jueves, 24 de enero de 2013

¿Estás solo, verdad?


¿Estás solo verdad? Acabas de salir de la escuela. Hoy la luna no ha salido, no hay estrellas en el cielo, ni siquiera la luz pública alumbra las calles. Acabas de salir del turno vespertino. Ese fue tu castigo. A final de cuentas tú te lo buscaste reprobando tantas veces. Ellos te lo advirtieron y tú no les hiciste caso. Pensaron que este sería un buen castigo. Gran Error. El camino de la escuela a tu casa no es muy largo, pero aún te falta para llegar. Intentas encender tu reproductor de música para relajarte un poco. Éste no se enciende. No tiene batería. Lo guardas y continúas caminando. Una densa capa de niebla cae en las calles. Te empiezas a poner nervioso. Te sientes incómodo. Sientes como si alguien te observara. Sientes como si alguien te estuviera siguiendo. Te sientes solo. Miras a tu alrededor. No hay autos en las calles. No hay gente caminando. No hay luces en las casas. Estás solo. Te empiezas a preocupar. Comienzas a caminar más rápido. ¿Por qué caminas tan Rápido? ¿Es por que estás solo, verdad? ¿Tienes miedo? No, aún no. Lo sé. Sólo hasta que me miras detrás de ti. Tu rostro se pone pálido al verme. Estás asustado. Tienes Miedo. ¿Pensabas que no existía, verdad? ¿Que era solo una leyenda urbana, verdad? Comienzas a correr desesperadamente. Dejas tus cosas tiradas para correr más rápido. Yo te empiezo a perseguir. La niebla cada vez te deja ver menos. No puedes ver ni por donde estás corriendo. Empiezas a bajar la velocidad. Te estás cansando. Te estoy alcanzando. Aún así no te rindes e intentas llegar a tu casa, donde están tus padres, tu hermano, tu perro, tu computadora, tu seguridad. Donde no estás solo. Una luz a lo lejos te da esperanzas. Una luz que puede ser tu salvación. Corres con lo último que te queda de energía para alcanzarla. Cuando por fin la alcanzas, te das cuenta que no era más que una luz pública. Miras hacia atrás y te das cuenta que estoy más cerca. Intentas volver a correr, pero te tropiezas, mientras yo me acerco a ti. Ya te alcancé. Ya no hay nada más que puedas hacer. Veo mi reflejo en tus ojos. Esos ojos cristalizados que dejan caer una lágrima. Una lágrima de terror, de angustia, de desesperación. Tu rostro se alumbra con mi luz roja. No hay nadie que te pueda ver, nadie que te pueda oír, nadie que te pueda salvar de mí. Y todo esto por que estabas solo.

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