Jaime estaba en la primer fila del teatro, y sin darse cuenta era observado.
Concluida la obra, iba rumbo a la salida, y al mirar a un costado, vio a una muchacha que
le sonreía. La muchacha era tan hermosa, que lo hizo dudar si la sonrisa era para él. Primero
miró si detrás había alguien, después devolvió la sonrisa.
La muchacha tenía puesto un vestido antiguo, con un revelador escote. Era lógico suponer
que era una actriz, y que aún llevaba el vestuario de una obra anterior. La muchacha se le
acercó y saludó:
- ¡Hola! Veo que te gusta el teatro.
- ¡Hola! Sí, me gusta muchísimo, soy un fanático y todo… - dijo Jaime. En realidad era la
primera vez que veía una obra, y le habían regalado la entrada.
- ¿Te gustaría ver el teatro por dentro?
- Claro, ¡me encantaría! - respondió Jaime.
El teatro ya estaba casi vacío. Tras entrar a un corredor, pararon frente a un camerino.
- Este es mi camerino - dijo la muchacha -, si me esperas un rato te muestro lo demás.
- Bueno, te espero aquí mismo.
- No demoro.
- No tengo apuro.
La muchacha, tras una nueva sonrisa, cerró la puerta del camerino.
“Ese vestido será falso, pero aquellas no son de cotillón” pensaba Jaime mientras se restregaba
las manos.
Esperaba ansioso frente a la puerta. Al prestar más atención al corredor - antes su vista estaba
fija en el escote - le pareció que el lugar era bastante lúgubre, y al ver que alguien se le acercaba
por el corredor, sufrió una fuerte impresión debido a su apariencia, y retrocedió dos pasos.
Aparentemente era un hombre, pero su cabeza era muy pequeña, al acercarse más, Jaime
vio que era la cabeza de un muñeco, de esos que usan los ventrílocuos.
El hombre cabeza de muñeco, pasó frente a él y saludó con la mano, mirándole a los ojos;
después dobló rumbo a la pared y la atravesó, desapareciendo.
Si su corazón hubiera latido un poco más fuerte, seguramente hubiera muerto de terror, como
le ha sucedido a muchos, pero la juventud de Jaime lo salvó.
Estaba recuperando su ritmo cardíaco, cuando una voz le hizo dar un salto.
- ¿Qué está haciendo ahí?
Al voltear vio que era un hombre normal, con cabeza humana.
- Estoy, estoy esperando a una actriz, está en el camerino - le contestó Jaime.
- Esta parte del teatro no se usa - dijo el hombre, y procedió a abrir la puerta para demostrarlo.
Efectivamente el camerino estaba vacío, lleno de telas de araña y polvo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario