martes, 19 de febrero de 2013

La Niña Blanca


Era una noche tormentosa, Paul estaba leyendo su libro favorito, una historia de terror desgarradora pero a la vez atrayente. Después de un rato de leer, la luz se corto, el supuso que la causa era la tormenta, así que busco una linterna y siguió leyendo. Unos ruidos se escucharon, alguien llamaba a la puerta con golpes lentos y suaves. Paul se levanto, busco la linterna y camino hacia la puerta, era una niña, vestida con ropas puramente blancas a acepción de una caperuza rosa para protegerse de la lluvia.
-¿Qué deseas pequeña?-
Señor, tiene un vaso de agua. Pregunto la niña.
Si, ahora te traigo.
Paul fue a la cocina y cuando volvió con el vaso de agua, la niña había desaparecido. Creyó que era algún tipo de broma y se fue a dormir. Al otro día volvió a ser noche tormentosa otra vez se corto la luz, alguien llamo a la puerta. Otra vez la niña. Ella volvió a pedirle un vaso de agua y cuando Paul volvió, no había nadie. Esto se repitió por tres días más. Al cuarto, en lugar de pedirle agua, la niña le pidió un sanguche. Paul, antes de traérselo, le pregunto el nombre y ella le dijo que se llamaba María Lopez. El nombre le pareció conocido, su vecina de enfrente era apellido Lopes y hace unos diez años había tenido una hija. Paul fue a buscarle el sanguche, hiso dos pasos, y cuando se volvió para preguntarle de que quería , la niña no estaba más. Cansado de esto, a otro día fue de su vecina le pregunto si tenía una hija. Ella se largo a llorar, extrañado, Paul le pregunto qué pasaba y ella le respondió que su hija había muerto hace a un año y medio. Él le dijo que la niña había estado visitando su casa cada noche tormentosa a pedirle comida, la mujer le grito e insulto, diciéndole que no se burle de su familia. Desconcertado, Paul volvió a su casa, rogando que no aparezca tormenta. Por suerte para él, no lo hiso. Por un par de semanas, nada paso, hasta que una noche hubo truenos y rayos. Sabiendo ya lo que iba a pasar, Cerró con llave cada puerta y ventana de la casa y se encerró en su habitación a leer. De pronto, escucho golpes en la puerta, se paro y fue a abrir. Otra vez la niña. Algo que Paul había notado es que esta tenía una mano en la espalda.
-Hola señor, ¿tiene un vaso de gaseosa que me pueda dar?-. Le pregunto la niña.
-Si ahora te traigo, pero antes niña, ¿tú no estás muerta?
La dulce mirada de la pequeña, se transformo en unos ojos rojos y llenos de ira.
-¡Si! -Grito ella.

Durante un mes nadie había sabido de Paul. Su hermana, preocupada, fue un día a su casa, al ver que nadie contestaba, entro. En el living, colgado de la escalera, estaba en cadáver de Paul despellejado, cubierto de migas y con una nota que decía, gracias por la comida, estuvo deliciosa, pero, no tenias porque preguntar.

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