domingo, 27 de enero de 2013

De vuelta a la tierra



Creo que éste podría ser el final. Para nosotros, al menos. Hombre, y todo lo que hemos logrado.
Se me ha dado suficiente tiempo para pensar en ello desde la última vez que vi el sol. No es el fin del mundo, pero sí de nosotros. Supongo que comenzó hace casi un mes; aunque puede ser más, sólo tengo los relojes esparcidos alrededor de la casa para hacer suposiciones, y han estado fluctuando en la hora que marcan desde hace un tiempo. En fin, me desvío del punto. Salió en las noticias: un crucero se hundió por ninguna razón aparente. No estaba dañado, sólo fue cayendo directo hasta abajo. De ahí en adelante se volvió un fenómeno, todo en el agua se estaba hundiendo. Plataformas petroleras desaparecidas, personas bañando en el mar siendo arrastradas hasta el abismo. Nadie parecía ser capaz de explicar la causa. Era bizarro, ya nada flotaba… Esto saturó las noticias por un par de días hasta que simplemente se volvió amenazador.
Fue durante un reportaje que cambió para peor. La emisión tenía lugar en una playa, un reportaje en directo sobre los extraños eventos. Estaban reciclando las mismas preguntas que nos hemos hecho desde que todo comenzó, cuando el pánico pareció invadir la expresión de la reportera. Gritó en lo que la cámara se inclinaba para abajo; sus pies estaban hundidos en la arena hasta la espinilla. Recuerdo pensar incrédulo que se estaban jugando una pesada broma, eso hasta que la cámara cayó al suelo. Los siguientes 10 y tantos segundos mostraron no sólo la reportera hundiéndose en la arena, sino a todos. El entero equipo del noticiero que había ido a cubrir la historia. La toma de terror, gritos y personas hundiéndose acabó tan pronto la cámara fue engullida por la arena.
Se siguió tratando el tema después de eso pero no había mucho que decir. Algunos culparon a los sumideros por lo que pasó en la playa, mientras que otros argumentaban contra esta teoría desde la seguridad de su estudio. Pero ya no tenía sentido escucharlos. Más fácil era asomarse por la ventana. Las calles estaban desoladas. Todos temían ir afuera y se quedaban dentro de sus hogares. Los caminos y el pavimento eran absorbidos por grama y tierra. Señales de tránsito y semáforos siendo consumidos por las plantas. Casas también.
Algunos trataron de huir, saltando de techo en techo, buscando por terrenos más altos; los rascacielos se habían convertido en refugios para la mayoría. He hecho tan sólo un viaje por los tejados, un intento por conseguir provisiones de una tienda cercana. Pero hacía mucho que había sido saqueada. Ya teníamos presente toda la evidencia necesaria para saber qué tan mala era la situación. Es fácil estar en negación frente a algo como… lo que sea que esto fuera, hasta que en realidad comienza a afectarte. Cuando regresé a mi casa noté algo. Mi auto se había ido. Bueno, casi. Se podía ver el techo del vehículo asomándose sobre la tierra. Aunque no sólo mi auto, todos en la ciudad. Los más grandes todavía resaltaban, sólo parcialmente dentro y siempre consumiéndose de igual manera.
En cuestión de unos pocos días todo en mi primer piso se había hundido. Me las ingenié para bloquear las ventanas y puertas y así no reventaran por la presión de toda esa tierra, pero era tan sólo una celda ahora. Un mausoleo. No un lugar donde quisiera estar. Pasé la mayor parte del tiempo en la alcoba de la segunda planta, con la mirada puesta sobre el hostil mundo de afuera.
Mi vecino murió ayer. Cayó de su techo y fue tragado por la tierra. No es la primera persona que perdemos así, pero lo que le hizo notable fue cómo cayó. Trataba de impedir que su perro saliera al tejado. El can está bien, o eso asumo. Salió corriendo. Ellos no son afectados, los animales. Este mal está reservado para nosotros. Hacer un descubrimiento tan nihilista como ese fue más de lo que pude soportar; era todo una jodida pesadilla. Bebí en tanto exceso que caí inconsciente por todo lo que quedaba del día.
Cuando desperté con dificultad podía ubicarme en esa densa oscuridad que estaba. Encendí todos los interruptores de luz y fusibles pero la energía se había ido. Tomé una linterna de mi caja de herramientas y recorrí la casa ignorante de lo que pasaba. Al llegar a mi alcoba, lo vi, el último vestigio de luz natural que advertiría. Me obligué a creer que era de noche, y había dormido todo el día en una coma alcohólica. Para cuando avancé a la ventana ya no podía enfocarlo. Estaba bajo suelo. Traté de salir, escarbando por horas a través de la tierra que no dejaba de llegar, sin resultado.
No sé cuánto más conseguiré permanecer aquí. En esta enorme tumba. Tengo suficiente comida y oxígeno, hasta conseguí alumbrar un poco con algunas candelas y una cajetilla de fósforos. La linterna murió hace un tiempo.
Pero éste es nuestro destino. El destino del ser humano. Nuestro regreso a la tierra.

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