sábado, 16 de febrero de 2013

La enfermera de la muerte


¿Se puede jugar a ser Dios? Seguro que sí, o por lo menos eso pensaba Genene Jones, que se sentía como una heroína cuando salvaba a los pobres bebés moribundos… con la salvedad de que ella misma les provocaba esa situación de muerte inminente y en pocas ocasiones lograba revertirla.
Mataba con inyecciones de productos letales, sobre todo digoxina, un medicamento para el corazón que alteraba el ritmo cardíaco de los niños o paraba el corazón.
En 1977 se convirtió en enfermera voluntaria y empezó a trabajar en el Bexar County Medical Center Hospital. El mismo año en el que Genene empezó a trabajar en este hospital, los responsables del centro notaron un alarmante aumento del número de muertes entre los niños. Los asesinatos parecían vinculados a Jones. A finales de 1981, como las muertes de niños no disminuína, los responsables del centro empezaron una serie de investigaciones. En ese momento descubrieron que la mayoría de las víctimas habían recibido inyecciones letales de digoxina.
En marzo de 1982, Genene se pasó a la medicina privada, a la Kerr Conty Clinic, abierta ese mismo año por una doctora que había trabajado con Jones, Kathleen Holland. Numerosas personas advirtieron a Halland contra Jones, pero la doctora creyó que la enfermera, a la que consideraba muy competente, había sido víctima de la estructura machista del hospital.
Como había ocurrido en el otro hospital, aumentó espectacularmente la mortalidad infantil, y Genene Jones volvió a convertirse en sospechosa.
El 26 de mayo de 1983 fue acusada de dos cargos de asesinato en primer grado, producidos al inyectar un potente relajante muscular. El 21 de noviembre fue acusada de asesinar a un niño de cuatro semanas inyectándole un anticoagulante que le produjo una severa hemorragia. Genene hacía enfermar a sus víctimas con el propósito no de matarlas, sino de convertirse en una heroína al salvarlas, lo que no siempre conseguía.
El 15 de mayo de 1984 fue condenada por asesinato a 99 años en prisión, el equivalente a cadena perpetua en Texas, por el asesinato de Chelsea Ann McClellan. Pese a ello, por buena conducta y una serie de viejas leyes del condado, es posible que salga de prisión en el 2017.
No pudo ser involucrada en los crímenes cometidos en el Bexar Conty Hospital porque en marzo de 1984 este centro se deshizo de toneladas de documentación que podrían haber probado su culpabilidad.
Se le atribuyen once víctimas, pero se sospecha que durante el periodo que ejerció de enfermera en el Bexar Conty Hospital pudo estar involucrada en las muertes de 46 bebés y niños.

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