sábado, 23 de febrero de 2013

¿Puedes Escucharlos?


Lo más aterrador por lo que pasé en mi vida fue hace nueve años. Y está bien, lo admito, solo era otro niño estúpido de segundo año de secundaria, no sabía cuanto sufrimiento y cosas horribles tenía este mundo.
Pero esta historia no es acerca de mí. Es sobre una niña que conocí en mi escuela. Solo llamemosla Jill. No la conocía muy bien, era muy callada – casi nunca hablaba en clase, se mordía mucho las uñas y siempre tenía el cabello cubriéndole la cara.
Ella siempre parecía estar enojada o con una expresión indiferente. Pero, quizás, lo más extraño de ella eran sus ojos. Eran de un azul pálido y parecían hundidos. Siempre tenían una mirada muy triste o fría en ellos, cómo si estuviera caminando dormida o como si acabara de llorar. Las cosas se comenzaron a poner tenebrosas al llegar noviembre. Casi habíamos llegado a las vacaciones por Día de Gracias, así que la mayor parte de los estudiantes (yo incluido) estábamos contando los días para salir. Yo estaba en la clase de historia leyendo un capítulo de los 1800’ cuando un ruido me distrajo. Sonaba como si alguien estuviera gruñendo, pero era un sonido muy leve.
Volví la mirada a atrás de mi pupitre, y me encontré con que Jill estaba durmiendo, su nariz estaba resonando y parecía que apretaba con fuerza la boca. Traté de ser una buena persona. La moví un poco para que despertara antes de que el profesor la viera. Fue cuando ella despertó de una forma bastante extraña, con los ojos abriéndose de repente como en las películas y con una respiración bastante pesada. Le pregunté si tuvo una pesadilla, y como respuesta solo negó con la cabeza para volver a leer el libro en el que se quedó dormida.
Pensé que era algo raro, pero no fue sino hasta unas horas después que las cosas en verdad se pusieron raras. Solo tuve unas pocas horas clases con Jill, así que no la vi sino hasta dos horas después. Mi profesora de ciencia me envió a la oficina para sacar copias de una hoja de trabajo, ya que olvidó sacarlas el día anterior. Cuando fui en camino, algo parecía vfuera de lugar. La gente con la que me solía topar no estaba, y la enfermería completamente cerrada.
La curiosidad me venció, así que caminé a la puerta de la enfermería y puse la oreja en la puerta. Esto fue lo que pude escuchar:
“¿¡ Por qué nadie más que yo puedo oírlos!?”
“Escucha, nadie te obliga a nada, necesitas dormir.”
“¡No! ¡Si cierro los ojos me encontrarán!”
“Por favor deja de gritar, no hagas una escena.”
“¿Por qué no pueden verlo? ¡Son como todos los demás!
Esa pequeña conversación fue seguida por alguien gritando con algunos llantos dentro. Quité la oreja de la puerta y retrocedí. Lo único que pensé fue “¿Qué diablos está pasando allí?” Luego de eso, la perilla de la puerta empezó a temblar, como si estuviera cerrada y alguien quisiera salir con desesperación. Tras unos segundos, Jill salió de la habitación.
Su cara estaba ensombrecida y sus ojos llenos de sangre como si estuviera llorando, que es lo que probablemente le pasó. Corrió directo hacia mí, haciendo que al chocar cayéramos al suelo.
“ Ayúdame…” Me dijo. Parecía que en realidad quiso gritar, pero su voz era débil y rasposa.
“Por favor ayúdame… ¿tú puedes oírlos?” M preguntó. Pero por más que quería responderle, estaba muy asustado. Sus ojos no parecían tristes o adormilados, se veía en el límite de la locura.
Cuando no dije nada, se paró y corrió alejandosse de la oficina hacia el comedor. A esa hora estaba vacía. Entonces ella cayó de rodillas sosteniendo su cabeza y gritando… solo gritando.
Luego de ese día, jamás la volví a ver. Los rumores decían que la llevaron a un manicomio, pero nadie lo confirmó.
Luego de una década paso algunas noches pensando en lo que ocurrió. Hay noches en las que no puedo dormir, porque lo único que puedo ver son sus ojos.
Sus ojos envueltos solo en la locura.

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