Estoy al borde de la locura, solo. Ya puedo despedirme de mi vida, mis amigos, mi familia, y todo por mis malditos caprichos, mis deseos de saber lo que los demás no. sin dejar una sola interrogante. Maldigo aquel día en que todo ocurrió. Aquel día.
Siempre desde que era un niño me preguntaba que había más allá de nuestro pequeño y humilde planeta, después de nuestra galaxia, Incluso más allá de nuestro universo ¿aún más que explorar?, muchas más cosas interesantes por ver y aprender. Mediante iba pasando el tiempo más crecía mi duda, sin encontrar una sola respuesta, sin encontrar a alguien que respondiera mis preguntas.
Una noche, Hablando con mis amigos sobre estos temas .Llegaron a mis oídos las palabras de mi amigo Abraham, resonando una y otra vez. “deberíamos preguntarle a la luna”. Un silencio profundo se sentía en el aire, seguido de una risa burlesca de mis otros amigos. ¿La luna?, pregunté, pero si la luna es solo el satélite natural de la Tierra, a lo que él respondió. ¿No has oído hablar de aquella historia que cuentan los ancianos?¿cuál? respondí, aquella historia, que relata que la luna antes era una dama hermosa, que lucía un vestido blanco, brillante como el atardecer, con una voz calma y pasiva, la cual bajaba en las noches a ayudar a los hombres, a convertir en sabios a los jóvenes ingenuos. ¿y, que pasó después de eso?, ¿porque la luna no volvió a bajar? pregunté. Por la avaricia del hombre, respondió, los hombres empezaron a pedir muchos deseos egoístas como tesoros, mujeres y poder. La luna se cansó y separó el mundo en lo que ahora conocemos como continentes, haciendo que nos odiáramos por nuestros pensamientos e ideologías, pero siempre está ahí arriba observándonos. ¡Que absurdo!, dije, ¿cómo es eso posible?.
Tras pasar esa noche cogí el ordenador y busque información de esa historia, sin encontrar nada. Ni una sola respuesta.
Los días y semanas pasaron, hasta que un día en la misma noche, encontré la respuesta, en donde menos me imaginaba. El firmamento, uní el cinturón de orión con la osa mayor, y otras constelaciones, dibujé todo lo que veía, hasta encontrar la manera en que esos hombres del pasado llamaban a la luna para que acudiera a su ayuda.
En un eclipse solar. Cuando la luna muestra su superioridad al sol tapándolo, mostrando que tan bella es. Esa noche, no sé ni cómo, pero logre llamarla. Enfrente de mí se encontraba una bella mujer de largo cabello rubio, labios rojos y carnosos, preguntándome. ¿Porque me has llamado? ¿Acaso no sabes que yo no les sirvo a los hombres de mal corazón?, me quedé atónito, no podía moverme, pero exclame en una voz baja. Quiero saber toda la verdad. ¿Cómo fuimos creados?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿estamos solos en el universo? Muchas interrogantes.
Ella hizo todo lo que menos me esperaba. Me lo mostró todo de principio a fin. la creación de todo el universo, las galaxias, los planetas hasta su terrible e imparable final.
¡No, no puede ser así! ¡No, no puede terminar así! grité. Mientras ella la única respuesta que me daba era una risa infantil e inocente, La maldije una y otra vez, y ella seguía riendo con esa maldita risa burlesca. Traté de correr y contarle a alguien lo que ocurría, cuando me voltee. No había nada más que completa oscuridad. Vacío. ni una sola alma a mi alrededor. Pero avía una luz muy distante a mí, que me guiaba hacia un camino. La seguí pero cada vez que me acercaba, se alejaba de mí, Subiendo al cielo otra vez. Estoy solo en esta fría oscuridad, no puedo seguir, no pude evitarlo es la naturaleza del hombre, querer enriquecerse de conocimiento, superarse a sí mismo.
No tiene sentido, saberlo todo, es más interesante dejar unas preguntas sin responder.
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