miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS MUERTOS


En una sala pequeña, el viejo Gómez dormitaba sentado en una silla, con la cabeza recostada a la pared y la boca abierta.
La noche estaba más movida de lo normal: había escuchado algunos griteríos, y el ruido del tráfico, un tráfico desordenado, era más fuerte que el normal.
Los ruidos terminaron despertándolo. Gómez bostezó y se pasó las manos la cara, miró hacia la ventana y escuchó; el alboroto iba en aumento.
- ¿Qué le pasa a esta maldita cuidad? -refunfuñó Gómez al servirse café.
Con la taza en la mano se acercó a la ventana, abrió la persiana para ver.
Un grupo de personas corría por la calle, y tras ellos iba otro grupo. Cuando el segundo
grupo pasó frente a la ventana, Gómez notó que todos estaban terriblemente heridos;
fatalmente heridos, demasiado como para aún correr. algunos autos intentaban abrirse paso entre la
multitud de perseguidos y perseguidores, dando bocinazos y frenadas.
- ¿¡Pero qué diablos…!? - el viejo se asombró. Aquella gente tenía que estar muerta, con aquellas heridas... Y lo estaban: eran zombies.
Alguien que corría por la calle gritaba como un loco:
- ¡Los muertos han revivido! ¡Los muertos…!
Aquellas palabras y lo que vio, llenaron de terror al viejo Gómez, pues era el vigilante de
la morgue. Detrás de una puerta ya se escuchaban ruidos.

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