sábado, 23 de febrero de 2013
La culpa que me ata
Papá, Mamá…perdón, ya no lo resisto más. Desde aquel día estuve pensando en esto y creo que es lo mejor. ¿Se acuerdan aquella vez que entré a la casa del terror en aquel parque de diversiones? Es hora de contar la verdad y quiero que sepan cómo murió mi querido hermano. Fue la peor experiencia de mi vida…
Mi hermano y yo nos separamos al entrar, yo fui hacia abajo, hacia el sótano. Ahí descubrí algo que me dejó petrificada… En esa casa del terror, el sótano nunca existió. Yo simplemente entré y recorrí el lugar, no había nada. Cuando quise volver a salir, una luz iluminó todo el lugar. Giré sobre mi misma para ver hacia atrás, en ese momento pensé que era parte de la atracción pero me equivoqué. Allí aparecieron personas con túnicas negras encapuchadas, haciendo un circulo. En el suelo había un pentagrama y, en el medio de este, había una mesa. Y sobre la mesa estaba, atado, mi hermano, inconsciente. Ahogué un grito al verlo, las figuras no se percataron de que yo estaba ahí. También noté que el lugar estaba iluminado por antorchas.
Me oculté detrás de una columna y espié. Las personas comenzaron a hacer una rara oración en lo que creo que era Latín. Uno de ellos se acercó a mi hermano y lo despertó, luego volvió a su lugar. Mi hermano los miró a todos, comenzó a escandalizarse y preguntando dónde estaba. Otro se acercó a él, con una daga, color negra y con rubíes, en manos. Alzó la daga y luego apuñaló a mi hermano en el estómago. Mi hermano largó un grito, yo tuve que morderme las manos para no gritar también. El hombre sacó la daga y luego lo volvió a apuñalar, mi hermano gritó otra vez. Esta vez, el hombre, comenzó a mover la daga dentro del cuerpo de mi hermano. Luego comenzó a abrir desde su estómago al pecho. Mi hermano no paraba de gritar, su grito era tan desgarrador, tan potente, que supuse que llegaría alguien en su ayuda. Pero eso nunca pasó. El olor a sangre me comenzaba a marear, desde que vi como comenzaban a apuñalar a mi hermano había comenzado a llorar. Yo estaba gritando para mis adentros que se detuvieran.
Los gritos de mi hermano cesaron, solo escuché gemidos de dolor y luego nada… absolutamente nada… ya había muerto. Yo cerré los ojos, deseando que todo eso fuera un mal sueño. Nada más que un sueño… pero no. Al abrir los ojos, los encapuchados estaban frente a mi… mirándome. Grité a todo lo que mis pulmones dieron y mi voz me permitió. Sin saber qué hacía, salí corriendo… di vueltas en el sótanos, esquivando a cada uno de los hombres hasta que por fin pude encontrar las escaleras. Las subí saltándome dos o tres escalones. Una vez que salí del sótano me encontré enfrente del cadáver de mi hermano, fue ahí que ustedes me escucharon gritar tan desesperadamente por ayuda. Ustedes, los adultos, sacaron la conclusión de que hubo un accidente y mi hermano tropezó y se abrió todo el pecho y estómago. Nunca logré entender esa hipótesis… pero ahora ya tienen la verdad escrita y hecha…
Sepan perdonarme… yo aún veo la cara de mi hermano en su último respiro, él sabía que yo estaba ahí… por eso… por eso sonrió. No puedo olvidar aquella sonrisa… él… él murió sonriendo… y yo no pude salvarlo…
No puedo seguir viviendo con esta culpa que me ata a la tierra… perdón… no puedo vivir más… yo debo morir. Ya,ahora estaré bien… yo estaré bien allá… en el infierno…
Perdón…
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