Esta historia que les voy a contar, ocurrió hace mucho tiempo, es una historia que jamás tendría que decírselas porque van a pensar que soy un loco, pero esto se tiene que saber.
Todo comenzó un día común como cualquiera, en una fábrica, todos los empleados estaban contentos y sin problemas con el sueldo que les pagaban, pero uno, bueno, digamos que no estaba feliz.
Su nombre era Charles West, él trabajaba en esa fábrica hace más de 10 años y nunca recibió un ascenso ni un aumento. Sus compañeros lo molestaban por su bajo rendimiento laboral y lo patético que era. Enfadado y cegado por su ira infernal, se volvió loco, y decidió vengarse de todos. Creó una bomba Molotov casera y la lanzó adentro de unos de los tanques de gas de la fábrica, haciendo explotar e incendiar todo. La explosión fue tan intensa que logró tirar varios pisos del lugar y acabar con todos los empleados y el dueño de la fábrica. Entre los escombros y cadáveres, está vivo un sujeto, pero es el que menos esperaba que sobreviviera, ese hombre era charls, sorprendentemente, estaba vivo. Él, al ver toda la destrucción y muerte que causó, entro en pánico y terror. Fue hasta la oficina del jefe, agarró una pistola 9 milímetros que el tenía y terminó suicidándose con un disparo en la cabeza. Cuando la policía llego al lugar de los hechos, veían cosas, sombras, objetos moviéndose, algunos policías desaparecieron y jamás los encontraron. Luego de esta terrible tragedia, la fábrica quedo cerrada y nadie la volvió a comprar, creyendo que los atormentados espíritus de los difuntos trabajadores siguieran atrapados en ese lugar, en busca de venganza.
20 años después, es cuando comienza mi parte en esta historia.
Todo comenzó un día común y corriente hasta que una vez, a la salida del colegio, un amigo comentó la historia de la fábrica. Al escuchar la historia, otro de mis amigos, nos retó a ir esa misma noche. Al principio, todos lo tomamos como broma, pero luego quisimos hacerlo. Horas antes de salir, estábamos reunidos en mi casa, con todo el equipo listo para salir: linterna, guantes, martillos, pinzas, etcétera. Al momento de salir, notamos una extraña sensación en el aire, no le dimos importancia y seguimos con nuestro viaje, la fábrica estaba toda descuidada, quemada y se caía a pedazos, en la puerta del lugar, tuvimos que trepar ya que estaba cerrada con candado.
Al momento que estábamos todos adentro, sentimos, otra vez, esa sensación extraña, pero esta vez era más fuerte, como antes, no le dimos importancia, lo primero que notamos al entrar a la fábrica fue la inmensa cantidad de árboles y arbustos que crecieron con el paso del tiempo. Seguimos avanzando y lo que encontramos fueron los agujeros que aparentemente dejó la explosión del tanque de gas. Estuvimos caminando por unos minutos y llegamos hasta un pasillo lleno de vegetación que daba a la oficina del jefe y ahí según la historia, se había suicidado el causante de todo esto. al principio, no nos atrevíamos a entrar, porque estaba todo oscuro y además se oían ruidos, por lo que dejamos ese lugar para después.
Volvimos al principio de la fábrica y fuimos por un camino diferente que conducía a donde antes estaba el estacionamiento, solo que este estaba cubierto por una inmensa cantidad de basura y escombros. Salimos de ahí, y fuimos para la terraza, en donde había un gran tanque de agua caído y oxidado. Ya se hacía muy tarde y decidimos volver a nuestras casas y dejar el resto para otro día.
Al siguiente día, estábamos en el colegio, y uno de mis amigos que nos acompañó, nos contó sobre un juego que permite a un humano, contactar espíritus a través de un tablero, haciendo preguntas. su nombre era, la Ouija.
miramos las fechas, y nos dimos cuenta que faltaban 2 días para Halloween, por lo que decidimos jugar a la Ouija en la fábrica, de noche y en la oficina del jefe, donde fue el suicidio, según la historia.
Ya era 31 de octubre a la noche. Éramos cinco personas: cuatro amigos y yo. Estábamos reunidos afuera de la fábrica, con todo lo necesario para estar ahí e incluso, lo más importante, la copa y el tablero de la Ouija.
Apenas entramos, escuchamos un grito desgarrador en lo profundo de la fábrica, se nos pusieron los pelos de punta, pero seguimos adelante porque queríamos jugar ese juego. Atravesamos todo el lugar hasta llegar a esa oficina, pusimos la tabla en una mesa toda rota y comenzamos a jugar.
Los 5 pusimos las manos encima de la copa e hicimos las preguntas. Hicimos preguntas normales, pero la copa no se movía. Pensamos que toda la historia y lo de la Ouija era falso, solo para dar terror y miedo, para que nadie se acerque a ese lugar.
Nos estábamos por ir, pero un amigo insistió en hacer una última pregunta. Como todavía teníamos las manos sobre la copa, preguntamos si estaba con nosotros en ese momento.
Sorprendentemente, la copa empezó a moverse, y ninguno de nosotros la estaba moviendo. La copa se dirigió al "SI". Preguntamos si estaba solo, a lo que respondió negativamente. Le preguntamos si se encontraba con alguien, a lo que respondió que sí.
Le hicimos pregunta tras pregunta, y lo que sea que era esa cosa, nos contestaba cada una, hasta llegar a una aterradora pregunta, que al hacerla, una rara presencia maligna paso por mi cuerpo, tomando en cuenta lo que había pasado en esa fábrica. Preguntamos si era bueno o malo.
Nos contestó. Dijo que era malo. Al ver su respuesta, todos sacamos la mano de la copa, un viento extremadamente frio pasó por nuestros cuerpos. Nunca debimos haber soltado la copa, teníamos que haber terminado la sesión, porque ahora, ese demonio y los otros fantasmas estarían libres.
Vemos que empieza a salir humo del tablero y eso se transforma en una aparición de cuerpo completo. Era un hombre vestido de negro con toda la ropa rota, como de 1,80m de alto, delgado, y en la cabeza tenía un agujero, un disparo de arma. Era Charles West.
Él nos miró de una forma diabólica, rápidamente, salimos corriendo de la oficina, y nos dirigimos hacia la puerta de la salida, miramos para atrás y nos seguían muchos fantasmas atormentados gritando, pero ese demonio no estaba allí. Nos dio un poco de alivio, pero duró muy poco, porque estábamos llegando a la puerta y él apareció adelante de ella.
Al verlo, dimos la vuelta y corrimos a lo profundo de la fábrica para hallar otra salida. Mientras que huíamos, 2 de mis amigos desaparecieron. Terminamos llegando a la oficina del jefe y quedamos atrapados. Los fantasmas nos rodearon y tomaron posesión de los cuerpos de mis amigos y se volvieron locos, se golpeaban la cabeza con piedras y contra la pared hasta rompérsela. Sus cuerpos desaparecieron. Y parece que Charles West me quería a mí.
Tenía tanto miedo que me tropecé con una mesa rota, era en donde dejamos la Ouija. No podía pensar con claridad, y lo único que se me ocurrió fue poner la mano en el tablero y decir: "Fantasmas váyanse, fantasmas váyanse, dejen este mundo y regresen al suyo, encuentren la paz eterna para ya no tener pena".
Cuando dije eso, increíblemente funcionó, todos los espíritus formaron una especie de tornado y fueron absorbidos por el tablero. Mis amigos volvieron y estaban totalmente pálidos y fríos. Inmediatamente, lo primero que hicimos fue ir rápido hacia la puerta y escapar de allí, y después gritamos por ayuda.
Los vecinos salieron de sus casas y les contamos lo que pasó, estábamos alterados y con sangre, pensaron que estábamos locos, así que llamaron a la policía. Ellos nos llevaron a nuestras casas y les contamos la historia a nuestros padres, pero no nos creyeron. Nos mandaron a un manicomio por nuestra seguridad mental. No nos importa lo que nos digan aquí, nosotros sabemos lo que vimos. Todavía podemos escuchar las voces de las almas atormentadas de esa fábrica, y también los podemos ver, aunque sepamos que no están con nosotros.
Escribo esto para que sepan que nunca se acerquen a esa endemoniada fábrica, y que no estamos locos, lo que vimos ahí adentro es verdad.
Algunos espíritus están adentro nuestro, nos están volviendo demonios de carne y hueso, pronto saldremos de aquí y mataremos a todos los que no nos creyeron.
Tengan algo en cuenta. Nunca jueguen con los espíritus.
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