domingo, 20 de enero de 2013

Cassiel

Teresa caminaba por una calle oscura, apenas unos momentos antes había discutido con Gerardo un chico con el había empezado a salir y en un arranque se había bajado del auto quedándose a medio camino.

Un hombre la siguió sin que ella se diera cuenta, debido a que iba sumida en sus pensamientos. En un instante le tapo la boca y la jalo a un callejón, le puso una navaja en la garganta, Teresa tiro su bolsa, pero el tipo no la soltó.

Justo cuando ella pensaba en lo peor un joven apareció de la nada y sometió al tipo por el cuello, por reflejo el abrió los brazos y la soltó ella retrocedió mirando con atención; el joven le tiro un puñetazo a aquel hombre en el abdomen doblándolo de dolor y aprovecho el momento para estrellarlo contra la reja, el agresor, mareado y tambaleándose se echo a correr.

Teresa miro al joven que la había asistido; era de estatura media, de cabello castaño y un poco riso, y de piel clara.

-¿Te lastimo? ¿Cómo te sientes? – Le pregunto el joven un poco preocupado.

-No, estoy bien, solo fue el susto – Dijo Teresa nerviosa estaba aun conmocionada por lo ocurrido – De verdad te lo agradezco, no se que hubiera pasado si…

El le puso la mano en el hombro.

-No pienses en eso. ¿Tu casa esta muy lejos?

Teresa asintió caminaron hacía la calle él saco su teléfono móvil e hizo una llamada.

- Acabo de llamarte un taxi de base para que te lleve a tu casa, llegara en media hora más o menos. – Dijo el joven con amabilidad.

-No, de verdad no tienes que hacer eso.

El chico se quito la chamarra y se la puso por encima a Teresa.

-Descuida, lo importante es que llegues bien a tu casa.

Hubo un silencio largo.

-No te he preguntado tu nombre –Dijo Tere.

-Me llamo Cassie. Y tú eres…

-Teresa – Cassie sonrió

-Aun falta un rato ¿quieres algo? ¿Un té ó café?

-No, como crees, ya has hecho mucho por mí.

- Bueno esta bien, entonces espérame aquí iré por un té para mi – Cassie entro a un mini súper que estaba cerca y salió un rato después con dos vasos de unicel.

- Le traje chocolate, señorita- Teresa lo miro apenada.

- No, de verdad.

-¿Quieres té entonces? –Teresa sonrió y tomo el vaso de chocolate.

Paso un rato más hasta que llego el taxi, Teresa le dio la dirección al conductor y Cassie le pago.

-Te pagare lo del taxi y lo del chocolate. En serio.

El negó y se acerco a la ventana del auto.

-Solo cuídate mucho ¿esta bien? ¡Ah! ¿Podrías marcarme solo para saber que llegaste bien?

Teresa asintió y el le paso una tarjeta con su numero escrito en tinta azul.

Cassie se despidió y el taxi arranco.

Teresa llego a su casa se quito la chamarra y marco de inmediato.

-Me alegra oír eso – contesto el.

-Debo devolverte tu chamarra.

-Descuida, nos veremos un día de estos.

Pasaron varios días sin noticia del muchacho, Teresa se había visto tentada a llamarle otra vez pero…

-Pues solo márcale para decirle de la chamarra- Dijo su amiga Luisa algo cansada del asunto.

Teresa marco con un poco de nervios, uno, dos, tres tonos parecía que no contestaría.

-Hola entonces eres tu – Era una voz chillona de una chica.

-ehm, creo que me equivoque.

-Tú eres Teresa ¿no?

-Si, ¿por que?

- Curiosidad – dijo la chica

- Cassie me ayudo la otra vez, solo quería devolverle sus chamarra.

-Esta bien, te daré la dirección para que la vengas a dejar.

Teresa tomo nota, algo decepcionada. Iría esa tarde a dejarle la chamarra.

Después de un viaje en bus y un recorrido de unas pocas calles llego a la dirección, se trataba de una casa de dos niveles que ofrecía un aspecto muy descuidado y algo tétrico. Teresa toco el timbre y casi como si la estuviera esperando salió al instante una chica de piel pálida y complexión delgada de aspecto desaliñado, su cabello era largo y estaba peinado en dos coletas.

-Hola, eres tú. ¿Quieres pasar? –dijo la chica después de haber barrido a Teresa con la mirada

-No descuida, solo venia a traer esto –dijo Teresa mostrando la chamarra.

-No, insisto, pasa. –La muchacha la jalo del brazo y un poco desconcertada y apenada Teresa entro a la descuidada vivienda.

-Siéntate, iré a avisarle, que has llegado –dijo un poco ansiosa mientras se perdía entre unas cortinas amarillentas que separaban la salita de otra habitación.

Teresa no entendía bien todo eso pero se sentó con un poco de desconfianza en un sofá lleno de manchas, estuvo ahí un rato mirando la pecera que contenía una tarántula en la mesita de centro. Comenzaba a atardecer y la luz bañaba las viejas cortinas que daban hacia la calle. La chica se levanto y miro a su alrededor, había un pequeño mueble que estaba tapizado de objetos; un cenicero y varias tazas de café polvosas, libros, velas, jeringas y varios bisturís brillantes, todo cubierto por una delgada capa de polvo, Y en una esquina de la habitación otra pecera solo que bastante más grande y con el hábitat de una serpiente que yacía quieta y enroscada en un tronco. Esto definitivamente no se parecía en nada a como Teresa se imaginaba la casa de Cassie.

-¿Teresa? ¿Puedes bajar un momento? –Dijo la chica desde algún lugar que Teresa no pudo identificar ¿bajar? Se pregunto mientras caminaba y abría la cortina; había otro cuarto un pasillo y a final una escaleras.

Con desconfianza y esa sensación que la había acompañado desde que llego Teresa bajo las escaleras de madera, estaba algo oscuro, pero decidió seguir con suma cautela. Cuando faltaba cuatro escalones, vio una la sombra de alguien que estaba atrás de ella, al voltear vio a la chica que la había recibido, tenia un pesado libro en la mano, sin darle oportunidad de reaccionar y en un instante la golpeo en la cabeza y Teresa cayo irremediablemente por las escaleras.

Mareada y con un dolor punzante en la nuca Teresa abrió los ojos y alcanzo a ver una silueta arrodillada con los brazos encadenados y extendidos, pero lo que más llamo su atención fue es par de alas blancas y hermosas que nacían de la espalda de Cassiel.
Ella se levanto con dificultad sintiendo un mareo.

-Cassie?- el joven levanto la cabeza estaba vendado de los ojos.

-Teresa ¿eres tu? No deberías estar aquí, corre, márchate -dijo con una voz débil, la sangre le corría por el rostro.

-¡Te ayudare!-dijo ella mientras le quitaba la venda de los ojos.

-¡Te escuche! –Dijo la chica desde el piso de arriba, caminaba hacia el sótano, podía escuchar sus pisadas.

Bajo la escaleras y se que acerco hasta donde se encontraba ella.

-Creo que ya viste a mi hermoso ángel –dijo la chica delgada.

-¿Qué fue lo que le hiciste?- pregunto horrorizada Teresa, la joven delgada se acerco a Cassie y toco sus alas.

-¿Esto? No lo hice yo, al contrario se las trate de cortar, para evitar que huyera. Aunque como me parecen muy bonitas, me decidí por encadenarlo. –dijo la perturbada joven acariciando las alas de Cassie con expresión embelesada. –Cassiel es un ángel ¿lo sabías?

Tere negó incrédula, miro a quien alguna vez la había salvado; atado, herido, casi inmóvil.

-Déjala ir –musito Cassiel, temblando un poco.

La joven lo miro indignada, se acerco más el.

-No lo hare. Es que no entiendes, amor, ella es un obstáculo entre lo nuestro.

-Solo déjala ir, por favor, Cinthya. – Insistió Cassiel tosiendo un poco de sangre, Teresa se alejo un poco sin que Cinthya lo detectara – Toma mi mano, Cinthya y mírame –Dijo Cassiel Teresa, lo miro, aquello era una sutil señal para que ella pudiera marcharse, pero no iba a dejar solo a Cassie. Muy cerca de donde estaba parada había un martillo Teresa lo tomo y se acerco a Cinthya que acariciaba el rostro de Cassiel, iba a golpearla pero sintió como el peso del martillo le vencía y se le cayo al suelo haciendo ruido.

-Cinthya ven – trato de entretenerla Cassiel, pero fue inútil.

-¿Pensabas golpearme por la espalda? Y yo que te pensaba mejor –dijo Cinthya sacando un cuchillo de su cinto, amenazo a Teresa que retrocedía despacio.

-Detente Cinthya, por favor- dijo Cassiel haciendo un esfuerzo inútil por levantarse.

-¡No lo hare, ella esta en mi camino! – grito fuera de si la joven, Teresa permaneció inmóvil.

“Por favor, necesito un milagro, una ayuda o algo…”

Teresa había comenzado a llorar debido a la desesperación que sentía.

-¡Eres patética!- dijo Cinthya mirando a Teresa con aire de superioridad –Pero descuida, voy a acabar con tu miseria.

Cinthya se acerco a la muchacha con el cuchillo en mano y Teresa sintió la hoja de metal frio en su cuello.

En aquel instante Cinthya se quedo inmóvil, sus ojos se quedaron fijos, soltó el cuchillo que resonó en aquel piso de cemento.

Una pálida mano salida de entre las sombras le atravesó la espalda de manera brutal la sangre corría por su cuerpo, Cinthya tuvo espasmos y bajo la mirada contemplando aquella mano blanca bañada en su propia sangre. Aquel hombre saco su mano y Cinthya se doblo cayendo en el suelo con los ojos fijos, inerte, muerta.

Teresa asustada retrocedió había visto morir a la joven y un miedo profundo de se apoderaba de ella.

-Por favor aléjate de mi, no me hagas nada –sollozo mientras se apartaba.

Cassiel levanto la vista mientras forcejeaba tratando de liberarse para ayudar a Teresa.

De entre las sombras avanzo un hombre joven de cabellos negros y piel pálida, estaba vestido de modo elegante y totalmente de negro, el la miraba con una sonrisa perturbadora.

-Lamento haber tardado tanto, pequeña. – dijo el hombre Teresa lucia conmocionada, era tal la cantidad de sentimientos encontrados que no podía soportarlo.

-Tu… -dijo ella llorando mientras el se inclinaba para ayudarla, para consolarla – ¿Por qué hiciste esto?

Teresa lloro amargamente, lo conocía y al igual que al principio no sabía que pensar ó que creer.

-¡Apártate de ella! –grito Cassiel impotente, haciendo esfuerzos por liberarse.

El joven vestido de negro la levanto e intento abrazarla sin embargo Teresa se aparto de el y se acerco a Cassiel.

-Pero… vine a salvarte. – Dijo el joven desconcertado Cassiel lo miro con infinito desprecio, mientras, Teresa seguía llorando.

-Tere, toma la llave de l pantalón de Cinthya.- le dijo Cassiel, la joven enjugo sus lágrimas y se acerco al cuerpo de Cinthya y la saco procurando no tocar la sangre tomo las llaves del bolsillo trasero. Con las manos temblorosas libero las cadenas de Cassiel que se incorporo con un poco de dificultad.

-Debo hablar con el – dijo el ángel le hizo una seña a aquel hombre para que lo siguiera ambos subieron las escaleras. Teresa se sentó en un rincón evitando el charco de sangre, sintío el frio piso que la refrescaba un poco, cerro los ojos ya no entendía nada de lo que acababa de pasar.

Teresa abrió los ojos unos momentos después y miro Cinthya tumbada boca abajo sobre ese charco de su propia sangre. Tere se levanto y fue hacia las escaleras y alcanzo e escuchar.

-Solo haz lo que te digo –dijo el joven misterioso, Teresa escucho con atención.

-Yo no sigo ordenes tuyas –contesto tajante Cassiel.

-No es una orden, es una alternativa –hubo un silencio. –Protegerás tu identidad, mientras que Teresa olvidara tan horrible experiencia.

-No se que es lo que planeas exactamente, pero creo que tienes razón. Solo espero no lamentarlo después.

Cassiel bajo por las escaleras y vio a Teresa sentada al pie de las mismas.

-Ya todo esta bien, vámonos de aquí, yo vendré a atar algunos cabos sueltos más tarde. – Le dijo el su semblante lucia mucho mejor.

- ¿Qué paso con Hatherley?

-¿Con quien? –pregunto Cassiel desconcertado.

- Con el hombre que asesino a Cinthya- Dijo Teresa con cierto pesar.

-¿Lo conoces?

Teresa asintió mientras Cassiel la abrazaba sin decir nada, ambos salieron de ese lugar. Teresa lo abrazo mientras sollozaba y el muchacho la consolaba, una sombra familiar los veía con recelo desde lejos.

Cassiel le paso la mano la mano sobre la frente y la joven olvido los eventos de las últimas horas y esos recuerdos fueron remplazados por otros un poco más agradables.

-Aun es temprano ¿quieres ir por un helado? – pregunto Cassiel mirando su reloj Teresa asintió y ambos caminaron, el muchacho volteo a ver aquel árbol donde se ocultaba la sombra, aquella que los observaba.

“No mientras yo este aquí” pensó Cassiel.
Ambos se alejaron caminando, mientras esa sombra no los perdía de vista.

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