lunes, 13 de enero de 2014

Código Morse

Al menos hasta donde me daba cuenta, nunca había tenido experiencias sobrenaturales, ni paranormales, ni siquiera coincidencias sospechosas, nada; todo seguía su ritmo natural y completamente explicable. Era un fiel católico y servía en mi parroquia local, así que en cierta parte, estaba dentro de mis creencias la probabilidad de que aquí, en este momento, demonios y criaturas del Infierno estuvieran haciendo de las suyas; pero era esa misma doctrina la que me decía que Dios nos protegía de las intenciones de esas bestias.

Dicho esto, dejo claro que lo que les voy a contar es una situación desconocida para mí. Nunca me imaginé que yo estuviera platicando esto, fue un golpe duro a mi escepticismo.

Vivo en Ciudad Juárez. Para los que no frecuentan las noticias, mi ciudad alguna vez fue la más violenta del mundo, incluso por encima de las zonas de guerra del Medio Oriente. En el apogeo de las matanzas y secuestros, mis padres no me dejaban salir mucho, nada de fiestas, ni antros, ni andarme solo en el coche por la noche. Pasaba mucho tiempo en mi casa.

Mi hogar es un complejo de dos pisos, construido sobre 160 metros cuadrados de suelo; no es muy grande, pero es un buen lugar para vivir. Cuando llego de la escuela la casa está sola y la comida está hecha. Me pongo a almorzar en la mesa y cuando me dan las tres de la tarde, subo a mi cuarto a dormir un rato (por un rato me refiero a casi un periodo de hibernación para un oso salvaje).

En mi casa, el techo “hace ruido”. Es muy fuerte como para ser pisadas de algún ave, parece como piedras de regular tamaño que llueven sobre mi techo. Siempre he pensado que son los ductos de ventilación comprimiéndose por el frío o expandiéndose por el calor. Estos sonidos son más regulares durante el día, y más cuando voy a tomar una siesta, pero nunca les había dado importancia.

Hace poco en la iglesia me enseñaron el código morse, nos trajeron un ciego moribundo que no sabía leer braille, pero sabía el código morse, entonces para comunicarnos con él a algunos miembros de la comunidad nos encargaron aprender el código. Este hombre se comunicaba a través de las vibraciones que producían los golpes empleados en dicha codificación, nuestro objetivo era enseñarle la palabra de Dios en este lenguaje. Dicen que es muy difícil de aprender; suponiendo que todos empezarían por dominar el abecedario, yo quise empezar por los números.

Los números constan de dos golpes, existe el golpe largo y el golpe corto. Realmente, a diferencia de lo que nos dijeron, fue muy sencillo aprenderme la numeración en código morse.

Ya que estaba de vacaciones, pasaba todavía más tiempo en casa y tomaba siestas regularmente. Estaba acostado en mi cama, preparado para descansar un rato, cuando el techo comenzó a hacer ruidos. Fueron cerca de treinta golpes seguidos cada cinco minutos, pero cuando les presté atención más detenidamente, me percaté de que era código morse.

Todos eran números, el primero era 1, luego 2, después 0, después 1, 2, 0, 1, 2.

¿12012012? ¿Qué podía significar eso? Me temo que no creía que se tratara de algo sobrenatural, simplemente el techo haciendo ruidos. Me levanté de mi siesta y mi hermana y mi mamá ya habían llegado a la casa. Tengo una buena relación con toda mi familia, somos muy unidos, no le hacemos daño a nadie. Regularmente llevamos despensa a la iglesia para que la distribuyan a las comunidades menos privilegiadas, somos buenas personas.

Como ya dije, estaba de vacaciones, así que me iba a acostar hasta tarde. Todos ya estaban dormidos pero yo estaba jugando Starcraft en mi computadora, hasta que de repente escuché un golpeteo en el techo. Lo escuché atentamente por un rato y se trataba de otra secuencia de treinta golpes, de nuevo eran números en código morse: 1, 8, 0, 4, 2, 0, 1, 2.

¿Sería otra magnífica coincidencia? Mi escepticismo no me permitió pensar más allá.

Cuando me fui a dormir, algo me levantó a la mitad de la noche; se me hizo completamente fuera de lugar porque yo tengo un sueño constante ininterrumpido. Bajé al primer piso a tomar agua y sucedió algo extraño, parecía que algo estaba dentro de mi refrigerador y quería salir. Golpeaba la puerta ligeramente, conté los golpes, eran treinta, y de nuevo en clave morse. Mandaban este mensaje: 1, 3, 1, 1, 2, 0, 1, 2.

13112012… Para este punto seguía pensando, bueno, quería seguir pensando que todo era por azares del destino, efectos acústicos perfectamente explicables, a los cuales no debía de temer. Conservé la calma y me dije a mí mismo la célebre frase de Santa Teresa de Jesús, la cual me sé de memoria desde niño: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta”.

Abrí la puerta de mi refrigerador lentamente, tal vez algún animal se escabulló dentro. Sólo con abrir un poco la puerta se filtró un aroma desde el interior del aparato que casi me revienta los vasos sanguíneos nasales; era como carne podrida, quemada, como la de un animal muerto. Revisé todos los recipientes en donde mi mama guardaba comida y todo estaba en perfecto estado. Estaba seguro de que la procedencia del olor no podía ser otra que el refrigerador, pero no encontré nada.

Cerré el refrigerador y me percaté de que la estufa estaba encendida. El fuerte olor a gas penetró mi olfato, no tenía ni la menor idea de cuánto tiempo estuvo encendida, pero cuando bajé al primer piso no percibí el olor a gas. Lo apagué sin hacerme más preguntas.

Un poco confundido regresé a mi cuarto, y por alguna razón, mi computadora estaba prendida, cuando estaba completamente seguro de que la había apagado. Ya no podía engañarme más, algo fuera de lo normal estaba sucediendo dentro de mi casa. Simplemente me encomendé a Dios y recé unas cuantas Ave Marias, lo que me tranquilizó un poco, pero de igual manera sentía miedo, mucho miedo, no podía creer que esas cosas pudieran sucederle a personas como yo, tan devotas a su fe.

Google Chrome estaba abierto, con tres páginas diferentes en las pestañas. Eran notas de periódico virtuales. La fecha de la primera nota era el 12 de enero del 2012… 12012012, entendí por dónde iba todo. La nota hablaba de un hombre que mató a su familia asfixiándola con gas. Cuando llegó la policía, los cuerpos tenían casi tres semanas en descomposición, apestaban y las moscas sobrevolaban las bolsas en los que estaban envueltos. Dicho asesino se suicidó después de cometer el crimen.

Éste es el link de la página:

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/hombre-mata-a-su-familia-y-se-suicida-con-gas

La segunda nota estaba fechada el 18 de abril del 2012, de nuevo coincidiendo con la combinación de números que me fue dada “mágicamente”. Esta vez, la nota expresaba cómo un hombre mató a su esposa y a su hija de dos años de edad, les había disparado.

Y éste es su respectivo link:

http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=827503

La tercera página ya no fue una sorpresa para mí, estaba fechada el 13 de noviembre del 2012. Otro padre de familia que mató a sus dos hijos, de 9 y 6 años de edad, y luego mató a su esposa y se suicidó.

Por último, su link:

http://www.oem.com.mx/elsoldepuebla/notas/n2769728.htm

¿Qué tenía que ver esto conmigo? ¿Por qué me estaba pasando a mí? ¿Por qué? Porque de hecho…

Estaba a punto de apagar la computadora, cuando ésta empezó a realizar una serie de sonidos tipo 8-bit, en código morse. Iban muy rápido, así que busqué en Google algún traductor de código morse para apoyarme. El mensaje se repetía una y otra vez, iba anotando los números en la página y cuando terminé, reproducí el mensaje en código morse; era el mismo que mi computadora hacía, y decía estos números: 1, 6, 0, 9, 2, 0, 1, 3.

16 de septiembre del 2013, eso era lo que quería decir. ¿Será que algo pasará ese día? No soy Nostradamus, ni cualquier otro profeta, pero esto me tenía muy asustado, no entendía cómo ni por qué, por qué tenía que ser yo el que pasara por esto y no otra persona, yo que nunca había creído en sucesos así…

Quedé realmente espantado. Me sentía tan protegido de lo paranormal, invulnerable, podía andar por ahí libremente sabiendo que nunca nada me pasaría; pero ahora soy parte de aquellos que juran haber tenido una experiencia sobrenatural. Tengo miedo, más de estos eventos podrían seguirme sucediendo. Perdí esa confianza que depositaba en la protección divina de Dios, ahora simplemente estoy solo.

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