martes, 16 de julio de 2013

Eternamente bella

Veo como se le saltan las lágrimas mientras me mira con esos preciosos ojos grises. Aunque ahora están un poco desorbitados, debe ser el pánico, el miedo a saber la verdad: que no le queda mucho tiempo.

Ya no ríe como lo hacía mientras bailábamos en la disco, se veía estupenda con su top y sus vaqueros ajustados. Con ese cabello largo y oscuro enmarcando un rostro angelical donde sus ojos daban un toque de picardía, pero con pequeños rastros de ingenuidad.

Sus ojos son especiales, preciosos, una maravilla, de hecho son lo que me hicieron elegirla.
Cualquier tío la desearía, incluso muchas tías, pero yo no, soy una chica a la vieja usanza, me gustan demasiado los chicos para pensar en pasarme al otro lado.

No, yo no la deseo así...la deseo muerta; pálida, inerte como una muñeca de porcelana.
No estoy loca, sólo llena de envidia. Llevo demasiados años cuidándome para mejorar mi físico y no estoy dispuesta a que la primera monada que se presente me quite el puesto de diva.

Aunque he de reconocer que es guapa, muchísimo, incluso más que yo, y por eso no voy a permitir que siga por ahí meneando el culo delante de mis posibles amantes.
Pobrecilla, su miedo llega incluso a enternecerme, pero lo siento por ella, no aguanto la competencia. De todas formas no quiero estropearla así que no sé cómo voy a hacerlo.

¡Ah, ya lo tengo! la asfixiaré, así no le quedará ninguna fea marca, ni esas asquerosas manchas de sangre que estropean tanto la estética de la muerte, y es que algunos no sienten respeto ni tan siquiera por eso. ¡Malditos locos!

Es curioso lo que puede llegar a confiar una chica en una amiga, nunca se habría imaginado lo que la esperaba cuando la invite a casa, no puedo creer que fuera tan inocente.
Pero es tan guapa...incluso con la palidez que se ha adueñado de su piel y su mirada vacía sigue siendo bella. Eso sí, ahora no más que yo.

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