iba anotando los números en la página y cuando terminé, reproducí el mensaje en código morse; era el mismo que mi computadora hacía, y decía estos números: 1, 6, 0, 9, 2, 0, 1, 3.
16 de septiembre del 2013, eso era lo que quería decir. ¿Será que algo pasará ese día? No soy Nostradamus, ni cualquier otro profeta, pero esto me tenía muy asustado, no entendía cómo ni por qué, por qué tenía que ser yo el que pasara por esto y no otra persona, yo que nunca había creído en sucesos así…
Quedé realmente espantado. Me sentía tan protegido de lo paranormal, invulnerable, podía andar por ahí libremente sabiendo que nunca nada me pasaría; pero ahora soy parte de aquellos que juran haber tenido una experiencia sobrenatural. Tengo miedo, más de estos eventos podrían seguirme sucediendo. Perdí esa confianza que depositaba en la protección divina de Dios, ahora simplemente estoy solo.
No hay lugar como el hogar
Aquellas personas, los ignorantes. Ignorancia, ¡una enfermedad!
Todas los chicos de mi escuela son exactamente iguales, todos desean ropas costosas y están dispuestos a hacer pagar a sus padres precios ridículos, en el caso de las chicas, por diminutos pedazos de tela que apenas cubren lo suficiente para que no las multen por exhibicionismo, por los cuales pasan días sin dejar que una sola migaja pase por sus labios sólo para que las delgadas cuerdas de un pedazo de tela se ciñan a sus torsos y no se suelten.
Pues bien, yo soy diferente lo que me ha llevado a una leve marginación social que me sorprende sea tan poca. Aunque, claro, todas esas zorras semi desnudas no pueden evitar criticarme a causa de mi aspecto raro y descuidado: ropa ancha, grande y gastada, no me peino mucho y uso poco maquillaje, además cabe decir que aun en contra de lo que dice mi madre compro la ropa en tiendas de segunda mano.
Pero poco a poco sus palabras ignorantes me hicieron estallar, fue su culpa, me tentaron, no las obligué a despertar a Milla, mi faceta asesina dentro de mi pequeño desorden de personalidades fracturadas.
No hay lugar como el hogar.
-Sólo quieres parecer mala-dijo una zorra con voz ridículamente burlona, un intento de parecer superior-. Pero no eres capaz con nadie.
Me quedé en silencio y sonreí, de verdad me causaba gracia. Empecé a reírme como loca, ¡era hilarante! Ellas me miraron demostrando que pensaban que era anormalmente rara.
-¿Ahora que le pasa a esta friki?-dijo una de ellas con las manos cruzadas y disimuladamente hacía esfuerzos sobrehumanos para que su diminuto pecho izquierdo no se saliera de la apretada blusa que se había puesto con el objetivo de verse seductora. Sólo era una niña jugando a ser prostituta.
Yo seguía riendo a más no poder. Pero finalmente me repuse. Saqué una navaja de mi bolsillo y le corté la blusa a la chica cuyos pechos estaban a punto de salirse de la tela, un corte y un jalón tan fuerte que le solté el sujetador y sus pechos quedaron al descubierto con una ligera marca de corte que le acababa de hacer. Todos la miraban, pero posaron su vista en el sujetador relleno de papel higiénico.
-¿Divertido? Mátalos-dije en voz alta.
Corrí hacia mi bolso y saqué un bidón de gasolina, lo regué con rapidez en el salón de clase mientras corría, y al llegar a la puerta encendí con agilidad un cerillo y un encendedor y todo se prendió fuego. Cerré la puerta y corrí a la mesa de la mujer que se encargaba de cerrar y abrir los salones de clase. No había nadie, fue rápido, agarré las llaves y de forma acelerada trabé la puerta del salón en llamas. No había escapatoria, era un segundo piso y esa habitación sólo tenía una ventana llena de barrotes tan cerca el uno del otro que ni una modelo que se mata de hambre pasaría por allí. Con el bidón recorrí el pasillo dejando hojas sobre la gasolina derramada frente a cada puerta de los salones de clase. No los mataría, pero al menos serían presas del pánico. Trababa las puertas y finalmente le prendí fuego a las hojas empapadas en gasolina que se encendieron de forma rápida, tanto que hasta me quemé levemente en la pierna. Corrí de nuevo a la puerta más grande que había allí y la cerré con llave. Hice lo mismo con las otras tres salidas.
Ya afuera, me detuve frente a la ventana de mi salón de clase, en el que mis compañeros de clase hacían de todo por evitar las llamas y estaban amontonados como hamsters en la ventana gritando. Yo, empapada en sudor por la adrenalina y por haber corrido tanto, comencé a reírme de ellos.
-¡Yo soy inofensiva, Incapaz de herir a alguien!-grité desde abajo en medio de risas hacia ellos. Encendí un cigarrillo que la había robado a uno de los chicos de la clase y expulsé el humo con mueca burlona-. ¿Ya son suficientemente ardientes, chicas?
Me reí y me fui del lugar mientras fumaba. Para evitar problemas me fui por un lugar poco usado. Tuve que escalar de forma complicada una malla metálica, pero lo valía. Entré a casa en silencio, quemé en el sótano todo lo de ese día. Si alguien preguntaba, yo me había quedado el día en cama por enfermedad.
Todas los chicos de mi escuela son exactamente iguales, todos desean ropas costosas y están dispuestos a hacer pagar a sus padres precios ridículos, en el caso de las chicas, por diminutos pedazos de tela que apenas cubren lo suficiente para que no las multen por exhibicionismo, por los cuales pasan días sin dejar que una sola migaja pase por sus labios sólo para que las delgadas cuerdas de un pedazo de tela se ciñan a sus torsos y no se suelten.
Pues bien, yo soy diferente lo que me ha llevado a una leve marginación social que me sorprende sea tan poca. Aunque, claro, todas esas zorras semi desnudas no pueden evitar criticarme a causa de mi aspecto raro y descuidado: ropa ancha, grande y gastada, no me peino mucho y uso poco maquillaje, además cabe decir que aun en contra de lo que dice mi madre compro la ropa en tiendas de segunda mano.
Pero poco a poco sus palabras ignorantes me hicieron estallar, fue su culpa, me tentaron, no las obligué a despertar a Milla, mi faceta asesina dentro de mi pequeño desorden de personalidades fracturadas.
No hay lugar como el hogar.
-Sólo quieres parecer mala-dijo una zorra con voz ridículamente burlona, un intento de parecer superior-. Pero no eres capaz con nadie.
Me quedé en silencio y sonreí, de verdad me causaba gracia. Empecé a reírme como loca, ¡era hilarante! Ellas me miraron demostrando que pensaban que era anormalmente rara.
-¿Ahora que le pasa a esta friki?-dijo una de ellas con las manos cruzadas y disimuladamente hacía esfuerzos sobrehumanos para que su diminuto pecho izquierdo no se saliera de la apretada blusa que se había puesto con el objetivo de verse seductora. Sólo era una niña jugando a ser prostituta.
Yo seguía riendo a más no poder. Pero finalmente me repuse. Saqué una navaja de mi bolsillo y le corté la blusa a la chica cuyos pechos estaban a punto de salirse de la tela, un corte y un jalón tan fuerte que le solté el sujetador y sus pechos quedaron al descubierto con una ligera marca de corte que le acababa de hacer. Todos la miraban, pero posaron su vista en el sujetador relleno de papel higiénico.
-¿Divertido? Mátalos-dije en voz alta.
Corrí hacia mi bolso y saqué un bidón de gasolina, lo regué con rapidez en el salón de clase mientras corría, y al llegar a la puerta encendí con agilidad un cerillo y un encendedor y todo se prendió fuego. Cerré la puerta y corrí a la mesa de la mujer que se encargaba de cerrar y abrir los salones de clase. No había nadie, fue rápido, agarré las llaves y de forma acelerada trabé la puerta del salón en llamas. No había escapatoria, era un segundo piso y esa habitación sólo tenía una ventana llena de barrotes tan cerca el uno del otro que ni una modelo que se mata de hambre pasaría por allí. Con el bidón recorrí el pasillo dejando hojas sobre la gasolina derramada frente a cada puerta de los salones de clase. No los mataría, pero al menos serían presas del pánico. Trababa las puertas y finalmente le prendí fuego a las hojas empapadas en gasolina que se encendieron de forma rápida, tanto que hasta me quemé levemente en la pierna. Corrí de nuevo a la puerta más grande que había allí y la cerré con llave. Hice lo mismo con las otras tres salidas.
Ya afuera, me detuve frente a la ventana de mi salón de clase, en el que mis compañeros de clase hacían de todo por evitar las llamas y estaban amontonados como hamsters en la ventana gritando. Yo, empapada en sudor por la adrenalina y por haber corrido tanto, comencé a reírme de ellos.
-¡Yo soy inofensiva, Incapaz de herir a alguien!-grité desde abajo en medio de risas hacia ellos. Encendí un cigarrillo que la había robado a uno de los chicos de la clase y expulsé el humo con mueca burlona-. ¿Ya son suficientemente ardientes, chicas?
Me reí y me fui del lugar mientras fumaba. Para evitar problemas me fui por un lugar poco usado. Tuve que escalar de forma complicada una malla metálica, pero lo valía. Entré a casa en silencio, quemé en el sótano todo lo de ese día. Si alguien preguntaba, yo me había quedado el día en cama por enfermedad.
Quizás no pasa nada…
Aquí estoy, encerrado en el baño. Por suerte, el interruptor está puesto por dentro, así que lo controlo yo. El cerrojo está echado, y he empotrado el mueble en el que guardamos los objetos de higiene contra la puerta. No le quito ojo al pestillo, ni al interruptor. Bueno, es fácil, este baño es muy pequeño, apenas tendrá un par de metros cuadrados. Tampoco pierdo de vista el espejo. En él me veo, por ahora, solamente yo. Desde el váter en el que estoy sentado, en el rincón del cuarto, intento verlo todo a la vez.
Suena un golpe contra la puerta, y pego un salto, pero no grito. Sólo compruebo el pestillo, luego el mueble y después el espejo. No tengo a mano nada con que defenderme. Sólo un pestillo y un mueble impiden que la puerta se abra, y no quiero que se abra. Podría cantar una nana para tranquilizarme, pero no quiero que me escuchen. A lo mejor si no digo nada, no pasa nada. A lo mejor si cierro los ojos… No, mejor no los cierro, ¿y si los cierro y cuando los abra no hay luz? ¿Y si cuando los abro hay algo en el espejo? ¿Y si cuando los abro veo unos ojos que no son los míos?
Suena otro golpe. De puño, de zarpa, por accidente, grabado en una grabadora, en mi cabeza, al otro lado de la puerta, desde afuera, desde adentro. Ahí afuera las luces están apagadas, no se puede ver nada. Y no se oye nada. ¿Hay alguien? ¿Hay algo? Me lo imagino como un inmenso espacio negro. Sí, el cuarto del baño ha caído en un océano sin luz, y está flotando en la nada. Y ahora recuerdo esa historia, la historia de terror más corta del mundo:
“Estaba el último hombre de la Tierra en una habitación y llamaron a la puerta”.
La mía la aporrean. Ahora que lo pienso, si no hay nada afuera ¿por qué aún tengo luz? ¿Y si estoy muerto? O esto es una pesadilla y estoy seguro en mi cama. ¿Y si es la pesadilla de otra persona? ¿Soy real?
El tercer golpe. Después una tanda de tres golpes seguidos. Llaman al móvil. Lo cojo; número desconocido. Acepto la llamada y lo acerco a mi oído. Susurro muy bajo, preguntando quién llama. Nadie contesta, pero puedo oír de fondo algo chirriando. Cuelgo, no debería haber contestado. Dejo el móvil. Después se me ocurre coger el móvil de nuevo, para llamar a alguien.
No está. Lo dejé ahí pero ya no está. ¿Fue real la llamada? ¿Tengo un móvil? Si lo tuve, si estaba ahí, si ahí lo dejé y no lo volví a cambiar de sitio, ¿en dónde está? ¿Quién lo ha cogido si aquí estoy yo solo? ¿Mi reflejo? Debería romper el espejo. Aunque si hay algo afuera, oiría el ruido. ¿Y si me han llamado desde afuera para saber qué hago aquí adentro? Ya no llaman más. Quizás ya no pasa nada. O a lo mejor sí pasa y sólo debo de salir para comprobarlo. Pero no quiero ver nada de afuera. Miro al espejo de nuevo.
Mi reflejo se pasa un dedo por el cuello.
Suena un golpe contra la puerta, y pego un salto, pero no grito. Sólo compruebo el pestillo, luego el mueble y después el espejo. No tengo a mano nada con que defenderme. Sólo un pestillo y un mueble impiden que la puerta se abra, y no quiero que se abra. Podría cantar una nana para tranquilizarme, pero no quiero que me escuchen. A lo mejor si no digo nada, no pasa nada. A lo mejor si cierro los ojos… No, mejor no los cierro, ¿y si los cierro y cuando los abra no hay luz? ¿Y si cuando los abro hay algo en el espejo? ¿Y si cuando los abro veo unos ojos que no son los míos?
Suena otro golpe. De puño, de zarpa, por accidente, grabado en una grabadora, en mi cabeza, al otro lado de la puerta, desde afuera, desde adentro. Ahí afuera las luces están apagadas, no se puede ver nada. Y no se oye nada. ¿Hay alguien? ¿Hay algo? Me lo imagino como un inmenso espacio negro. Sí, el cuarto del baño ha caído en un océano sin luz, y está flotando en la nada. Y ahora recuerdo esa historia, la historia de terror más corta del mundo:
“Estaba el último hombre de la Tierra en una habitación y llamaron a la puerta”.
La mía la aporrean. Ahora que lo pienso, si no hay nada afuera ¿por qué aún tengo luz? ¿Y si estoy muerto? O esto es una pesadilla y estoy seguro en mi cama. ¿Y si es la pesadilla de otra persona? ¿Soy real?
El tercer golpe. Después una tanda de tres golpes seguidos. Llaman al móvil. Lo cojo; número desconocido. Acepto la llamada y lo acerco a mi oído. Susurro muy bajo, preguntando quién llama. Nadie contesta, pero puedo oír de fondo algo chirriando. Cuelgo, no debería haber contestado. Dejo el móvil. Después se me ocurre coger el móvil de nuevo, para llamar a alguien.
No está. Lo dejé ahí pero ya no está. ¿Fue real la llamada? ¿Tengo un móvil? Si lo tuve, si estaba ahí, si ahí lo dejé y no lo volví a cambiar de sitio, ¿en dónde está? ¿Quién lo ha cogido si aquí estoy yo solo? ¿Mi reflejo? Debería romper el espejo. Aunque si hay algo afuera, oiría el ruido. ¿Y si me han llamado desde afuera para saber qué hago aquí adentro? Ya no llaman más. Quizás ya no pasa nada. O a lo mejor sí pasa y sólo debo de salir para comprobarlo. Pero no quiero ver nada de afuera. Miro al espejo de nuevo.
Mi reflejo se pasa un dedo por el cuello.
viernes, 10 de enero de 2014
La feria del Diablo
La gente se paseaba tranquilamente por la feria. Escudriñando los tenderetes, observando las atracciones. Los más pequeños disfrutaban con ellas, y los no tan pequeños también. Móra La Nova es la ciudad donde se celebraba dicha feria. Cada año se llenaban tres calles enteras con atracciones y tenderetes. El poli deportivo era inundado con tiendas de todo tipo. La escuela servía de concesionario improvisado. Todo el mundo salía a divertirse:
El muchacho que en la máquina del gancho intentaba cogerse un reloj mientras hacía creer a su novia que intentaba conseguirle el osito de peluche…
El chico que se compraba petardos y los lanzaba en medio de la calle asustando a la gente… El abuelo que paseaba nostálgico recordando el día en que nació la feria. Probablemente habría miles de historias que contar. Dignas de rellenar un buen libro repleto de cotilleos y curiosidades. Los chicos gamberros no se quedaban atrás, pues también rondaban por la feria. No obstante, lo que empezó como un juego para un chiquillo, terminó con la muerte de todos los asistentes a la feria.
Alfonso reía bajo la ventana. Su calle estaba inundada por la feria, y Alfonso lo aprovechó para sus travesuras. Corría un día de sol intenso que se adhería a los ropajes de la gente. El suelo, como de costumbre, estaba lleno de papeles, propagandas y basura en general. La multitud pasaba por debajo de los perturbados ojos de Alfonso sin verlo. ¡pam! Se oyó. Una bolita diminuta de color blanco como la leche salió disparada de una ventana. Se desplazó por los aires en línea oblicua hasta que impactó a toda velocidad contra las gafas de un anciano solitario. La bolita le dio en el reborde que sujetaba el cristal y éste dio un saltito despojándose de las gafas. Cayó al suelo agrietándose al instante.
El anciano notó algo, como si le tiraran una piedrecilla, pero no le dio más importancia. Recogió el cristal agrietado y siguió caminando solitario. Agachado debajo de la ventana, Alfonso reía con una mueca cruel en sus labios. Sus ojos mostraban unas diminutas venas de sangre que se extendían por las pupilas, el lirio reflejaba un volcán en su interior. Alfonso se hartó. Llevaba media hora usando la pistola y mucha gente había sido herida. Pero sentía ansias de hacer más daño. La pistola con balas de plástico le parecía un juego de niños.
— Ellos, jajaja —rió jocoso— tengo que... hacer… algo ¿yo? Si claro que sí, jajaja. Bajó. Bajó al piso de abajo. Se encaminó hacia la cocina. La escrutó al completo. Abrió un armario de vidrio, su madre era una adicta al vidrio podría decirse.
Coleccionaba hasta calcetines de cristal. Sacó vasos y más vasos del armario. Los subió arriba, abrió la puerta de la terraza y posó los vasos en el suelo. Cuando tuvo bastantes vasos dejó el armario cerrado y volvió a subir.
— Yo… no puedo hacerlo. No puedo.
Alfonso se convulsionó unos segundos y paró de repente. Erguido y con el rostro apaciguado sus ojos habían perdido la rojez de las pupilas y el lirio. Ahora eran los globos blancos de sus ojos los que enrojecían, estaban inyectados en sangre. Su aspecto transmitía un aspecto de demente y psicópata. Agarró un vaso y lo lanzó vertical con toda su fuerza. El vaso voló hasta confundirse con el sol. Una estrellita reluciente se reflejó mientras caía a velocidad estrepitosa. Cayó contra el suelo y estalló en mil pedazos, los cristales salieron dispersos en un radio de 15 metros. Cristales que se hundieron en la carne de chicos y chicas cortándoles el rostro, las piernas, los brazos y todo lo que se les puso por delante.
— Jua jua jua —emitió una carcajada que los heridos lo oyeron. Se estremecieron todos. Alfonso agarró con tanta fuerza otro vaso que le explotó en la mano. Los vidrios se le clavaron e incrustaron en la mano. La sangre chorreó con rapidez ensuciando el suelo. No le importó. Cogió otro vaso, esta vez no estalló. Se agachó para impulsarse hacia arriba. Dio un salto magistral a la vez que el vaso se le escapaba de las manos a una gran velocidad. Iba mucho más rápido que el anterior y dio en el blanco. El vaso explotó contra un policía. Le atravesó la gorra que llevaba posada con delicadeza y llegó a su cabeza. Allí estalló en mil pedazos. Varios de ellos se clavaron en el cráneo del policía. Los trozos restantes desgarraron la cara de miles de personas que aún seguían en el mismo lugar. La gente comenzó a correr espantada, con el pánico haciendo palpitar su corazón a diez mil por hora. Los humanos corrían. Se pisaban, caían unos encima de otros. Los niños lloraban, las madres gritaban. Los que caían eran aplastados por los pasos histéricos de las demás personas. Una ola humana intentaba huir.
— No, no señor, no lo permitiré - La terraza le escondía por una pared que se erguía un metro por encima de su cabeza. Detrás de la pared un tejado se extendía un par de metros. Alfonso no lo pensó. —Es verdad - Saltó agarrándose a lo alto de la pared. Hizo fuerza, desgarrándose los pantalones y la ropa hasta que al fin consiguió subir al tejado.— ¡Maldita sea! ¡Los vasos! Extendió la mano. Movió los dedos invitando a que los vasos vinieran con él. Uno de ellos le hizo caso y se acercó hasta caer al tejado junto a su lado. Se aferró a él y se lo apretujó contra su pecho.— No lo harán - Se levantó. Apuntó con el vaso como si llevara un lanzagranadas. Lo lanzó con tanta fuerza que impactó contra la multitud, atravesando la espalda de un hombre y saliendo por su vientre golpeó la cabeza de un chiquillo y éste se desplomó casi inerte al suelo. Murió aplastado entre gritos y lloros de la gente que huía aterrada.
— ¡Allí arriba! —chilló una mujer señalando a Alfonso. Multitud de personas se volvieron para contemplar al muchacho. En él vieron un joven con la mano envuelta en sangre. Con una postura psicópata, una mueca de ira homicida y con los ojos poseídos por el diablo. Los gritos resonaron entre la multitud y corrieron más y más. Golpeándose entre ellos, cayéndose encima los unos de los otros. Cuatro niños fueron aplastados y murieron agónicamente.
— ¡No escapareis! —aulló. Corrió hacia la ventana. La ventana que había utilizado para disparar con la pistola de bolas. Golpeó el cristal y arrancó un buen trozó cortándose la mano con cortes profundos. La sangre comenzó a colorearle sus pantalones. Cogió el cristal como un bumerán. Lo impulsó de atrás a delante. El cristal salió disparado contra la multitud.
Testigo ocular 1; 01 de diciembre de 2005, el cristal, con forma puntiaguda y alargada me pasó por encima de la cabeza. Era una auténtica guillotina… Cortó cuanto encontró a su paso: cabezas, brazos, pies… Fue una auténtica masacre.Fin: (el sujeto no pudo continuar, se mordió la lengua en un ataque de epilepsia y se murió al instante)
Victorioso alzó sus manos vociferando un grito de guerra. Sus pies se movieron. Primero lentamente y después despacio. Su tejado estaba contiguo al de ocho casas más. Sus pasos se movieron con más rapidez. Parecían un rastro borroso. Alfonso corría por el tejado mirando a los humanos heridos. Corrió con una velocidad infernal. Se desvió hasta el final del tejado y saltó. Saltó en dirección al público. Se elevó por los aires y entonces fue cuando…
Testigo ocular 2, 1 de diciembre de 2005, en los aires se detuvo. Empezó a cambiar, su piel bulló, las ampollas se le formaron en la carne y gotas ácidas cayeron al suelo, la gente que estaba debajo fue traspasada completamente por las gotas.
FIN: (el sujeto no pudo continuar. Murió de un infarto)El cuerpo se enrojeció. Sus manos se agrandaron, sus pantalones se desgarraron ante los prominentes músculos que salían de sus piernas. Su camisa estalló en los aires, y su pecho flácido se convirtió en un pectoral voluminoso. Su espalda se desgarró y sangró. La sangre se derramó encima de la gente.
Testigo ocular 3, 1 de diciembre de 2005, - co... corríamos y oía gente gritar. Cuando me di cuenta un chorro de sangre proveniente del cielo se derramó sobre mi brazo (mostró el brazo amputado). Y ya ve…
Fin: (El sujetó ardió ante todos como si lo hubieran rociado con NAPALM.)
Las alas le salieron de la espalda. Unas alas fuertes y macizas se extendían a lo alto del cielo. Alfonso se fue volando para no volver nunca más.
Último testigo superviviente (Johnny Keeper), 1 de diciembre de 2005, arranqué mi coche al oír gritos dentro de la feria. No sé porque lo hice. Pero huí haciendo rugir el motor y acelerando tan rápido como pude. Vi un río de lava cayendo del cielo. Me quemó la parte trasera del coche y volqué. Cuando desperté no notaba nada…
MANICOMIO PERE MATA:
— ¡Les digo que es verdad! Tienen que creerme…
— Seguro Johnny…
— ¡Ardieron!, ardieron todos delante de mí cuando les contaba lo que ocurrió, todo está destruido, ¡ardieron delante de mí!
— Te entiendo Johnny - Johnny entró en la celda. La puerta hermética se cerró dejándolo a la vista por un pequeño cristal que se encontraba encima de la puerta.
— Seguro Johnny —Rió— El cristal de la puerta estalló disparándose contra Johnny. Su cuerpo fue clavado contra la pared por miles de trozos de cristal.
Alfonso disfrazado de médico sonrió. — El demonio siempre gana.
El muchacho que en la máquina del gancho intentaba cogerse un reloj mientras hacía creer a su novia que intentaba conseguirle el osito de peluche…
El chico que se compraba petardos y los lanzaba en medio de la calle asustando a la gente… El abuelo que paseaba nostálgico recordando el día en que nació la feria. Probablemente habría miles de historias que contar. Dignas de rellenar un buen libro repleto de cotilleos y curiosidades. Los chicos gamberros no se quedaban atrás, pues también rondaban por la feria. No obstante, lo que empezó como un juego para un chiquillo, terminó con la muerte de todos los asistentes a la feria.
Alfonso reía bajo la ventana. Su calle estaba inundada por la feria, y Alfonso lo aprovechó para sus travesuras. Corría un día de sol intenso que se adhería a los ropajes de la gente. El suelo, como de costumbre, estaba lleno de papeles, propagandas y basura en general. La multitud pasaba por debajo de los perturbados ojos de Alfonso sin verlo. ¡pam! Se oyó. Una bolita diminuta de color blanco como la leche salió disparada de una ventana. Se desplazó por los aires en línea oblicua hasta que impactó a toda velocidad contra las gafas de un anciano solitario. La bolita le dio en el reborde que sujetaba el cristal y éste dio un saltito despojándose de las gafas. Cayó al suelo agrietándose al instante.
El anciano notó algo, como si le tiraran una piedrecilla, pero no le dio más importancia. Recogió el cristal agrietado y siguió caminando solitario. Agachado debajo de la ventana, Alfonso reía con una mueca cruel en sus labios. Sus ojos mostraban unas diminutas venas de sangre que se extendían por las pupilas, el lirio reflejaba un volcán en su interior. Alfonso se hartó. Llevaba media hora usando la pistola y mucha gente había sido herida. Pero sentía ansias de hacer más daño. La pistola con balas de plástico le parecía un juego de niños.
— Ellos, jajaja —rió jocoso— tengo que... hacer… algo ¿yo? Si claro que sí, jajaja. Bajó. Bajó al piso de abajo. Se encaminó hacia la cocina. La escrutó al completo. Abrió un armario de vidrio, su madre era una adicta al vidrio podría decirse.
Coleccionaba hasta calcetines de cristal. Sacó vasos y más vasos del armario. Los subió arriba, abrió la puerta de la terraza y posó los vasos en el suelo. Cuando tuvo bastantes vasos dejó el armario cerrado y volvió a subir.
— Yo… no puedo hacerlo. No puedo.
Alfonso se convulsionó unos segundos y paró de repente. Erguido y con el rostro apaciguado sus ojos habían perdido la rojez de las pupilas y el lirio. Ahora eran los globos blancos de sus ojos los que enrojecían, estaban inyectados en sangre. Su aspecto transmitía un aspecto de demente y psicópata. Agarró un vaso y lo lanzó vertical con toda su fuerza. El vaso voló hasta confundirse con el sol. Una estrellita reluciente se reflejó mientras caía a velocidad estrepitosa. Cayó contra el suelo y estalló en mil pedazos, los cristales salieron dispersos en un radio de 15 metros. Cristales que se hundieron en la carne de chicos y chicas cortándoles el rostro, las piernas, los brazos y todo lo que se les puso por delante.
— Jua jua jua —emitió una carcajada que los heridos lo oyeron. Se estremecieron todos. Alfonso agarró con tanta fuerza otro vaso que le explotó en la mano. Los vidrios se le clavaron e incrustaron en la mano. La sangre chorreó con rapidez ensuciando el suelo. No le importó. Cogió otro vaso, esta vez no estalló. Se agachó para impulsarse hacia arriba. Dio un salto magistral a la vez que el vaso se le escapaba de las manos a una gran velocidad. Iba mucho más rápido que el anterior y dio en el blanco. El vaso explotó contra un policía. Le atravesó la gorra que llevaba posada con delicadeza y llegó a su cabeza. Allí estalló en mil pedazos. Varios de ellos se clavaron en el cráneo del policía. Los trozos restantes desgarraron la cara de miles de personas que aún seguían en el mismo lugar. La gente comenzó a correr espantada, con el pánico haciendo palpitar su corazón a diez mil por hora. Los humanos corrían. Se pisaban, caían unos encima de otros. Los niños lloraban, las madres gritaban. Los que caían eran aplastados por los pasos histéricos de las demás personas. Una ola humana intentaba huir.
— No, no señor, no lo permitiré - La terraza le escondía por una pared que se erguía un metro por encima de su cabeza. Detrás de la pared un tejado se extendía un par de metros. Alfonso no lo pensó. —Es verdad - Saltó agarrándose a lo alto de la pared. Hizo fuerza, desgarrándose los pantalones y la ropa hasta que al fin consiguió subir al tejado.— ¡Maldita sea! ¡Los vasos! Extendió la mano. Movió los dedos invitando a que los vasos vinieran con él. Uno de ellos le hizo caso y se acercó hasta caer al tejado junto a su lado. Se aferró a él y se lo apretujó contra su pecho.— No lo harán - Se levantó. Apuntó con el vaso como si llevara un lanzagranadas. Lo lanzó con tanta fuerza que impactó contra la multitud, atravesando la espalda de un hombre y saliendo por su vientre golpeó la cabeza de un chiquillo y éste se desplomó casi inerte al suelo. Murió aplastado entre gritos y lloros de la gente que huía aterrada.
— ¡Allí arriba! —chilló una mujer señalando a Alfonso. Multitud de personas se volvieron para contemplar al muchacho. En él vieron un joven con la mano envuelta en sangre. Con una postura psicópata, una mueca de ira homicida y con los ojos poseídos por el diablo. Los gritos resonaron entre la multitud y corrieron más y más. Golpeándose entre ellos, cayéndose encima los unos de los otros. Cuatro niños fueron aplastados y murieron agónicamente.
— ¡No escapareis! —aulló. Corrió hacia la ventana. La ventana que había utilizado para disparar con la pistola de bolas. Golpeó el cristal y arrancó un buen trozó cortándose la mano con cortes profundos. La sangre comenzó a colorearle sus pantalones. Cogió el cristal como un bumerán. Lo impulsó de atrás a delante. El cristal salió disparado contra la multitud.
Testigo ocular 1; 01 de diciembre de 2005, el cristal, con forma puntiaguda y alargada me pasó por encima de la cabeza. Era una auténtica guillotina… Cortó cuanto encontró a su paso: cabezas, brazos, pies… Fue una auténtica masacre.Fin: (el sujeto no pudo continuar, se mordió la lengua en un ataque de epilepsia y se murió al instante)
Victorioso alzó sus manos vociferando un grito de guerra. Sus pies se movieron. Primero lentamente y después despacio. Su tejado estaba contiguo al de ocho casas más. Sus pasos se movieron con más rapidez. Parecían un rastro borroso. Alfonso corría por el tejado mirando a los humanos heridos. Corrió con una velocidad infernal. Se desvió hasta el final del tejado y saltó. Saltó en dirección al público. Se elevó por los aires y entonces fue cuando…
Testigo ocular 2, 1 de diciembre de 2005, en los aires se detuvo. Empezó a cambiar, su piel bulló, las ampollas se le formaron en la carne y gotas ácidas cayeron al suelo, la gente que estaba debajo fue traspasada completamente por las gotas.
FIN: (el sujeto no pudo continuar. Murió de un infarto)El cuerpo se enrojeció. Sus manos se agrandaron, sus pantalones se desgarraron ante los prominentes músculos que salían de sus piernas. Su camisa estalló en los aires, y su pecho flácido se convirtió en un pectoral voluminoso. Su espalda se desgarró y sangró. La sangre se derramó encima de la gente.
Testigo ocular 3, 1 de diciembre de 2005, - co... corríamos y oía gente gritar. Cuando me di cuenta un chorro de sangre proveniente del cielo se derramó sobre mi brazo (mostró el brazo amputado). Y ya ve…
Fin: (El sujetó ardió ante todos como si lo hubieran rociado con NAPALM.)
Las alas le salieron de la espalda. Unas alas fuertes y macizas se extendían a lo alto del cielo. Alfonso se fue volando para no volver nunca más.
Último testigo superviviente (Johnny Keeper), 1 de diciembre de 2005, arranqué mi coche al oír gritos dentro de la feria. No sé porque lo hice. Pero huí haciendo rugir el motor y acelerando tan rápido como pude. Vi un río de lava cayendo del cielo. Me quemó la parte trasera del coche y volqué. Cuando desperté no notaba nada…
MANICOMIO PERE MATA:
— ¡Les digo que es verdad! Tienen que creerme…
— Seguro Johnny…
— ¡Ardieron!, ardieron todos delante de mí cuando les contaba lo que ocurrió, todo está destruido, ¡ardieron delante de mí!
— Te entiendo Johnny - Johnny entró en la celda. La puerta hermética se cerró dejándolo a la vista por un pequeño cristal que se encontraba encima de la puerta.
— Seguro Johnny —Rió— El cristal de la puerta estalló disparándose contra Johnny. Su cuerpo fue clavado contra la pared por miles de trozos de cristal.
Alfonso disfrazado de médico sonrió. — El demonio siempre gana.
No le digas a nadie
Ellas eran dos chicas, las mejores amigas y compañeras de clase. Un día estaban en la escuela más temprano que lo usual y una de las chicas necesitó ir al baño. La chica tenia miedo de ir sola, ya que la escuela se encontraba vacía, así que su amiga acepto acompañarla. La chica entro al baño mientras la amiga la esperaba afuera.
Cuando entro, todas las puertas de los cubículos se encontraban trancadas, a excepción de la ultima que se abrió por su cuenta. La chica no le presto atención y entro al cubículo a hacer lo suyo. Una vez dentro, la chica sintió una corriente de aire por encima de su cabeza. La chica miro hacia las ventanas y vio que estaban cerradas. Como la corriente de aire seguía, la chica volvió a mirar hacia arriba y vio a una aparición fantasmal tratando de agarrarle la cabeza. La chica estaba tan asustada que salio corriendo del baño, no sin antes escuchar al espectro decirle que no le dijera a nadie lo que había pasado o sino la mataría.
La chica estaba tan asustada por lo que había pasado que ya no podía estudiar y sus notas se vieron afectadas. La chica no le decía a nadie que era lo que pasaba y temía estar sola en cualquier lugar. Sus padres se preocuparon, ya que ni los doctores, maestros o amigos podían ayudarla. Así que los padres llamaron a su mejor amiga a que fuera a la casa, para ver si ella podía averiguar que pasaba. La chica y su amiga empezaron a conversar en la habitación de esta y finalmente la chica no pudo mas y entre lagrimas y sollozos, le contó todo lo que había pasado a su amiga. Cuando la chica levanto la mirada, su mejor amiga tenia una macabra sonrisa en su cara y le dijo:
"Creí haberte dicho que no le contaras a nadie"...
Cuando entro, todas las puertas de los cubículos se encontraban trancadas, a excepción de la ultima que se abrió por su cuenta. La chica no le presto atención y entro al cubículo a hacer lo suyo. Una vez dentro, la chica sintió una corriente de aire por encima de su cabeza. La chica miro hacia las ventanas y vio que estaban cerradas. Como la corriente de aire seguía, la chica volvió a mirar hacia arriba y vio a una aparición fantasmal tratando de agarrarle la cabeza. La chica estaba tan asustada que salio corriendo del baño, no sin antes escuchar al espectro decirle que no le dijera a nadie lo que había pasado o sino la mataría.
La chica estaba tan asustada por lo que había pasado que ya no podía estudiar y sus notas se vieron afectadas. La chica no le decía a nadie que era lo que pasaba y temía estar sola en cualquier lugar. Sus padres se preocuparon, ya que ni los doctores, maestros o amigos podían ayudarla. Así que los padres llamaron a su mejor amiga a que fuera a la casa, para ver si ella podía averiguar que pasaba. La chica y su amiga empezaron a conversar en la habitación de esta y finalmente la chica no pudo mas y entre lagrimas y sollozos, le contó todo lo que había pasado a su amiga. Cuando la chica levanto la mirada, su mejor amiga tenia una macabra sonrisa en su cara y le dijo:
"Creí haberte dicho que no le contaras a nadie"...
La Mujer De Aquel Hotel
Eran ya por las fechas de el 30 de octubre cuando con unos amigos decidimos juntarnos como siempre a relatar historias de terror junto al fuego. Como siempre yo era quien mejor las contaba o traía los relatos que mas reales parecían, hasta que una noche vino un nuevo chico al grupo y nos contó sobre sus experiencias paranormales en un hotel abandonado cerca de la playa. Invadido por los celos de que su historia fuera mas interesante para los demás que la mía, prometí que el día 31 para halloween iría a ese hotel y pasaría toda la noche desde las 00:00 hs hasta las 05:00 hs en ese lugar filmando y que dormiría allí mismo. Eso me hizo ganar el agrado de mis colegas los cuales impresionados por mi promesa me ovacionaron y dijeron que seria todo un héroe si lo hacia, lo cual me dio mas ganas de hacerlo.
Llego la noche del 31 siendo ya las 23:59 hs y me disponía a entrar, cuando de la nada un viejo se aproximo a mi y me dijo que si entraba a ese lugar jamas mirara a los ojos a sus residentes y luego se desvaneció en la noche. Un escalofrío atroz recorrió mi cuerpo, ya siendo las 00:00 hs me dispuse a entrar, acomode mi cámara y puse mi bolsa de dormir. Me quede leyendo sentado en ese lugar en el apacible silencio hasta dormir. A eso de las 03:00 hs cuando sentí ruidos que me despertaron abrupta mente mire a todos lados, cuando vi a una sombra alta correr por el pasillo tome mi cámara y mi linterna y me dispuse a seguirla, creo que ese fue mi peor error....
Cuando alcance a esa "persona" me di cuenta de que parecía ser una mujer. Al tocarle el hombro esta se giro y como me recomendó el viejo no mire sus ojos ella se fue, o eso creí cuando me gire allí estaban sus cuencas vacías como si tratara de mirarme fijo a los ojos. Cuando noto mi miedo sus dedos se alargaron como garras y ella se volviera agresiva y tratara de matarme. Ella me persiguió y cuando pensé que había escapado solo me horrorice al notar que me encontraba ante cientos de ellos, esos seres me encerraron sin dejarme escapatoria.
Hoy te invito desde mi nuevo hogar el hogar de las pesadillas a que te unas a nosotros los desconocidos, solo entréganos tus ojos y listo ya seras uno mas entre nosotros, y no nos temas en este momento mientras lees esto estamos contigo en esa habitación esperando por ti para que vengas con nosotros a nuestra casa. Solo recuerda no buscarnos por que si miras nuestras cuencas nos veremos obligados a traerte con nosotros por la fuerza a nuestra morada, y recuerda junto a la playa hay un bosque si te internas te puedes hospedar en nuestro hotel.
Pero el tiempo que estés aquí lo decidiremos nosotros ya conoces la regla y conoces la historia ahora no voltees hasta que termines de leer.
Estoy detrás de ti ¿sientes mi respiración en tu nuca?, ¿ya volteaste?, es una lastima eso no me da otra opción mas que ir a tu cuarto esta noche ponerme sobre ti en la cama y esperar a que abras tus ojos y veas mis vacías cuencas.
Llego la noche del 31 siendo ya las 23:59 hs y me disponía a entrar, cuando de la nada un viejo se aproximo a mi y me dijo que si entraba a ese lugar jamas mirara a los ojos a sus residentes y luego se desvaneció en la noche. Un escalofrío atroz recorrió mi cuerpo, ya siendo las 00:00 hs me dispuse a entrar, acomode mi cámara y puse mi bolsa de dormir. Me quede leyendo sentado en ese lugar en el apacible silencio hasta dormir. A eso de las 03:00 hs cuando sentí ruidos que me despertaron abrupta mente mire a todos lados, cuando vi a una sombra alta correr por el pasillo tome mi cámara y mi linterna y me dispuse a seguirla, creo que ese fue mi peor error....
Cuando alcance a esa "persona" me di cuenta de que parecía ser una mujer. Al tocarle el hombro esta se giro y como me recomendó el viejo no mire sus ojos ella se fue, o eso creí cuando me gire allí estaban sus cuencas vacías como si tratara de mirarme fijo a los ojos. Cuando noto mi miedo sus dedos se alargaron como garras y ella se volviera agresiva y tratara de matarme. Ella me persiguió y cuando pensé que había escapado solo me horrorice al notar que me encontraba ante cientos de ellos, esos seres me encerraron sin dejarme escapatoria.
Hoy te invito desde mi nuevo hogar el hogar de las pesadillas a que te unas a nosotros los desconocidos, solo entréganos tus ojos y listo ya seras uno mas entre nosotros, y no nos temas en este momento mientras lees esto estamos contigo en esa habitación esperando por ti para que vengas con nosotros a nuestra casa. Solo recuerda no buscarnos por que si miras nuestras cuencas nos veremos obligados a traerte con nosotros por la fuerza a nuestra morada, y recuerda junto a la playa hay un bosque si te internas te puedes hospedar en nuestro hotel.
Pero el tiempo que estés aquí lo decidiremos nosotros ya conoces la regla y conoces la historia ahora no voltees hasta que termines de leer.
Estoy detrás de ti ¿sientes mi respiración en tu nuca?, ¿ya volteaste?, es una lastima eso no me da otra opción mas que ir a tu cuarto esta noche ponerme sobre ti en la cama y esperar a que abras tus ojos y veas mis vacías cuencas.
Mi Opinión de Itowngameplay
Bienvenido al nuevo episodio de opinando youtubers , hoy voy a opinar sobre "ItownGamePlay" ya había hecho uno sobre Dross Rotzank acá esta http://mlcreepypastas.blogspot.com/2014/01/mi-opinion-de-drossrotzank-en-videos-de.html
Canal de Town : http://www.youtube.com/user/iTownGamePlay?feature=watch
hoy día 10/01/14 tiene 882.000 suscriptores aproximadamente . Bueno su canal antes era COMPLETAMENTE de terror ahora es de diversión y terror , pero diré mi sincera opinión sobre vídeos de terror , el hace gameplays,narra creepypastas,vídeo reacciones etc , un canal muy bueno muy recomendable si te gusto el terror.
Narración bastante fluida , obviamente hay que darle el crédito a los doblajes de algunas personas que he visto en algunas creepypastas que narra , se nota bastante el esfuerzo , se ve las horas de edición de vídeo .
LE DOY UN 10/10 NOTA PERFECTA , su variedad , su esfuerzo y su carisma lo a llevado ahí.
BUENO ESO FUE TODO ME PUEDEN RECOMENDAR YOUTUBERS DE TERROR EN LA PAGINA DE FACEBOOK.
Canal de Town : http://www.youtube.com/user/iTownGamePlay?feature=watch
hoy día 10/01/14 tiene 882.000 suscriptores aproximadamente . Bueno su canal antes era COMPLETAMENTE de terror ahora es de diversión y terror , pero diré mi sincera opinión sobre vídeos de terror , el hace gameplays,narra creepypastas,vídeo reacciones etc , un canal muy bueno muy recomendable si te gusto el terror.
Narración bastante fluida , obviamente hay que darle el crédito a los doblajes de algunas personas que he visto en algunas creepypastas que narra , se nota bastante el esfuerzo , se ve las horas de edición de vídeo .
LE DOY UN 10/10 NOTA PERFECTA , su variedad , su esfuerzo y su carisma lo a llevado ahí.
BUENO ESO FUE TODO ME PUEDEN RECOMENDAR YOUTUBERS DE TERROR EN LA PAGINA DE FACEBOOK.
Slenderman en mi mente
En este momento estoy escondido en una caseta en medio de un oscuro bosque, tengo asumido que en cuanto salga por esa puerta… Él, que tanto me acecha y me vigila se me aparecerá y acabará con mi vida. Incluso me manda avisos de vez en cuando a modo de chispazos o estáticas momentáneas para asustarme e incitarme poco a poco a salir de mi escondrijo... Estoy asustado. Sin más dilación procederé a contar la historia de lo ocurrido, y de verdad espero que alguien encuentre este escrito para que se sepa al menos cual fue la causa de mi muerte.
Mi nombre es Alex, soy un chico de 15 años un poco friki y con grandes dotes para el dibujo.
Amo todo lo que tenga que ver con manga y anime, además me encanta dibujar todo aquello que tenga que ver con eso. Hace un par de años descubrí al SlenderMan de casualidad en un video de youtube, tengo que decir que me pareció un personaje de lo más fabuloso, después de jugar gran parte de sus juegos empecé a informarme de todas maneras posibles sobre él, desde su historia hasta posibles avistamientos. Estaba tan obsesionado que no tarde en dibujarlo en todo tipo de situaciones acordes a él como por ejemplo a SlenderMan camuflado en un árbol y atravesando a una persona con sus tentáculos.
Tengo amigos fans también de este personaje, sin embargo no con esa obsesión loca que, sin darme yo cuenta estaba creando en mi cabeza. Cierto día, estaba en el instituto y tras acabar la clase de Lengua le mostré a mi amigo Jorge varios dibujos de SlenderMan que había hecho en esa hora, entre ellos, el ya mencionado antes.
–Dios Alex, están muy bien hechos. –Me dijo sonriente mientras los ojeaba lentamente-.
–Gracias, aunque tal vez son demasiado siniestros y un poco gore. –Respondí con un pequeño suspiro-.
-¡Para nada! Recuerda que tratan de SlenderMan. –Me miró soltando una carcajada-.
Pero… Algo no iba bien, día a día sentía que esa obsesión me estaba destrozando, a medida que le iba dibujando o incluso jugando a sus juegos notaba como si se apoderase de mí una fuerte depresión, la cosa iba a tanto que incluso llegue a temerle, aun sabiendo que era un ser ficticio, pero a veces, al tener el móvil cerca del ordenador los altavoces de este se ponían a emitir el sonido de una estática, lo cual me aterrorizaba pensando que él estaba ahí. O cuando caminaba por una calle oscura por la noche oía pasos detrás de mí, y al darme la vuelta… No había nadie. El pensamiento de que ese siniestro ser no existía se había eliminado por completo de mi cabeza ya que, de alguna manera le sentía, siempre cerca de mí, acechándome…
Hasta en mis pesadillas estaba… Sentía que tenía prisionera a mi mente.
Un suave día de primavera fui a comer a casa de mi abuela y Jorge decidió venirse conmigo. Tras salir del instituto pusimos rumbo al edificio que, se encontraba apenas a 5 kilómetros de distancia.
Durante el trayecto dejamos apartado totalmente el tema de SlenderMan ya que, desde hace unos días me encontraba algo mejor. Hasta que llegamos a la casa… Entramos al hall, estaba un poco oscuro pero una pequeña y tenue lámpara iluminaba al menos los muchos espejos que habían.
Jorge, a modo de broma pintó con pintura negra que traía en su bolsillo un símbolo que me resultaba muy familiar en uno de los espejos.
-¡¿Qué demonios haces?! –Le grité enfurecido al reconocer ese símbolo-. ¡¿Por qué dibujas el símbolo de SlenderMan?! ¡Así puedes invocarlo!
Una antes oculta furia comenzaba a emerger desde mis adentros, ese dibujo volvió a recordármelo absolutamente todo y sentía que mi cordura se estaba resquebrajando cada vez más y más al observarlo y el miedo volvía a introducirse ferozmente en mi cabeza. Pero Jorge me cogió con fuerza y con una mirada seria me dijo:
-¡Alex, ya basta! ¡El no existe! ¿Me oyes? ¡No existe, supéralo de una vez! –Me chillo intentando dejarlo claro a más no poder.
Yo no podía hacer más que asentir y hacer que pareciera que estaba bien, pero por dentro sabía que era justo lo contrario, ver ese símbolo de nuevo me había devastado por completo. Subimos las escaleras en silencio y a paso ligero, mi abuela debía estar impaciente. Pero cuando legamos la puerta estaba abierta y no había nadie en casa, estaba absolutamente vacía. Pensando que aún no había llegado, cosa extraña en ella, nos asomamos al balcón. Hacía un día muy grís y nuboso acompañado de un frio helador, el viento rugía como nunca y las calles se encontraban solitarias, sin un alma apenas, como un pueblo fantasma. Solté un fuerte y aliviador suspiro al ni sentir si quiera la presencia de la criatura cerca y decidí volver a entrar.
Así lo hice pero nada más poner un pie dentro me quedé pálido como una hoja de papel, en uno de los cuadros de la habitación estaba dibujado con sangre el horrible símbolo y mi amigo… Había desaparecido.
-¡Jorge! –Grité mientras salía corriendo para buscarlo-.
Pero apenas salí del edificio cuando sentí una fortísima estática que inundaba mi mente a la vez que reventaba frenéticamente mis oídos y caía al suelo. A duras penas, pues esa especie de estática me nublaba completamente la visión, alcé la vista y pude contemplar con horror y asombro como ante mi erigía una figura altísima, con una delgadez superior a la de una anoréxica, humanoide, vestida con un oscuro traje negro con corbata roja, unos brazos increíblemente largos acabados en unas manos fuertes y grandes con afiladas garras. Entonces… vi su rostro. Bueno, más bien su no rostro, puesto que en su cara no había nada, estaba totalmente exenta de expresiones faciales, ni ojos, ni boca… Nada… Me quedé embobado viendo con dificultad como el SlenderMan sostenía entre sus manos los sangrientos miembros mutilados del cuerpo tenebrosamente despedazado de Jorge. Me es imposible describir con palabras el horror y el miedo que se apoderaba de mí en ese instante, mi cuerpo estaba totalmente paralizado y de mi garganta solo salía sangre, ni una palabra, ni un ligero sonidito apenas.
En aquel momento pude comprobar como mi cordura se quebró entera y la estática que se apoderaba de mis cinco sentidos acabo por hacerme perder el conocimiento y caer desmayado.
No sé cuánto tiempo pasó después de ese incidente, solo sé que me desperté en medio de la nada, totalmente perdido y confundido entre los siniestros arboles de un oscuro bosque.
Desperté con el estómago revuelto y con una mente devastada, apenas podía pensar con claridad, no sabía que estaba ocurriendo, lo único que mi mente me revelaba eran las horribles imágenes del cadáver de Jorge sostenido por la criatura.
Al rato me decidí a caminar con el objetivo de encontrar algo y poder salir de esa asquerosa pesadilla.
Todo el bosque estaba en silencio, lo cual me aterrorizaba bastante y no podía dejar de temblar. Notaba como la densa oscuridad palpaba mi cuerpo, incitándome a pensar en lo peor… Pero de repente, vi algo a lo lejos que parecía una farola, pero según me iba acercando volvía a notar de nuevo esa frenética estática y no me percaté de que estaba caminando en dirección a SlenderMan hasta que lo tuve justo enfrente de mis llorosos ojos. Solté un fuerte grito y salí corriendo en una dirección cualquiera, solo quería salir de ahí y que acabara este sufrimiento, que cada vez se hacía más eterno.
Y… Aquí estoy, en una cabaña que encontré hace apenas unos minutos. No puedo aguantarlo más, la única forma de acabar con esto es saliendo y dejar que me mate de una vez, ahora eso es lo que ansió y deseo, morir. Fíjate, el que esté leyendo esto hasta que extremos es capaz de llegar esa horrible criatura, el SlenderMan… El solo pide mi alma, a cambio dejaré de sufrir así que, se la entregaré.
Si estás leyendo esto yo ya habré muerto, por eso te daré un consejo: JAMAS SE TE OCURRA BUSCARLO, ÉL SIEMPRE TE VIGILA.
Mi nombre es Alex, soy un chico de 15 años un poco friki y con grandes dotes para el dibujo.
Amo todo lo que tenga que ver con manga y anime, además me encanta dibujar todo aquello que tenga que ver con eso. Hace un par de años descubrí al SlenderMan de casualidad en un video de youtube, tengo que decir que me pareció un personaje de lo más fabuloso, después de jugar gran parte de sus juegos empecé a informarme de todas maneras posibles sobre él, desde su historia hasta posibles avistamientos. Estaba tan obsesionado que no tarde en dibujarlo en todo tipo de situaciones acordes a él como por ejemplo a SlenderMan camuflado en un árbol y atravesando a una persona con sus tentáculos.
Tengo amigos fans también de este personaje, sin embargo no con esa obsesión loca que, sin darme yo cuenta estaba creando en mi cabeza. Cierto día, estaba en el instituto y tras acabar la clase de Lengua le mostré a mi amigo Jorge varios dibujos de SlenderMan que había hecho en esa hora, entre ellos, el ya mencionado antes.
–Dios Alex, están muy bien hechos. –Me dijo sonriente mientras los ojeaba lentamente-.
–Gracias, aunque tal vez son demasiado siniestros y un poco gore. –Respondí con un pequeño suspiro-.
-¡Para nada! Recuerda que tratan de SlenderMan. –Me miró soltando una carcajada-.
Pero… Algo no iba bien, día a día sentía que esa obsesión me estaba destrozando, a medida que le iba dibujando o incluso jugando a sus juegos notaba como si se apoderase de mí una fuerte depresión, la cosa iba a tanto que incluso llegue a temerle, aun sabiendo que era un ser ficticio, pero a veces, al tener el móvil cerca del ordenador los altavoces de este se ponían a emitir el sonido de una estática, lo cual me aterrorizaba pensando que él estaba ahí. O cuando caminaba por una calle oscura por la noche oía pasos detrás de mí, y al darme la vuelta… No había nadie. El pensamiento de que ese siniestro ser no existía se había eliminado por completo de mi cabeza ya que, de alguna manera le sentía, siempre cerca de mí, acechándome…
Hasta en mis pesadillas estaba… Sentía que tenía prisionera a mi mente.
Un suave día de primavera fui a comer a casa de mi abuela y Jorge decidió venirse conmigo. Tras salir del instituto pusimos rumbo al edificio que, se encontraba apenas a 5 kilómetros de distancia.
Durante el trayecto dejamos apartado totalmente el tema de SlenderMan ya que, desde hace unos días me encontraba algo mejor. Hasta que llegamos a la casa… Entramos al hall, estaba un poco oscuro pero una pequeña y tenue lámpara iluminaba al menos los muchos espejos que habían.
Jorge, a modo de broma pintó con pintura negra que traía en su bolsillo un símbolo que me resultaba muy familiar en uno de los espejos.
-¡¿Qué demonios haces?! –Le grité enfurecido al reconocer ese símbolo-. ¡¿Por qué dibujas el símbolo de SlenderMan?! ¡Así puedes invocarlo!
Una antes oculta furia comenzaba a emerger desde mis adentros, ese dibujo volvió a recordármelo absolutamente todo y sentía que mi cordura se estaba resquebrajando cada vez más y más al observarlo y el miedo volvía a introducirse ferozmente en mi cabeza. Pero Jorge me cogió con fuerza y con una mirada seria me dijo:
-¡Alex, ya basta! ¡El no existe! ¿Me oyes? ¡No existe, supéralo de una vez! –Me chillo intentando dejarlo claro a más no poder.
Yo no podía hacer más que asentir y hacer que pareciera que estaba bien, pero por dentro sabía que era justo lo contrario, ver ese símbolo de nuevo me había devastado por completo. Subimos las escaleras en silencio y a paso ligero, mi abuela debía estar impaciente. Pero cuando legamos la puerta estaba abierta y no había nadie en casa, estaba absolutamente vacía. Pensando que aún no había llegado, cosa extraña en ella, nos asomamos al balcón. Hacía un día muy grís y nuboso acompañado de un frio helador, el viento rugía como nunca y las calles se encontraban solitarias, sin un alma apenas, como un pueblo fantasma. Solté un fuerte y aliviador suspiro al ni sentir si quiera la presencia de la criatura cerca y decidí volver a entrar.
Así lo hice pero nada más poner un pie dentro me quedé pálido como una hoja de papel, en uno de los cuadros de la habitación estaba dibujado con sangre el horrible símbolo y mi amigo… Había desaparecido.
-¡Jorge! –Grité mientras salía corriendo para buscarlo-.
Pero apenas salí del edificio cuando sentí una fortísima estática que inundaba mi mente a la vez que reventaba frenéticamente mis oídos y caía al suelo. A duras penas, pues esa especie de estática me nublaba completamente la visión, alcé la vista y pude contemplar con horror y asombro como ante mi erigía una figura altísima, con una delgadez superior a la de una anoréxica, humanoide, vestida con un oscuro traje negro con corbata roja, unos brazos increíblemente largos acabados en unas manos fuertes y grandes con afiladas garras. Entonces… vi su rostro. Bueno, más bien su no rostro, puesto que en su cara no había nada, estaba totalmente exenta de expresiones faciales, ni ojos, ni boca… Nada… Me quedé embobado viendo con dificultad como el SlenderMan sostenía entre sus manos los sangrientos miembros mutilados del cuerpo tenebrosamente despedazado de Jorge. Me es imposible describir con palabras el horror y el miedo que se apoderaba de mí en ese instante, mi cuerpo estaba totalmente paralizado y de mi garganta solo salía sangre, ni una palabra, ni un ligero sonidito apenas.
En aquel momento pude comprobar como mi cordura se quebró entera y la estática que se apoderaba de mis cinco sentidos acabo por hacerme perder el conocimiento y caer desmayado.
No sé cuánto tiempo pasó después de ese incidente, solo sé que me desperté en medio de la nada, totalmente perdido y confundido entre los siniestros arboles de un oscuro bosque.
Desperté con el estómago revuelto y con una mente devastada, apenas podía pensar con claridad, no sabía que estaba ocurriendo, lo único que mi mente me revelaba eran las horribles imágenes del cadáver de Jorge sostenido por la criatura.
Al rato me decidí a caminar con el objetivo de encontrar algo y poder salir de esa asquerosa pesadilla.
Todo el bosque estaba en silencio, lo cual me aterrorizaba bastante y no podía dejar de temblar. Notaba como la densa oscuridad palpaba mi cuerpo, incitándome a pensar en lo peor… Pero de repente, vi algo a lo lejos que parecía una farola, pero según me iba acercando volvía a notar de nuevo esa frenética estática y no me percaté de que estaba caminando en dirección a SlenderMan hasta que lo tuve justo enfrente de mis llorosos ojos. Solté un fuerte grito y salí corriendo en una dirección cualquiera, solo quería salir de ahí y que acabara este sufrimiento, que cada vez se hacía más eterno.
Y… Aquí estoy, en una cabaña que encontré hace apenas unos minutos. No puedo aguantarlo más, la única forma de acabar con esto es saliendo y dejar que me mate de una vez, ahora eso es lo que ansió y deseo, morir. Fíjate, el que esté leyendo esto hasta que extremos es capaz de llegar esa horrible criatura, el SlenderMan… El solo pide mi alma, a cambio dejaré de sufrir así que, se la entregaré.
Si estás leyendo esto yo ya habré muerto, por eso te daré un consejo: JAMAS SE TE OCURRA BUSCARLO, ÉL SIEMPRE TE VIGILA.
miércoles, 1 de enero de 2014
Mi Opinión de DrossRotzank En vídeos de terror
Bienvenidos a la nueva sección de este blog acá daremos opiniones sobre youtubers que hacen terror o tienen una pequeña parte de terror en su canal , bueno comencemos .
Dross Rotzank en su canal no es un 100% terror pero cuando lo hace es fabuloso .
Su narración te siente en la historia es fabuloso , en un "dross o rama" dijo que los creepypastas se lo recordaba eso me dice que tiene una memoria espectacular , yo también algunas veces lo hago con memoria , pero el lo hace estupendo , entre edición de vídeo es una de las mejores cosas ya que se nota el esfuerzo , el tiempo esta totalmente bien entre 30 minutos generalmente , los creepypastas son de los mas destacados y algunos no tan conocidos quizas unos de los mejores narrando historias de terror , antes lo hacia en octubre , pero por razones desconocidas hoy en día sigue haciendo terror sigue desde octubre y enero del año 2014 , NOTA : 9/10
su canal :https://www.youtube.com/user/DrossRotzank
Dross Rotzank en su canal no es un 100% terror pero cuando lo hace es fabuloso .
Su narración te siente en la historia es fabuloso , en un "dross o rama" dijo que los creepypastas se lo recordaba eso me dice que tiene una memoria espectacular , yo también algunas veces lo hago con memoria , pero el lo hace estupendo , entre edición de vídeo es una de las mejores cosas ya que se nota el esfuerzo , el tiempo esta totalmente bien entre 30 minutos generalmente , los creepypastas son de los mas destacados y algunos no tan conocidos quizas unos de los mejores narrando historias de terror , antes lo hacia en octubre , pero por razones desconocidas hoy en día sigue haciendo terror sigue desde octubre y enero del año 2014 , NOTA : 9/10
su canal :https://www.youtube.com/user/DrossRotzank
Criatura del Diablo
Era de noche cuando mi abuelo estaba contándonos anécdotas que había vivido en aquellos tiempos, sus amores, experiencias laborales y del cómo él y otros compañeros atrapaban brujas en esa localidad.
Eran cerca de las once de la noche cuando un habitante de ahí le habló a mi abuelo, le comenzó a decir que había una extraña criatura merodeando el pueblo, que ya varios hombres andaban tras de ella pero que no sabían qué era, decía que tenía la forma de un ave grande.
Los dos salieron corriendo a donde estaban los demás y yo me fui detrás de ellos quedándose en casa mi abuela y mi hermana. Cuando llegamos a donde estaban los otros, nos dijeron que la criatura se había ido a un cuarto vacío que estaba a un lado de la escuela. Todos fuimos a ese lugar y como era obvio pues tuvieron que mandar a alguien a checar y ese alguien fui yo. Me acerque muy temeroso y lentamente con una linterna empecé a aluzar cuándo de pronto una especie de animal o algo semejante salió rápidamente de ahí subiendo una pequeña colina que estaba cerca de ahí. Yo tire la linterna y rápido me fui con los señores diciéndoles lo sucedido.
Hubo quienes quisieron seguir con la persecución y otros que ya no debido a que tenían que ir a trabajar muy temprano y otros por miedo. Yo por más que quise irme no pude debido a que estaba mi abuelo ahí y además quería saber qué era lo que perseguíamos.
Íbamos rumbo a la colina y de pronto la luz se fue en todo el pueblo, eran cerca de las doce de la medianoche cuando un grito escalofriante resonó en todas partes, todos quedamos paralizados del miedo y asombro, esa extraña criatura paso frente a nosotros y rápido nos fuimos tras de ella logrando ver donde se detuvo. Al llegar a la pila (almacén de agua) que fue el lugar donde se detuvo la criatura, vimos un tipo de ave deforme, era de gran tamaño ojos grandes y un pico con extrañas cicatrices. Esa criatura comenzó a caminar y a gritar muy extraño, en cuanto caminaba logramos ver como se iba convirtiendo en un hombre, lo vimos alejarse de ahí, el vestía todo de negro y ropa de piel. Ese hombre se detuvo, regreso su mirada con nosotros y nos dijo que pronto lo veríamos nuevamente, siguió caminando y se perdió en la oscuridad.
Al día siguiente todos empezaron a hablar de esa criatura y de la amenaza que hizo de regresar. Todos los de ese pueblo ya están preparados para cuando esa criatura decida regresar.
dijeron que tal vez tenia pacto con el Diablo.
Eran cerca de las once de la noche cuando un habitante de ahí le habló a mi abuelo, le comenzó a decir que había una extraña criatura merodeando el pueblo, que ya varios hombres andaban tras de ella pero que no sabían qué era, decía que tenía la forma de un ave grande.
Los dos salieron corriendo a donde estaban los demás y yo me fui detrás de ellos quedándose en casa mi abuela y mi hermana. Cuando llegamos a donde estaban los otros, nos dijeron que la criatura se había ido a un cuarto vacío que estaba a un lado de la escuela. Todos fuimos a ese lugar y como era obvio pues tuvieron que mandar a alguien a checar y ese alguien fui yo. Me acerque muy temeroso y lentamente con una linterna empecé a aluzar cuándo de pronto una especie de animal o algo semejante salió rápidamente de ahí subiendo una pequeña colina que estaba cerca de ahí. Yo tire la linterna y rápido me fui con los señores diciéndoles lo sucedido.
Hubo quienes quisieron seguir con la persecución y otros que ya no debido a que tenían que ir a trabajar muy temprano y otros por miedo. Yo por más que quise irme no pude debido a que estaba mi abuelo ahí y además quería saber qué era lo que perseguíamos.
Íbamos rumbo a la colina y de pronto la luz se fue en todo el pueblo, eran cerca de las doce de la medianoche cuando un grito escalofriante resonó en todas partes, todos quedamos paralizados del miedo y asombro, esa extraña criatura paso frente a nosotros y rápido nos fuimos tras de ella logrando ver donde se detuvo. Al llegar a la pila (almacén de agua) que fue el lugar donde se detuvo la criatura, vimos un tipo de ave deforme, era de gran tamaño ojos grandes y un pico con extrañas cicatrices. Esa criatura comenzó a caminar y a gritar muy extraño, en cuanto caminaba logramos ver como se iba convirtiendo en un hombre, lo vimos alejarse de ahí, el vestía todo de negro y ropa de piel. Ese hombre se detuvo, regreso su mirada con nosotros y nos dijo que pronto lo veríamos nuevamente, siguió caminando y se perdió en la oscuridad.
Al día siguiente todos empezaron a hablar de esa criatura y de la amenaza que hizo de regresar. Todos los de ese pueblo ya están preparados para cuando esa criatura decida regresar.
dijeron que tal vez tenia pacto con el Diablo.
Modelo H-666
Eh estado buscando aquella cosa que hizo mi vida un derrumbe, aquella cosa que me volvió loco, aquella cosa que yo mismo construí pensando que seria un sueño, pero aquel sueño se convirtió en una pesadilla arriesgando la vida de mi hijo y de mi esposa.
Era otoño, mi esposa, mi hijo y yo íbamos a nuestro nuevo hogar ya que me ofrecieron un nuevo empleo en la mecánica como inventor de maquinas.
Llegamos a la cabaña y empezamos a desempacar, mi hijo estaba triste, todo niño no dejaría a sus amigos y sus buenos momentos, me sentía culpable, mi hijo de 15 años que vivió toda su infancia en la ciudad, me sentía horrible pero lo hice porque en mi antiguo trabajo me daban un sueldo menor y cuando me ofrecieron este nuevo trabajo, que ademas con un sueldo mayor, pensé que así podíamos vivir mejor.
Mientras que mi esposa trataba de animar a mi hijo, yo pensaba en como tratar de animarlo, yo estaba pensando en que inventar para mi jefe y el consejo, estaba pensando todo el día hasta que en la noche se me ocurrió una idea, como ahora vivimos en el campo, estuve viendo a los caballos y a los toros, aquellos pobres animales que trabajan todo el día bajo el caluroso sol, entonces pensé porque no crear un robot que sea fuerte como un toro para que nunca se canse al tirar las pesadas cargar y que sea rápido a la velocidad de una motocicleta y tenga la apariencia de un caballo, entonces dibuje el modelo y lo empece a construir, lo que nunca me di cuenta es que llego un momento que me volví una persona arrogante y egoísta, me di cuenta justo cuando di una discusión con mi hijo...Los días que pasaba en mi taller construyendo la maquina, mi hijo lo que mas quería era estar conmigo, pero siempre le respondía: "Ahora no, Thomas estoy terminando la maquina quizás en otro momento" aquella frase empezó a ser constante, me obsesione en terminar el robot.
Al fin termine el robot, un caballo robot de metal y acero, con unos ojos enormes circulares de color rojo, unos cuernos rojos, y para darle un aspecto un poco mas amable le di una sonrisa, cuando lo vi terminado estaba feliz, de pronto se me ocurrió hacerlo funcionar con el control remoto presione el botón y el caballo robot empezó a moverse, lo quise someter a unas pruebas primero de velocidad consistía en correr unos 20 km en la carretera, luego en el basurero levantaría una caja llena de ladrillos de concreto y por ultimo una prueba auditiva que consiste en que suena un sonido cualquiera y con unas tarjetas que contienen unos dibujos (perro, gato, camión, ratón, etc) deberá relacionar el sonido con el dibujo, el resultado fue exitoso, y me sorprendió mas cuando aprobó con la prueba auditiva, sin duda era una maquina impresionante fuerte, rápida e inteligente.
A la mañana siguiente mi hijo ya no me mostraba su sonrisa, me miraba con unos ojos llenos de odio y furia, realmente no estaba feliz, cuando mi esposa entro a la cocina, Thomas le dio un beso de buenos días y le dijo:
"Buenos días mamá" y le sonrió
"Buenos días Thomas, ¿listo para tu primer día de escuela?"
"Si mamá, aunque estoy un poco nervioso"
"Ay hijo, no te preocupes tienes que mostrarte firme y seguro de ti mismo"
"De acuerdo mamá"
Después del largo silencio quise despertar un poco contando mi invento, mi esposa estaba feliz por lo que hice, pero mi hijo de nuevo puso esa mirada de odio, me empezó a molestar, hasta que de pronto no lo pude soportar mas:
"Thomas ¿podrías dejar de ponerme esa cara?"
No respondió, le repetí la misma pregunta y no hubo respuesta.
"Hijo que pasa desde que nos mudamos aquí, no has cambiado la cara, ¿a caso no estas feliz con lo que invente?"
"Ay demonios papá, todo el tiempo hablas de ti y de tu estúpida maquina, y claro que no estoy feliz, ¿no va ver algún día en que no vas a hablar de esa chatarra?
Aquella respuesta me ofendió completamente y de alguna extraña razón llego una furia extraña, entre tristeza y enojo
"Primero que nada mi invento no es una chatarra es un robot que podría ser un gran aporte para la comunidad y segundo estoy casi seguro de que estas celoso porque he creado una maquina en la cual estoy mas contento, porque fue la mejor cosa que he creado"
Al terminar mi hijo empezó a caerle unas lagrimas de rabia
"Sabes que hablare en tu idioma...¡¡¡ERES LA PEOR COSA, NI SIQUIERA ALGUIEN, LA PEOR COSA QUE PUDO HABER PISADO EN LA HISTORIA DE LA TIERRA, Y MAS AUN LO UNICO QUE QUERIA ERA PASAR TIEMPO CONTIGO POR UNA MALDITA VEZ EN MI MISERABLE VIDA!!!
Quede sorprendido por aquellas palabras que salieron en la boca de mi hijo
"Muy bien Thomas te voy a..."
Justo ahí llego el autobús escolar y mi hijo con una sonrisa de victoria me dice
"Si me disculpan tengo que ir a la escuela"
Cuando mi hijo se fue, mi esposa me miro con esas miradas de que te dejan una marca horrible en tu memoria
"¿Así que la mejor cosa que te haya pasado en tu estúpida vida fue ese robot?
"Margaret yo solo lo decía..."
"Cállate no quiero escuchar ni una sola palabra, ahora tu voz me irrita cada vez que la escucho"
Mi esposa salió de la cocina, quede solo tanto como por fuera y por dentro realmente estaba putrefacto en mi cabeza me decía <<¿que he hecho?>>
Dias después mi esposa me abandono para siempre, se divorcio de mi porque solo hablaba de mi mismo y ademas no fui consciente por aquel comentario que le hice a mi hijo, antes de salir de la casa con las maletas ella me dijo
"En la noche iré a buscar a Thomas, tu no podrías seguir cuidando de el"
Y con esto se fue, estaba destrozado, que iba a ser ya no podía hacer nada. En la noche Margaret llego a mi casa como lo había dicho.
"¿Donde esta Thomas?"
Lo empece a llamar, pero no contestaba, Margaret hizo lo mismo varias veces hasta que escuchamos un disparo en el taller, rápidamente fuimos a ver y de pronto vimos a Thomas tirado en el suelo bañado de sangre, Margaret empezó a llorar, encontré una nota que decía
"Queridos padres:
Bueno ahora no serán tan queridos porque ustedes dos tienen la culpa de que mi vida sea una miseria, padre lo único que sabias hacer es revolcarte en el orgullo y la arrogancia, y madre siempre supe que tarde o temprano llegaría un minuto en que no soportarías a mi papá y ademas trataste de correr el riesgo de abandonar a papá, pero saben que me di cuenta de algo el robot y yo teníamos una cosa en común lo que mas queríamos era tener una familia el pobre robot estaba harto de que tu no me valores, ¿y como lo se? El me lo dijo a través de las tarjetas, pero ahora el robot murió porque yo lo mate, le hice creer que le iba hacer un favor, le corte un cable en la cual ocupaba la memoria suya, ya que le borre la memoria, ese espacio vació ocupara el peor recuerdo que tengo en mi memoria, recordando que las mejores personas, pueden que sean tus peores enemigos, ahora serán testigos de que voy a poseer al robot, lastima que no vivirán para contarlo..."
En ese momento en las sombras había una
luz muy fuerte de color rojo, apareció el robot caballo que estaba siendo poseído por mi loco hijo, empezamos a retroceder poco a poco mientras que el robot empezó a correr y choco con Margaret haciendo que explotara de sangre, justo ahí me vio, me puso sus pesuñas de acero en mi estomago y viendo sus ojos brillantes de color rojo, sus cuernos manchados de sangre y la sonrisa que le di, como pude ser un idiota cree a un monstruo y se a apoderado de mi hijo, el robot me presiono el estomago haciendo que vomitara sangre y empezó a presionarme mas el estomago hasta que todo se volvió negro.
Jure vengarme de mi hijo, y lo llame H-666 por una simple razón, H por horse y 666 porque el es la bestia proveniente del infierno.
Era otoño, mi esposa, mi hijo y yo íbamos a nuestro nuevo hogar ya que me ofrecieron un nuevo empleo en la mecánica como inventor de maquinas.
Llegamos a la cabaña y empezamos a desempacar, mi hijo estaba triste, todo niño no dejaría a sus amigos y sus buenos momentos, me sentía culpable, mi hijo de 15 años que vivió toda su infancia en la ciudad, me sentía horrible pero lo hice porque en mi antiguo trabajo me daban un sueldo menor y cuando me ofrecieron este nuevo trabajo, que ademas con un sueldo mayor, pensé que así podíamos vivir mejor.
Mientras que mi esposa trataba de animar a mi hijo, yo pensaba en como tratar de animarlo, yo estaba pensando en que inventar para mi jefe y el consejo, estaba pensando todo el día hasta que en la noche se me ocurrió una idea, como ahora vivimos en el campo, estuve viendo a los caballos y a los toros, aquellos pobres animales que trabajan todo el día bajo el caluroso sol, entonces pensé porque no crear un robot que sea fuerte como un toro para que nunca se canse al tirar las pesadas cargar y que sea rápido a la velocidad de una motocicleta y tenga la apariencia de un caballo, entonces dibuje el modelo y lo empece a construir, lo que nunca me di cuenta es que llego un momento que me volví una persona arrogante y egoísta, me di cuenta justo cuando di una discusión con mi hijo...Los días que pasaba en mi taller construyendo la maquina, mi hijo lo que mas quería era estar conmigo, pero siempre le respondía: "Ahora no, Thomas estoy terminando la maquina quizás en otro momento" aquella frase empezó a ser constante, me obsesione en terminar el robot.
Al fin termine el robot, un caballo robot de metal y acero, con unos ojos enormes circulares de color rojo, unos cuernos rojos, y para darle un aspecto un poco mas amable le di una sonrisa, cuando lo vi terminado estaba feliz, de pronto se me ocurrió hacerlo funcionar con el control remoto presione el botón y el caballo robot empezó a moverse, lo quise someter a unas pruebas primero de velocidad consistía en correr unos 20 km en la carretera, luego en el basurero levantaría una caja llena de ladrillos de concreto y por ultimo una prueba auditiva que consiste en que suena un sonido cualquiera y con unas tarjetas que contienen unos dibujos (perro, gato, camión, ratón, etc) deberá relacionar el sonido con el dibujo, el resultado fue exitoso, y me sorprendió mas cuando aprobó con la prueba auditiva, sin duda era una maquina impresionante fuerte, rápida e inteligente.
A la mañana siguiente mi hijo ya no me mostraba su sonrisa, me miraba con unos ojos llenos de odio y furia, realmente no estaba feliz, cuando mi esposa entro a la cocina, Thomas le dio un beso de buenos días y le dijo:
"Buenos días mamá" y le sonrió
"Buenos días Thomas, ¿listo para tu primer día de escuela?"
"Si mamá, aunque estoy un poco nervioso"
"Ay hijo, no te preocupes tienes que mostrarte firme y seguro de ti mismo"
"De acuerdo mamá"
Después del largo silencio quise despertar un poco contando mi invento, mi esposa estaba feliz por lo que hice, pero mi hijo de nuevo puso esa mirada de odio, me empezó a molestar, hasta que de pronto no lo pude soportar mas:
"Thomas ¿podrías dejar de ponerme esa cara?"
No respondió, le repetí la misma pregunta y no hubo respuesta.
"Hijo que pasa desde que nos mudamos aquí, no has cambiado la cara, ¿a caso no estas feliz con lo que invente?"
"Ay demonios papá, todo el tiempo hablas de ti y de tu estúpida maquina, y claro que no estoy feliz, ¿no va ver algún día en que no vas a hablar de esa chatarra?
Aquella respuesta me ofendió completamente y de alguna extraña razón llego una furia extraña, entre tristeza y enojo
"Primero que nada mi invento no es una chatarra es un robot que podría ser un gran aporte para la comunidad y segundo estoy casi seguro de que estas celoso porque he creado una maquina en la cual estoy mas contento, porque fue la mejor cosa que he creado"
Al terminar mi hijo empezó a caerle unas lagrimas de rabia
"Sabes que hablare en tu idioma...¡¡¡ERES LA PEOR COSA, NI SIQUIERA ALGUIEN, LA PEOR COSA QUE PUDO HABER PISADO EN LA HISTORIA DE LA TIERRA, Y MAS AUN LO UNICO QUE QUERIA ERA PASAR TIEMPO CONTIGO POR UNA MALDITA VEZ EN MI MISERABLE VIDA!!!
Quede sorprendido por aquellas palabras que salieron en la boca de mi hijo
"Muy bien Thomas te voy a..."
Justo ahí llego el autobús escolar y mi hijo con una sonrisa de victoria me dice
"Si me disculpan tengo que ir a la escuela"
Cuando mi hijo se fue, mi esposa me miro con esas miradas de que te dejan una marca horrible en tu memoria
"¿Así que la mejor cosa que te haya pasado en tu estúpida vida fue ese robot?
"Margaret yo solo lo decía..."
"Cállate no quiero escuchar ni una sola palabra, ahora tu voz me irrita cada vez que la escucho"
Mi esposa salió de la cocina, quede solo tanto como por fuera y por dentro realmente estaba putrefacto en mi cabeza me decía <<¿que he hecho?>>
Dias después mi esposa me abandono para siempre, se divorcio de mi porque solo hablaba de mi mismo y ademas no fui consciente por aquel comentario que le hice a mi hijo, antes de salir de la casa con las maletas ella me dijo
"En la noche iré a buscar a Thomas, tu no podrías seguir cuidando de el"
Y con esto se fue, estaba destrozado, que iba a ser ya no podía hacer nada. En la noche Margaret llego a mi casa como lo había dicho.
"¿Donde esta Thomas?"
Lo empece a llamar, pero no contestaba, Margaret hizo lo mismo varias veces hasta que escuchamos un disparo en el taller, rápidamente fuimos a ver y de pronto vimos a Thomas tirado en el suelo bañado de sangre, Margaret empezó a llorar, encontré una nota que decía
"Queridos padres:
Bueno ahora no serán tan queridos porque ustedes dos tienen la culpa de que mi vida sea una miseria, padre lo único que sabias hacer es revolcarte en el orgullo y la arrogancia, y madre siempre supe que tarde o temprano llegaría un minuto en que no soportarías a mi papá y ademas trataste de correr el riesgo de abandonar a papá, pero saben que me di cuenta de algo el robot y yo teníamos una cosa en común lo que mas queríamos era tener una familia el pobre robot estaba harto de que tu no me valores, ¿y como lo se? El me lo dijo a través de las tarjetas, pero ahora el robot murió porque yo lo mate, le hice creer que le iba hacer un favor, le corte un cable en la cual ocupaba la memoria suya, ya que le borre la memoria, ese espacio vació ocupara el peor recuerdo que tengo en mi memoria, recordando que las mejores personas, pueden que sean tus peores enemigos, ahora serán testigos de que voy a poseer al robot, lastima que no vivirán para contarlo..."
En ese momento en las sombras había una
luz muy fuerte de color rojo, apareció el robot caballo que estaba siendo poseído por mi loco hijo, empezamos a retroceder poco a poco mientras que el robot empezó a correr y choco con Margaret haciendo que explotara de sangre, justo ahí me vio, me puso sus pesuñas de acero en mi estomago y viendo sus ojos brillantes de color rojo, sus cuernos manchados de sangre y la sonrisa que le di, como pude ser un idiota cree a un monstruo y se a apoderado de mi hijo, el robot me presiono el estomago haciendo que vomitara sangre y empezó a presionarme mas el estomago hasta que todo se volvió negro.
Jure vengarme de mi hijo, y lo llame H-666 por una simple razón, H por horse y 666 porque el es la bestia proveniente del infierno.
Terror en el bosque
Solia ir a correr a diario en una colina a unas cuantas calles de mi casa, siempre me motivaba a ir un poco mas lejos, el unico problema era que el camino se hacia cada vez mas boscoso lo cual no me gustaba por si me llegase a perder. Pero un dia cansado de recorrer siempre el mismo camino decidi alargar mi trayecto un poco mas y fue asi como cometi un grave error.
Al dia siguiente sali decidido, llegue al limite y segui trotando mientras me habria paso sobre el humedo bosque que atravezaba, ya perdia el aliento y me detuve a descansar y alsar la mirada para lo que habia recorido, y fue hay cuando vi una humilde casa con una señora que al parecer residia en ese pantanoso bosque. Por alguna razon decide acercarme a la casa a pedirle un poco de agua a la humilde señora a lo cual le dije:
-Buenas tardes señora me podria regalar un poco de agua
A lo cual me respondio:
-Claro hijo ven pasa adelante (le respondi):
-Gracias pero no tengo mucho tiempo se hace tarde y el camino es largo (luego me dijo):
-Que joven tan modesto anda pasa no seas timido.
A lo cual acepte; al pasar observe que tenia muchos jarrones de arcilla que estaban formados en dos lineas
rectas apuntando hacia la puerta trasera de la casa, decidi no hacerle mucho caso a eso a lo que llego con un vaso peliculiarmente echo de arcilla con agua y me dice:
-¿Que hace un joven tan modesto como tu por estos senderos? (le dije):
-Andaba corriendo un poco; bueno se hace tarde adios gracias por el agua (a lo cual exclamo):
-!!Espera no te vallas!! (exclamo con un tono un poco agresivo) se hace tarde y oscurece deberias pasar la noche aqui, tengo una habitacion libre.
-(Al ver que se hacia de noche no podia rechazar su oferta y le respondi): si no le molesta, aceptare quedarme por hoy.
Me llevo a una habitacion donde tambien habian muchos jarrones de arcilla. En fin era de noche estaba algo preocupado pero me aliviaba saber que me iria a la mañana siguiente. Al interntar dormir me dieron ganas de ir al baño, a lo que decidi salir al patio trasero. Mientras me acercaba a unos arboles, note un olor a humedad impresionante. Decidi revisar que era , lo siguiente que observe me dejo impactado. Era un ser de aspecto un poco humanoide echo como de lodo, el ser parecia intentar salir del lodo arrastrandose de una forma repugnate, estaba paralizado del miedo a lo cual el toco mi pierna y cai tendido al piso desmayado, lo siguiente que vi al despertar era que estaba en una habitacion con una maquinade arcilla en centro de esta y la señora de espalda a mi trabajando en algun jaron le grite:
-¿!! Que paso donde estoy !!? (me responde):
-Tu podrias ser una buena vasija ¿te gustaria ser la siguiente?
Enseguida logre reccuperar el control total de mi cuerpo y sali corriendo sin mirrar atras, no pare hasta llegar a un lugar mas despejado e irme a mi casa. Aun hoy no se que era ese horripilante ser ni que secretos escondia esa casa
La Criatura de ojos tristes
elven los escalofríos de Paul.
En ese momento, pensó, que hubiera sido mil veces mejor estar loco, que todo lo que sucedió fuera parte de su imaginación. Pero no era así, todo era real y estaba a punto de ponerse peor.
Era la criatura, estaba junto a su cama, encorvado como de costumbre y mientras agarra del pie de Paul, comienza a hablar en la lengua extraña -que había escuchado por teléfono el día anterior, cuando hablaba con Katherine -lógicamente, Paul no entendía nada.
Mientras luchaba por ser liberado, sólo esperaba que lo soltaran y se fuera como el día anterior. La criatura finalmente, en su mirada de dolor y angustia – que era lo más extraño y perturbador que tenía en su aspecto – lo mira fijamente y comienza a brotar sangre por sus ojos amarillos. Luego la criatura se levanta, y del pie que tenía agarrado a Paul, lo comienza a azotar contra el piso, era imposible zafarse ante semejante fuerza.
Finalmente la criatura lo arrastra de los pies, lo saca del departamento, por el pasillo hacia los ductos de basura – que hay en todos los pisos del edificio – comienzan a subir y llegan al último piso.
Paul, casi inconsciente por los golpes, queda indefenso, y se rinde ante la criatura. Finalmente luego de todo el sufrimiento y la tortura, el ser lo levanta del cuello, lo asfixia hasta su muerte y lo lanza de la azotea hacia el estacionamiento lateral del edificio.
Ante tal caída, el conserje de turno escucha el golpe, y se apresura a ver. Queda impactado, al ver el cuerpo inmóvil del joven. Inmediatamente piensa que fue un suicidio y lo reporta.
Su familia – que ante el miedo de que se quitara la vida y no recibir respuesta a las llamadas telefónicas – había decidió viajar hacia Santiago, para evitar una tragedia, que nunca estuvo planeada por Paul ciertamente. Lamentablemente, él nunca llego a contarle a nadie lo que había sucedido, por lo que al enterarse su familia del deceso de Paul, asumieron qué fue lo que temían, y no había nada por hacer. Nadie nunca supo, ni va a saber realmente, los horrendos últimos días de vida de Paul, quien murió por estar en el lugar y momento incorrecto.
Fue víctima de la criatura de los ojos tristes, sólo por ver lo que nunca debió haber visto.
En ese momento, pensó, que hubiera sido mil veces mejor estar loco, que todo lo que sucedió fuera parte de su imaginación. Pero no era así, todo era real y estaba a punto de ponerse peor.
Era la criatura, estaba junto a su cama, encorvado como de costumbre y mientras agarra del pie de Paul, comienza a hablar en la lengua extraña -que había escuchado por teléfono el día anterior, cuando hablaba con Katherine -lógicamente, Paul no entendía nada.
Mientras luchaba por ser liberado, sólo esperaba que lo soltaran y se fuera como el día anterior. La criatura finalmente, en su mirada de dolor y angustia – que era lo más extraño y perturbador que tenía en su aspecto – lo mira fijamente y comienza a brotar sangre por sus ojos amarillos. Luego la criatura se levanta, y del pie que tenía agarrado a Paul, lo comienza a azotar contra el piso, era imposible zafarse ante semejante fuerza.
Finalmente la criatura lo arrastra de los pies, lo saca del departamento, por el pasillo hacia los ductos de basura – que hay en todos los pisos del edificio – comienzan a subir y llegan al último piso.
Paul, casi inconsciente por los golpes, queda indefenso, y se rinde ante la criatura. Finalmente luego de todo el sufrimiento y la tortura, el ser lo levanta del cuello, lo asfixia hasta su muerte y lo lanza de la azotea hacia el estacionamiento lateral del edificio.
Ante tal caída, el conserje de turno escucha el golpe, y se apresura a ver. Queda impactado, al ver el cuerpo inmóvil del joven. Inmediatamente piensa que fue un suicidio y lo reporta.
Su familia – que ante el miedo de que se quitara la vida y no recibir respuesta a las llamadas telefónicas – había decidió viajar hacia Santiago, para evitar una tragedia, que nunca estuvo planeada por Paul ciertamente. Lamentablemente, él nunca llego a contarle a nadie lo que había sucedido, por lo que al enterarse su familia del deceso de Paul, asumieron qué fue lo que temían, y no había nada por hacer. Nadie nunca supo, ni va a saber realmente, los horrendos últimos días de vida de Paul, quien murió por estar en el lugar y momento incorrecto.
Fue víctima de la criatura de los ojos tristes, sólo por ver lo que nunca debió haber visto.
La canción maldita de pueblo Lavanda
Corría el año 1996. La compañía Game Freak acababa de sacar al mercado ni más ni menos que la primera edición de Pokémon Rojo y Verde. Por lo visto, informes policiales indican que, durante los meses de verano de ese mismo año, se dieron la friolera de 104 casos de suicidio en niños de 7 a 12 años (franja de edad objetivo de ventas del juego).
En todos los casos, se investigó el por qué de su comportamiento. Los padres alegaban que sus hijos estaban enganchados al juego. Se analizaron varios de esos cartuchos y en todos la memoria interna del juego situaba el último estado del jugador en Pueblo Lavanda.
Los síntomas que sufrían los niños previamente al suicidio parecían ser inducidos por la música que sonaba al entrar en Pueblo Lavanda. Al parecer, la melodía poseía unos picos de intensidad tonal que sólo los niños pre-púberes pueden escuchar. La combinación de sonidos estridentes y agobiantes producían en los jugadores fuertes dolores de cabeza o incluso migrañas, acompañadas de insomnio. El siguiente estado que se padecía era irritabilidad, acompañada de insomnio, adicción al juego y, en muchos casos, sangrado de nariz. Finalmente, los afectados sufrían náuseas y vómitos, y una depresión muy fuerte (algo impropio en niños de esa edad).
Era esa pérdida de apego a la vida y ese malestar lo que llevó a muchos niños al suicidio. Se informó a Game Freak de los supuestos efectos producidos por esa música, y corrigieron la melodía en las siguientes versiones del juego incluídas las versiones (Rojo y Azul de Europa y EE.UU) que todos conocemos. Nuestra melodía es muy parecida, al parecer sólo carece de un supuesto "murmullo" que causa melodías bitonales en la canción original, incluyendo los tonos que nosotros ya no podemos escuchar debido a la edad.
Personalmente ami me paso que la primera vez que jugue este juego en el año 2003 aproximadamente la vez que llegue al dichoso pueblo Lavanda algo me paso que me quede escuchando aproximadamente uno 30 minutos esa cancion, reitero que el video no es de mi cartucho, es una referencia pero es el mismo en todos los sentidos, luego de escuchar ese sonido comenzo un dolor de cabeza increible. Como mencione antes no fue mucho aunque no descarto de que se trato de una coincidencia lo sucedido y como es un creepypasta se desconocen muchos hechos
En todos los casos, se investigó el por qué de su comportamiento. Los padres alegaban que sus hijos estaban enganchados al juego. Se analizaron varios de esos cartuchos y en todos la memoria interna del juego situaba el último estado del jugador en Pueblo Lavanda.
Los síntomas que sufrían los niños previamente al suicidio parecían ser inducidos por la música que sonaba al entrar en Pueblo Lavanda. Al parecer, la melodía poseía unos picos de intensidad tonal que sólo los niños pre-púberes pueden escuchar. La combinación de sonidos estridentes y agobiantes producían en los jugadores fuertes dolores de cabeza o incluso migrañas, acompañadas de insomnio. El siguiente estado que se padecía era irritabilidad, acompañada de insomnio, adicción al juego y, en muchos casos, sangrado de nariz. Finalmente, los afectados sufrían náuseas y vómitos, y una depresión muy fuerte (algo impropio en niños de esa edad).
Era esa pérdida de apego a la vida y ese malestar lo que llevó a muchos niños al suicidio. Se informó a Game Freak de los supuestos efectos producidos por esa música, y corrigieron la melodía en las siguientes versiones del juego incluídas las versiones (Rojo y Azul de Europa y EE.UU) que todos conocemos. Nuestra melodía es muy parecida, al parecer sólo carece de un supuesto "murmullo" que causa melodías bitonales en la canción original, incluyendo los tonos que nosotros ya no podemos escuchar debido a la edad.
Personalmente ami me paso que la primera vez que jugue este juego en el año 2003 aproximadamente la vez que llegue al dichoso pueblo Lavanda algo me paso que me quede escuchando aproximadamente uno 30 minutos esa cancion, reitero que el video no es de mi cartucho, es una referencia pero es el mismo en todos los sentidos, luego de escuchar ese sonido comenzo un dolor de cabeza increible. Como mencione antes no fue mucho aunque no descarto de que se trato de una coincidencia lo sucedido y como es un creepypasta se desconocen muchos hechos
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