martes, 26 de febrero de 2013

La Lluvia


Está lloviendo afuera.

Odio muchísimo la lluvia en este pueblo. Lo único que hace, es llover.

Drop. Drop. Drop.

Miré a mi derecha a la mesita de luz al lado de mi cama. En el reloj se leía 3:40 am. Esto suele pasar siempre. Llueve tanto que las gotas caen gracias a una grieta en el techo justo arriba de mi cama

Drip. Drop. Drip.

Cada gota cayendo a un ritmo constante, mientras golpea una parte de mi cama.

Arrastré mis piernas hacia un lado de la cama, poco a poco descendiendo hasta la alfombra de piso. Al saltar de mi cama, la jaula del otro lado de mi habitación comenzó a crujir y una cabeza sobresalió de los pequeños barrotes, chillando y todo. Nollie, mi hurón, está bailando sobre su jaula al ver que estoy despierta. Me acerco a la gigante jaula negra en la que duerme, y la miré con una sonrisa.

“No, Nollie. No es hora de jugar ahora”

“Hisss” respondió ella de una forma malcriada, con su actitud de “Las cosas las haremos a mi manera”

Drip. Drip. Drip.

Caminando de nuevo a mi cama, metí la mano en el cajón de la cómoda mesita de noche y saqué un rollo blanco enorme a cuadros y cinta aislante color negro. Examinando las sábanas rosas de mi cama, me di cuenta de qué parte del techo caía el agua. Salté en la cama, desenrollando una sección de la cinta y cortándola. Cuidadosamente coloqué el pedazo de cinta sobre la gotera, y luego tiré el rollo de cinta en el piso.

“Huh.” pensé. “¿Por qué las cortinas están abiertas? Pensé que las cerré antes de irme a dormir..”

Me arrodillé en la cama y cerré las cortinas negras sobre mi ventana. Me di cuenta al mirar que las calles estaban cubiertas de agua – no era muy sorprendente en este pueblo, realmente. La calle de afuera era una curva y yo vivía en una casa no muy alta. Apenas podía ver la casa de al lado gracias a la oscuridad y la lluvia. En ese momento mi estómago soltó un rugido, tenía hambre.

Dios, si no voy a por comida ahora no podré dormir. Caminé afuera de la puerta de mi cuarto, no importándome si crujía o hacia algún ruido sonoro. Vivo sola, así que ¿por qué me importaría el sonido? Empecé a caminar por el largo pasillo que conduce a la sala principal y eventualmente encontré el camino hacia la cocina. Al entrar por la puerta, me alcé a la derecha y encendí el interruptor. Desde el punto en el que estoy parada, puedes ver dos ventanas. Una a la derecha, aferrándose a la pared justo encima del fregadero y otra a la izquierda y en frente mío.

Mirando por encima mío, estaba un poco asustada. Olvide que tenía un tragaluz en mi cocina, lo que tiene sentido porque nunca se destaca en el cuarto. La única manera de verlo realmente, es si estás parado justo bajo él. Las gotas de lluvia golpeaban los cristales de la ventana muy duro, ¿cómo no me di cuenta del sonido antes? Encogiéndome a mí misma, me acerqué a la izquierda y abrí la despensa. Nada dentro de él pareció captar mi atención, y había muchas cosas que tardaban mucho en cocinarse. Dejando escapar un profundo suspiro, me di vuelta al interruptor y apagué las luces.

La lluvia sólo se volvió más fuerte mientras caminaba por el pasillo hacia mi dormitorio. Los rayos y truenos comenzaron mientras apagaba la luz del dormitorio y puse mala cara de vuelta hacia mi cama, derrotada por falta de comida. Saqué la brillante y rosa sábana de Hello Kitty, me metí en ella y me cubrí hasta el cuello, escuchando los rugidos de mi estómago. Me di la vuelta hacia la izquierda y miré hacia el reloj. 4:12 am. ¿Tanto tiempo me tomó ver lo que había en la despensa? Jesucristo, debo haber escuchado la lluvia más de lo que pensaba. Cerré mis ojos y me giré hacia la derecha, abandonando todos los sentimientos de hambre. Todo el cuarto estaba callado, excepto por el asalto que la lluvia estaba haciendo sobre mi casa, y por supuesto Nollie está retorciéndose por ahí y ocasionalmente siseando. No estaba preparada para lo que vería cuando abriese mis ojos.

Me congelé, y un frío sudor se extendió a través de todo mi cuerpo. Mis ojos estaban mirando exactamente a la ventana que tenía en frente, sólo para ver una entidad mirando hacia atrás. Usé la palabra “entidad” porque no había forma de que esa cosa fuese humana. Su piel era negra, y tenía varios puntos de suturas a través de su cara. Donde se suponía que tienen que estar sus ojos, había dos botones grises. Un agujero estaba justo en el medio de su cara, muy muy muy pequeño, probablemente era su nariz. Su boca no existía, sólo había piel tan negra como las profundidades del océano ahí. A pesar de que esta cosa no tenía ojos con los cuales mirar, podía sentir su mirada clavándose en mi cara. Su cabeza estaba tan cerca de la ventana de mi cuarto que el aliento de su nariz empañaba el cristal.

Me quedé allí, mi mirada se cruzó con la del monstruo delante de mí durante lo que pareció una eternidad. Ni siquiera podía seguir escuchando la lluvia, sólo podía enfocarme en su cara, y en su respiración constante contra la ventana. No salí de mi cama hasta que Nollie empezó a silbar violentamente. Mi cabeza se echó hacia atrás y vi que ella estaba arañando los barrotes de la jaula, pidiendo que la dejen salir. Volví mi cabeza hacia la ventana, y la criatura se había ido. Sin niebla, sin ojos cosidos, nada.

Nollie nunca paró de silbar, pero no obstante, cerré las cortinas de mi ventana y me recosté en la cama de nuevo. Mi mano se movió en la oscuridad para buscar los tapones para oídos – los que uso para esas noches en las que Nollie está demasiado hiperactiva y decide provocar un terremoto en su jaula.

¿Era esa cosa sólo un truco que me jugaba la mente? No pude parar de pensar sobre esa cara en mi mente. Los botones, la oscuridad infinita de su piel, el sonido constante de su aliento contra la ventana. No puedo dormir así!

Pasó algún tiempo antes de que mi mente se calme y por fin decidí que estoy loca y que necesitaba desesperadamente dormir. Opté por girar hacia mi lado derecho, con los ojos cerrados de nuevo. Cuando los abrí, … mis cortinas no eran lo único que se abrió. Mi ventana estaba completamente abierta.

Miré, fijamente a la casa de al lado en la oscuridad. Esa cosa no estaba allí, mirándome. Teniendo la oportunidad, me paré en la cama y cerré la ventana, asegurándome de cerrarla esta vez con cerradura. Aún mirando hacia la calle, me di cuenta de que mi vecino que vivía en la casa de enfrente, me estaba observando desde su ventana ahora. Su cara estaba torcida en una especie de expresión horrible.

Luego lo sentí.

Constantes, respiraciones profundas, en mi nuca.

Nunca lo escuché entrar.

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