martes, 29 de enero de 2013

La curva de Torreseca

Cuenta la leyenda que la curva de Torreseca está encantada. Todo esto comenzó una noche lluviosa. Más o menos a las 11:45 de la noche se dirigían una pareja de recién casados en viaje de novios hacia un destino indefinido. La felicidad de los dos se palpaba en el ambiente; aunque la seguridad del muchacho ante el volante era indiscutible, la chica le preguntó: 
—¿No crees que vas muy deprisa?
—¡No! —dijo él—. ¡Vamos, voy a setenta!
—Sí, pero está lloviendo —replicó ella, cada vez más inquieta.
—No te preocupes...

Justo después de decir estas palabras, el coche patinó; se deslizó por la carretera y se despeñó por un barranquillo al pie de una curva muy cerrada; los dos amantes, marido y mujer, murieron en el acto.

Un año después, un hombre que viajaba por la carretera recogió a una muchacha vestida de novia. Él la ofreció su cazadora para que no pasara frío. Al instante, ella dijo: «Gracias; por favor, frene. En esta curva me maté yo». El hombre desvió su mirada hacia ella y frenó en seco: habían desaparecido ella y la cazadora.

Un tiempo después, el hombre se dirigió hacia la tumba de aquella pareja que se mató en la curva y encontró su cazadora encima de la lápida de la tumba de ella.

Desde entonces, cuenta la leyenda que en las noches de lluvia, si vas por la carretera de la curva de Torreseca, es de noche y te encuentras con una mujer vestida de novia haciendo autoestop, debes recogerla. Si no la recoges, tu muerte es segura.

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