viernes, 1 de febrero de 2013

QUE NADIE LAS DESPIERTE


bueno para empezar esta serie de cuentos que subiré no son míos son de un gran escritor: Fernando Iwasaki, de una de sus grandes obras: Ajuar Funerario.
yo solo quise que compartieran el mismo sentimiento que sentía al leerlos por primera vez…

NADA ME PRODUCE más horror que volver a casa de madrugada por cualquiera de 
esas flamantes autopistas que circunvalan mi ciudad. Los carteles fosforescentes me infunden un sosiego adormilado, y las luces de los coches se disuelven líquidas en la cremosa oscuridad. Me hipnotiza ese veloz resplandor que engulle las líneas blancas de la autovía y me pregunto si acabaré en la cuneta o contra los pilotes que reverberan gelatinosos, casi difuminados por los pinceles de mis párpados. 
De pronto pienso en las niñas y me enderezó, me abronco, me pellizco. Ellas desean 
verme al despertar, y si muero mientras duermen les condenaría a una feroz vigilia de pesadillas. Pero el sueño en la carretera me envuelve con redes sutiles y bostezo como los túneles o cabeceo al viento como las soñolientas adelfas, cuajadas en la insoportable monotonía de las regueras. A lo lejos brilla turbia la ciudad y en la duermevela busco las farolas de mi calle, la luz del portal de casa, la lámpara de mi mesilla de noche… 
Ya en la cama me acurruco junto a mis hijas, abrazo sus cuerpecitos tibios y beso sus mejillas como flanes. Entonces me arrasan las lágrimas y estremecido por la inercia de la velocidad me invade una sonámbula sensación de zozobra. Tal vez aún estoy en la autopista, acaso jamás llegué a casa. Y demudado espero hasta el alba porque no quiero despertarlas y que descubran que quien las sueña soy yo.

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