sábado, 12 de enero de 2013

Leyenda la Calle de las tres cruces


La casa de Don Diego de Gallinar, se destacaba entre las humildes viviendas de los demás, pues esta alzaba orgullosa sus tres pisos. El hombre era tío y tutor de la bellísima Beatriz Moncada, quien recién egresada del colegio había ido a vivir bajo la severa custodia de su tío. El tenía planeado casar a su sobrina con Don Antonio, su único hijo, que por esas fechas andaba en servicio con el señor Márquez de la Laguna, era un joven que derrochaba el dinero a manos llenas, y la principal razón del enlace era que Beatriz había heredado una gran fortuna.
Fue entonces que algunas noches, al dar las doce campanadas, se escuchaban las notas dulces de un violín tocado por un joven indígena recogido y educado por los religiosos del convento de San Agustín. Su nombre era Gabriel García; debido a las buenas referencias que le daban los religiosos a Gabriel, era éste admitido en todas las reuniones de la aristocracia de aquel entonces. Beatriz lo oyó tocar y le entregó el corazón. El músico también la adoró con todas las fuerzas de su alma india; aunque sabía que era un amor sin esperanza.

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